jueves, 28 de julio de 2011

LA REAL SENYERA PINTADA POR BENINCASA EN 1482


Autor: Ricardo García Moya
FRESCO PINTADO POR BARTOLOMÉ OLIVES EN 1538 QUE SE ENCUENTRA EN LAS ATARAZANAS DE BARCELONA

Siempre que nos aproxi­mamos al 9 de octubre, los colaboradores de la "inmersió" -constantes en su sistemática destrucción de la personalidad valenciana- em­ponzoñan el ambiente con ata­ques a la Real Señera, tratando de imponernos la enseña del rey de Aragón que, por circunstan­cias aculturales, ahora represen­ta a Cataluña. La consigna que más repiten es la inexistencia de la Real Señera en el siglo XV, lo que demuestra su desconoci­miento del tema.

En la biblioteca de la más anti­gua universidad europea, la de Bolonia, se conserva la carta náutica del italiano Grazioso Benincasa, fechada en 1482. La obligada esquematización propia de estos pergaminos no impide apreciar una serie de banderas sobre la península ibérica, desta­cando la Real Señera en el espa­cio definido entre el río Ebro y el reino moro de Granada, todavía independiente en aquel año. Una gran franja junto al asta y tres escuetas barras rojas y amarillas identifican el territorio regnícola.

Los cartógrafos no pretendían hacer un tratado de banderas, de ahí que en ocasiones apareciera la Real Señera con la corona so­bre las barras (carta de Viladestes del año 1413) o, simplemente, la franja azulada del fondo; pero es notorio el empeño en dejar cons­tancia gráfica de un espacio rec­tangular junto al asta, reduciendo la longitud de las barras. Por cier­to, la corona fue incorporada in­cluso en las marcas de agua de los papeles fabricados en el Rei­no en el siglo XV: "Deux país, marque representant les armoiries de Valence (...) surmontés d'une couronne de 1463-1426" (Mosin, Vladimir: Filigranes, 7.a.greb, 1957). Detalle que no exhi­bían los elaborados en Cataluña.

Documentada la presencia de barras coronadas sobre franja azul en nuestro Siglo de Oro (Bib. Nacional de París: Ms. Ge. B. 8268), quedaría la duda res­pecto al símbolo que completaba la Real Señera: el Rat Penat. Ante la imposibilidad de su represen­tación en los pocos milímetros que ocuparía en un portulano, debemos buscar otras fuentes que testifiquen la presencia del vespertilio en la Señera o en ban­deras de menor costo utilizadas en campaña. No es fácil encon­trar descripciones meticulosas. Los cronistas daban por hecho que cada pueblo conocía su he­ráldica y las referencias literarias son, generalmente, incompletas. Por suerte, Jerónimo de Blancas dejó un testimonio valioso al afir­mar que el murciélago formaba parte del blasón del Reino de Va­lencia, y que, "como tal, fue lle­vado hasta la época presente en las enseñas militares" (Blancas, J.: Comentarios de las cosas de Aragón, p. 151).

El "presente" del cronista real Jerónimo de Blancas era la se­gunda mitad del siglo XVI, siendo su cita importantísima por la au­toridad que poseía sobre heráldi­ca, protocolo y relaciones de los estados de la Corona de Aragón, como demuestra su erudito lega­do. En 1585 escribía "Corona­ciones de los sereníssimos Reyes de Aragón", aunque su mejor obra fue "Aragonensium rerum comentarii ab anno 704, ad annum 1588", que es donde encon­tramos el preciso comentario so­bre la naturaleza del Rat Penat como símbolo del Reino de Va­lencia y, también, de la capital del mismo.

Los siglos de esplendor pasa­ron. Las tradiciones autónomas sufrieron la erosión de otras cultu­ras agresivas y, consecuencia de ello, hasta la vexilologia del Reino resultó afectada por lamentables confusiones. Pese a ello, siempre hubo eruditos que recordaron la composición de las armas reales valencianas. Así, en un manuscrito que examiné este verano en el Ar­chivo General Militar -ubicado en el alcázar de Segovia- conte­nía esta descripción:

"Encima de la Corona que cu­bre cada uno de los escudos se halla un murciélago, de que se deduce que dicha bandera perte­neció a alguno de los cuerpos del Reino de Valencia que lo tiene en sus armas" (A.G.M.; Sección 2, Div. 3, leg. 32).

El manuscrito está datado a mitad del siglo XIX; es decir, tres­cientos años después que el cro­nista real testificara la presencia del Rat Penat en las banderas como símbolo del Reino. En con­secuencia, la información vexilológica del pergamino de Grazioso Benincasa es complementada por otras fuentes; a pesar de ello, los catalanistas insistirán en im­ponernos la bandera cuatribarrada. Algún día se darán cuenta que la citada enseña podía usarse en todos los territorios de la Co­rona de Aragón (como en la ac­tualidad sucede con la de Europa o España), pero los reinos de Ná­poles, Sicilia, Valencia y Mallorca tenían su particular bandera.

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