Juan Vicente García Marsilla
Extraido de Internet
Pero, gracias a la influencia de la "Historia Serial" francesa, algunos
autores comenzaron a aplicar en España la metodología cuantitativa en la
Historia, entre finales de los años 60 e inicios de los 70. En cuanto a la alimentación,
los primeros en utilizar estas técnicas fueron los modernistas,
que contaban, para la realización de este tipo de estudios, con la ventaja
decisiva de las fuentes, mucho más abundantes y precisas en esta época
que en la Edad Media, ello les permitía manejar datos suficientes como para
establecer, con bastante exactitud, la composición de la dieta de nuestros
antepasados por presona y día. Fue A. Eiras Roel quien inició el estudio
de los sistemas alimentarios en el Antiguo Régimen como un medio
para adentrarse en el estudio biológico de la población. El análisis cuantitativo
de balances calóricos y regímenes dietéticos tenía como objeto establecer
un cuadro fisiológico del hombre de la Edad Moderna, para determinar
las enfermedades carenciales a las que se veía abocado. La
historia de la alimentación se convertía, por tanto, en una de las claves explicativas
de la historia demográfica. Para cumplir este cometido, en los
trabajos de Eiras y sus seguidores se llevaba a cabo, con sorprendente minuciosidad,
el desglose de los componentes químicos de la dieta -prótidos,
lípidos, glúcidos, etc.- especificados hasta con decimales, como paso
previo al "diagnóstico" del tipo de problemas que el consumidor de dichos
alimentos podría padecer (7).
Tal optimismo cuantificador ha sido posteriormente
muy criticado, sobre todo porque supone ignorar de forma manifiesta
tanto las diferencias entre las personas de entonces y las actuales,
como, sobre todo, entre los alimentos de hoy y los de hace tres o cuatro siglos.
La aplicación de semejantes métodos a los siglos medievales fue todavía
más difícil y controvertida. En general hay que decir que los estudios
cuantitativos de los medievalistas han carecido de la ambición y la coherencia
de que hacían gala las obras de Eiras Roel. Partiendo de la premisa
de que hay muy pocos documentos medievales que nos proprocionen datos
sobre la comida diaria de alguna persona o colectivo, y que representa
un esfuerzo considerable encontrarlos, la mayor parte de los artículos que,
se supone, pretenden estudiar de forma seriada la alimentación, se limitan
en la práctica al análisis de un único documento, el cual, o bien se contentan
con transcribir o, como mucho, le aplican las modernas técnicas estadísticas,
porcentuando la incidencia de cada grupo de alimentos en el total
de la dieta. Las cuentas de algún viaje, de una corte nobiliar o de alguna
institución benéfica, han sido las fuentes más utilizadas para este tipo de
estudios (8).
Consecuencia de estos planteamientos es la falta de una visión
global de la alimentación como punto de vista desde el que observar
el funcionamiento de una sociedad; el estudio pormenorizado de unas
cuentas aisladas suele llevarnos a caer de nuevo en la ya superada historia
de la anécdota, en una anécdota cuantificada si se quiere, pero igualmente
intrascendente.
No obstante, la escasez de datos sistematizables que caracteriza a las
fuentes medievales ha decantado a la mayor parte de los estudiosos hacia
los aspectos cualitativos de la alimentación, sobre los cuales los documentos
son mucho más explícitos. El objetivo prioritario de este segundo enfoque
es la diferenciación de los modelos alimentarios de diversos grupos
humanos, tanto si esas disparidades tienen un origen económico como religioso
o cultural. Precisamente, los primeros trabajos en esta línea se dedicaron
a tipificar los hábitos alimentarios de las minorías religiosas, especialmente
de los judíos. Respaldados por un lado por el carácter exótico de
estos grupos, y por otro por la creciente atención de la historiografía hacia
los marginados, autores como M. Espadas o J.L. Lacave nos introdujeron
en problemas tan interesantes como la relación entre tipo de dieta y "pureza
de sangre", o el de la conflictividad entre cristianos y judíos que conlleva
el consumo de carne (9).
Posteriormente las diferencias en el nivel económico han cobrado mayor
protagonismo, y conceptos como "poder adquisitivo" o "capacidad de
demanda" han inundado las obras de los historiadores de la alimentación.
No obstante, un aspecto que conviene no olvidar en cuanto a la época medieval
es que, de la misma manera que las élites crearon el sistema estamental
para reforzar las desigualdades sociales, también dieron lugar a
una serie de tabúes ideológicos en torno a los alimentos que eran propios
de cada clase social (10).
(7) Un resumen de los estudios y planteamientos de la escuela cuantitativa lo encontramos
en el artículo del propio A. EIRAS ROEL:"La historia cuantitativa
del consumo alimentario: estado actual de las investigaciones", en Hispania
126, (1974) págs. 105-148.
(8) Algunos ejemplos de este tipo de estudios son: de D. SÁNCHEZ VILLAR:
Desde Estella a Sevilla. Cuentas de un viaje (1352) , Valencia, 1974; de P.
BERTRÁN ROIGE: "La alimentación de los pobres de Lérida en el año 1338",
Congreso de Niza, t. I, págs. 361-373, o, de R. CONDE: "Alimentación y sociedad.
Las cuentas de Guillema de Monteada (A.D. 1189)", en Medievalia 3,
1982, págs. 7-21.
(9) M. ESPADAS BURGOS: "Aspectos sociorreligiosos de la alimentación española"
en Hispania, 131 (1975), págs. 537-575, y J.L. LACAVE RIAÑO: "La carnicería
de la aljama zaragozana a fines del siglo XV", en Sefarad XXXV
(1975), págs. 3-35.
(10) Acerca de esto ver nuestro artículo "Alimentación y diferencias sociales en la
ciudad de Valencia (1390-1415)", en el ler Col.loqui d'História de l'Alimentació
a la Corona d'Aragó (Edat Mitjana) (en prensa).
No hay comentarios:
Publicar un comentario