Autor: Ricardo García Moya
FRESCO PINTADO POR BARTOLOMÉ OLIVES EN 1538 QUE SE ENCUENTRA EN LAS ATARAZANAS DE BARCELONA
Siempre que nos aproximamos al 9 de octubre, los colaboradores de la "inmersió" -constantes en su sistemática destrucción de la personalidad valenciana- emponzoñan el ambiente con ataques a la Real Señera, tratando de imponernos la enseña del rey de Aragón que, por circunstancias aculturales, ahora representa a Cataluña. La consigna que más repiten es la inexistencia de la Real Señera en el siglo XV, lo que demuestra su desconocimiento del tema.
En la biblioteca de la más antigua universidad europea, la de Bolonia, se conserva la carta náutica del italiano Grazioso Benincasa, fechada en 1482. La obligada esquematización propia de estos pergaminos no impide apreciar una serie de banderas sobre la península ibérica, destacando la Real Señera en el espacio definido entre el río Ebro y el reino moro de Granada, todavía independiente en aquel año. Una gran franja junto al asta y tres escuetas barras rojas y amarillas identifican el territorio regnícola.
Los cartógrafos no pretendían hacer un tratado de banderas, de ahí que en ocasiones apareciera la Real Señera con la corona sobre las barras (carta de Viladestes del año 1413) o, simplemente, la franja azulada del fondo; pero es notorio el empeño en dejar constancia gráfica de un espacio rectangular junto al asta, reduciendo la longitud de las barras. Por cierto, la corona fue incorporada incluso en las marcas de agua de los papeles fabricados en el Reino en el siglo XV: "Deux país, marque representant les armoiries de Valence (...) surmontés d'une couronne de 1463-1426" (Mosin, Vladimir: Filigranes, 7.a.greb, 1957). Detalle que no exhibían los elaborados en Cataluña.
Documentada la presencia de barras coronadas sobre franja azul en nuestro Siglo de Oro (Bib. Nacional de París: Ms. Ge. B. 8268), quedaría la duda respecto al símbolo que completaba la Real Señera: el Rat Penat. Ante la imposibilidad de su representación en los pocos milímetros que ocuparía en un portulano, debemos buscar otras fuentes que testifiquen la presencia del vespertilio en la Señera o en banderas de menor costo utilizadas en campaña. No es fácil encontrar descripciones meticulosas. Los cronistas daban por hecho que cada pueblo conocía su heráldica y las referencias literarias son, generalmente, incompletas. Por suerte, Jerónimo de Blancas dejó un testimonio valioso al afirmar que el murciélago formaba parte del blasón del Reino de Valencia, y que, "como tal, fue llevado hasta la época presente en las enseñas militares" (Blancas, J.: Comentarios de las cosas de Aragón, p. 151).
El "presente" del cronista real Jerónimo de Blancas era la segunda mitad del siglo XVI, siendo su cita importantísima por la autoridad que poseía sobre heráldica, protocolo y relaciones de los estados de la Corona de Aragón, como demuestra su erudito legado. En 1585 escribía "Coronaciones de los sereníssimos Reyes de Aragón", aunque su mejor obra fue "Aragonensium rerum comentarii ab anno 704, ad annum 1588", que es donde encontramos el preciso comentario sobre la naturaleza del Rat Penat como símbolo del Reino de Valencia y, también, de la capital del mismo.
Los siglos de esplendor pasaron. Las tradiciones autónomas sufrieron la erosión de otras culturas agresivas y, consecuencia de ello, hasta la vexilologia del Reino resultó afectada por lamentables confusiones. Pese a ello, siempre hubo eruditos que recordaron la composición de las armas reales valencianas. Así, en un manuscrito que examiné este verano en el Archivo General Militar -ubicado en el alcázar de Segovia- contenía esta descripción:
"Encima de la Corona que cubre cada uno de los escudos se halla un murciélago, de que se deduce que dicha bandera perteneció a alguno de los cuerpos del Reino de Valencia que lo tiene en sus armas" (A.G.M.; Sección 2, Div. 3, leg. 32).
El manuscrito está datado a mitad del siglo XIX; es decir, trescientos años después que el cronista real testificara la presencia del Rat Penat en las banderas como símbolo del Reino. En consecuencia, la información vexilológica del pergamino de Grazioso Benincasa es complementada por otras fuentes; a pesar de ello, los catalanistas insistirán en imponernos la bandera cuatribarrada. Algún día se darán cuenta que la citada enseña podía usarse en todos los territorios de la Corona de Aragón (como en la actualidad sucede con la de Europa o España), pero los reinos de Nápoles, Sicilia, Valencia y Mallorca tenían su particular bandera.
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