martes, 25 de mayo de 2010

LOS MOZÁRABES VALENCIANOS (V)


Roque Chabás
Madrid 12 de Diciembre de 1890.
5.
La fama de San Vicente ha sido siempre universal, sobre todo en la primitiva Iglesia. Su nombre se encuentra en todos los martirologios y calendarios. San Agustín le dedicó cuatro sermones, en el tercero de los cuales
19 se leen estas palabras:

«Quae hodie regio, quaeve provintia est, quousque vel Romanum Imperium, vel Christianum nomen extenditur, quae natalem non gaudet celebrare Vincentii?» Los calendarios mozárabes, que públicó Migne, consignan así su fiesta:

XI Kal. Febr. Vincentii martyris. IIII capp.
20
XI Kal. Febr. Vincentii levitae mar. Valentia21.
22 (Januarii) Vincentii martyris. Quatuor capparum
22.
La misa
23 y el oficio24 son propios en un todo, y en los himnos, que suman 364 versos, se describe minuciosamente el martirio de San Vicente. Estos calendarios son antiquísimos en la Iglesia mozárabe, y nos prueban la importancia de la fiesta de este santo, durante los siglos de la dominación mahometana, que no fué bastante á ahogar su celebridad.

Publicó Dozy un calendario arábigo-cordobés con su traducción antigua latina, que otros ya habían antes aprovechado. Al calendario acompañan largas notas, referentes a la agricultura y astronomía. En el mes de enero, al llegar al día 22, dice el texto latino:

XXII.- In eo est latinis festum Vicentii diaconi interfecti in civitate Valentia, et festum eius in Quinque.
El texto árabe está en esta forma:

Esto es: Día 22. Fiesta de Vicente el Diácono, muerto en la ciudad de Valencia.

El calendario de donde se han tomado estas notas es del año 961 y está dedicado á Alhaquem II, es decir, al hijo de Abderrahmán III, que sucedió á su padre, muerto aquel mismo año. En tiempo de este califa aún seguía organizada la jerarquía eclesiástica y la civil de los cristianos en sus estados, aunque ya muy reducida. Había metropolitano en Sevilla y obispo en Córdoba, un juez y un conde de los cristianos en esta capital y acaso en otras también. Estos personajes solían servir de intérpretes en las embajadas que los reyes cristianos enviaban á Alhaquem. A esta circunstancia debemos la noticia de su existencia.

Este calendario bilingüe del siglo X, nos prueba lo vivo que estaba el culto de San Vicente en aquel tiempo entre los mozárabes españoles. Parece insinuar que la gran fiesta era en Valencia, por más que sea frecuente en los calendarios y martirologios indicarse el lugar del martirio. Una equivocación creemos encontrar en él y es la expresión in quinque, pues en la liturgia mozárabe, tal como la conocemos ahora, no hay intermedio entre los ritos IIII y VI capparum, este último el más solemne de todos. La expresión del calendario cordobés debe ser una mala lectura. Si observamos que en la paleografía visigótica no se usa el IV y en su lugar se pone IIII, debemos creer que se leyó V (quinque) en vez de VI (sex), mayormente si no era perito en el latín el copista. Hemos, pues, de suponer, ó que la iglesia mozárabe de Córdoba celebraba esta fiesta con mayor rito que las demás de España, que la solemnizaban con el de IIII capparum, ó que el calendario se refiere exclusivamente á Valencia como lugar de la fiesta, que equivocadamente se llama in quinque y debía decirse sex capparum.

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