Per Juan Ferrando Badía (q.e.p.d.)
Frente a la pretensión de los
pancatalanistas de que los valencianos hablamos nuestro idioma gracias a las
enseñanzas de las huestes catalanas se nos presenta, de inmediato, un
interrogante: ¿Cómo pueblos conquistados por catalanes, como por ejemplo Vall
de Almonacid y Castellnovo, hablan castellano?, ¿y cómo pueblos conquistados
por aragoneses, como por ejemplo, Burriana, Almácera, Foyos, hablan la lengua
valenciana?, y ¿Cómo pueblos que continuaron siendo gobernados por leyes
musulmanas y por árabes, establecido ya el reino cristiano de don Jaime, - y
que no tuvieron influencias ni aragonesas ni catalanas – hablan la lengua
valenciana?. Ahí está el caso de Serra, Vall d’Uxó, Ahín y Eslida.
Ciertamente el idioma
valenciano actual no es el romance que hablaban los mozárabes valencianos sino
su desarrollo y perfeccionamiento. Y ciertamente el romance que hablaba Jaime I
no sólo no supuso barrera alguna para el entendimiento y convivencia con las
poblaciones conquistadas sino todo lo contrario, pues como podemos constatar en
la propia Crónica del rey don Jaime denominada también Llibre dels feyts, el
citado don Jaime mantuvo conversaciones directas con mozárabes valencianos sin
intérpretes de ninguna clase. Y así el rey don Jaime - como relata en su
Crónica – mantuvo conversaciones directamente con el pueblo y los notables de
Peñíscola no sólo eran conocedores del árabe sino que también sabían hablar una
lengua análoga al romance de don Jaime, es decir, la lengua de los mozárabes
que era bastante parecida a la de los aragoneses.
Si las jarchas mozárabes son un
monumento vivo y permanente del habla de los mozárabes valencianos – bajo el
dominio árabe – como han subrayado autores de gran prestigio como Dámaso Alonso
y Menéndez Pidal que reconocen que son un precedente de nuestra literatura muy
anterior al Poema de Mio Cid, sin embargo creemos, que aparte del testimonio
científico de Simonet, es la Crónica de don Jaime I el punto de partida en el
que hemos de asentarnos para demostrar que la mozarabía valenciana existía con
un “romance” peculiar y precisamente por ello facilitó la conquista de los
reinos taifas valencianos por don Jaime. La algemia o aljemia era la lengua
propia de los mozárabes valencianos.
Y como conclusión de lo que
estamos afirmando nos podemos preguntar con el miembro de la Real Academia Española
Torcuato Luca de Tena (fallecido en 1999): ¿Qué idioma se hablaba en la costa
celtíbera del Levante español durante los casi siete siglos de dominación
romana?: el bajo latín, ¿qué lengua se habló durante los casi tres siglos de
dominación visigoda?, lo mismo: el latín corrompido que “empezó a decaer y a
adulterarse desde la llegada de los bárbaros del norte como sucedió en todo el
país”, según palabras de don Roque Barcia. ¿Qué lengua se hablaba entre los
cristianos durante los cinco siglos de ocupación islámica del reino de
Valencia?, ¿tal vez el árabe? “Hasta los niños de las escuelas – dice Luca de
Tena – saben que no es así. Se siguió hablando lo de siempre: un idioma
romance, hijo del latín, con notables influencias de otros dialectos latinos como
el castellano y de otras lenguas más cultas como el propio árabe”. Y continúa
diciendo Luca de Tena: “Pero lo que más interesa señalar aquí es que el rey
cristiano se asienta en un territorio en el que se hablaba una lengua romance
propia que, al igual que el catalán y el mallorquín, había ido evolucionando y
forjándose en sus largos períodos de aislamiento, con independencia de las
otras. Estas lenguas latinas de la España oriental eran ya entonces muy
diferentes entre sí; más probablemente de lo que lo son ahora, pues la
literatura valenciana de finales del Medievo y comienzos de la Edad Moderna
(Ausias March, “El Consulat del Mar”, “Tirant lo Blanch”, etcétera) no pudo
menos de influir en el catalán, del mismo modo que la poesía y literatura
catalana del siglo XIX no han podido menos de influir en el valenciano; a lo
que hay que sumar, además, la influencia común del castellano sobre ambas,
colaborando todo ello a acortar unas distancias fonéticas y de sintaxis y
vocabulario que eran entonces difícilmente salvables”.
Y Simonet dice expresamente:
“Nuestros mozárabes, dando gallardas muestras de su capacidad, su ingenio y
aplicación y acomodándose a las difíciles circunstancias de su largo
cautiverio, cultivaron ambas lenguas y literaturas sobresaliendo así en árabe
como en la hispana-latina, pero sin olvidar por eso la suya propia. De lo cual
dan fe las notas y escolios arábigos que se encuentran en muchos códices
latinos de procedencia mozárabe, probando que hasta los cristianos arabizados
entendían y manejaban los textos escritos en lengua latina”.
Juan Ferrando Badía.
Catedrático Emérito de Derecho Constitucional y Ciencia Política. Universidad
“Rey Juan Carlos” (Madrid). Doctor Honoris Causa.
* Articul publicat en el
periodic “Diario de Valencia”, el 5.4.2003.
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