Aiutor: Joan Ignaci Culla
A
lo largo de los siglos, múltiples denominaciones han acompañado el nombre de la
capital del Reino de Valencia, como recoge Francisco Almela y Vives, en
Valencia y su Reino . Valencia la Grande era un calificativo que de manera
natural le da Juan Vandenese, un elevado funcionario de la corte del emperador
Carlos V, en su diario de los viajes de César. Valencia la Noble, atribuido al
doctor Gaspar Blas Arbuxech en el sermón que, en 1666, pronunció conmemorando
la conquista. Valencia de los Edetanos o Valentia edetanorum, como la llamaba
el padre Tosca. Valencia del Cid, Valencia de don Jaime y Valencia la Clara,
una denominación que de forma esporádica aparece sin tomar estado oficial,
justificada por su gracia y por la claridad de Valencia.
A
partir del desgraciado accidente del pasado día 3, otro calificativo podrá
añadirse a la lista: la Valencia que llora.
Valencia
llora por la profunda conmoción que ha producido este inexplicable suceso que
ha costado la vida a 41 personas, además de los heridos, por el
descarrilamiento en la línea 1 del metro de Valencia, el suceso más grave de
todos los ocurridos de este tipo de transporte en España.
La
profesionalidad y rapidez de todos los medios de emergencia evitó, con toda seguridad,
el incremento de la lista de fallecimientos. Hecho que hay que agradecer,
felicitar y aplaudir.
Pero
dicho esto, y una vez enterrados y llorados a nuestros paisanos, se impone, por
parte de las autoridades oportunas, las explicaciones pertinentes. Las noticias
que se desprenden de las primeras investigaciones parecen más propicias a dar
respuestas rápidas que a buscar el fondo de la cuestión. Todo apunta a que fue
un accidente fortuito, exceso de velocidad. Y, aun siendo verdad, no deja de
ser menos cierto que se han manejado otras hipótesis que merecen respuestas sin
ningún tipo de vacilaciones.
Por
una parte, se produce en una línea en la que ya se saldó con 30 heridos, en
septiembre de 2005, y que el constante deterioro de sus instalaciones ha sido
denunciado tanto por los sindicatos, como por los vecinos de la zona, como así
le consta a la alcaldía de Valencia, desde hace más de 3 años. De hecho, no
hace muchos meses, por parte de FGV y del Politécnico, hicieron diferentes
comprobaciones ante las denuncias de los vecinos, sin tener, hasta la fecha,
contestación de la misma.
Por
otra, aún está fresco en la memoria el 11-M, que conmocionó a todo el mundo.
Desgraciadamente estamos viviendo unos tiempos donde la seguridad ha pasado a
ser una utopía. Por eso no es de extrañar que muchos se plantearan, incluso,
que podía haber sido un atentado.
En una tragedia como esta no puede quedar
la más mínima duda. Una vez concluida la investigación, se deben depurar las
responsabilidades a que hubiere lugar. Valencia llora, que sus lágrimas sirvan
para que sucesos como el del día 3 no se repitan.
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