jueves, 6 de mayo de 2010

LOS MOZÁRABES VALENCIANOS (III)


Roque Chabás
Madrid 12 de Diciembre de 1890.

Pero justamente esto constituía á Valencia en lugar de refugio de los caballeros cristianos, que por cualquier causa se indisponían con sus señores. Uno de estos fué el célebre D. Blasco de Alagón, que permaneció en ella más de dos años. Las relaciones de estos caballeros hacían desear la conquista de una comarca, que por su fertilidad era la envidia de todos. D. Blasco decía al rey don Jaime
11: «es la meylor terra, e la pus bela del mon... E no ha vuy deius Deu tan delitos logar com es la ciutat de Valencia, e tot aquel regne»; lo cual confirmaba el Maestre del Hospital, añadiendo: «axi ho diem tots aquels qui han estat al Regne de Valencia, e fama publica es».

Otro linaje de pruebas podríamos aducir en confirmación de la existencia en Valencia de mozárabes: los mismos nombres de los moros. En el libro del Repartimiento encontramos muchos sobrenombres, que claramente revelan su origen. Los que los llevan no son cristianos, pero precisamente lo serían sus padres ó antecesores. Por no ser difusos, solo citaremos los de Xempeteri (San Pedro), Aben Vives, Sancte Marini, Aben Lop (Lopez), Aben Sancho, Abualgumez (Gómez), Aben Fortun, Ferriz, Aben Calbo, Aben Bono, Abentauro y otros muchos. En Alcira había una partida llamada Alcanicia (ahora Alquenencia) y también otra lo mismo en el valle de Pop, cerca de Murla. Este nombre significa la iglesia de los cristianos.

Para reforzar nuestra tesis, podríamos aludir aquí el gran número de cautivos cristianos que consta había en Valencia, lo que fué motivo para que viniese á ella San Juan de Mata y después San Pedro Nolasco cinco veces
12, redimiendo á centenares de cristianos. Pero hora es ya de que pasemos á particularizar más la situación de los mozárabes valencianos.

3.
Ningún dato positivo arguye que en Valencia hubiese, durante la dominación sarracena, más de un templo cristiano: todos los autores convienen en ser esto así. De este estudio solo resultará, así lo creemos, la existencia de un templo en Valencia, probada con documentos fehacientes. ¿Dónde tenían su iglesia los cristianos? Esta es la pregunta cuya contestación intentamos, esperando probar algo nuevo, que acaso eche por tierra suposiciones infundadas, por más que hayan sido universalmente recibidas. Pudiéramos tejer un catálogo inmenso de autores, para probar que el templo mozárabe se denominó del Santo Sepulcro y que estuvo donde ahora el de la parroquial de San Bartolomé. La iglesia, que dicen única de los mozárabes, traía, según aseguran, su origen de Constantino y no falta quien la hace anterior, no solo á los visigodos y á Constantino, sino edificada por los mismos varones apostólicos. Desde Beuter acá, es decir, desde el siglo XVI hasta el último cronista valenciano, el Sr. Llorente, cuya obra aún no está concluída, todos convienen en lo mismo. El Dr. Don Agustín Sales publicó en 1746 lo que llama él Memorias históricas del antiguo santuario del Santo Sepulcro de Valencia. Es resumen y compendio de todas las opiniones, unánimes siempre en esto, como hemos dicho. Las estudia y analiza, adornándolas con sobrecargada erudición: dice la última palabra en el asunto, y de tal modo falla su sentencia, que parece no hay apelación. Como escribe en forma de alegato y saca á colación todos los testimonios imaginables, es ya inútil buscar pruebas en otra parte. El las ha vaciado todas en sus moldes. Esto, precisamente, nos facilita el trabajo, pues bastará atacar á Sales y á sus Memorias, para que se entiendan impugnados Beuter, Escolano, Diago, Esclapés, Boix, Llorente, etc. y los cronistas de las religiones y tantos otros centenares de escritores que á estos copiaron. Entre todos los escritores que de esto tratan, solo hemos visto una duda, la del P. Teixidor; los demás afirman siempre categóricamente. Pero aquel padre dominico no lleva adelante su duda: tiene seguramente miedo al ejército que apoya á Sales. Hasta llega á tener en sus manos la prueba decisiva y no hace uso de ella. Tal es la fuerza de la opinión en tiempos en que no se conocía el sufragio universal.

Temeridad parecerá atacar a un enemigo tan numeroso y pertrechado; pero estamos seguros que la verdad se abrirá paso, y su luz, disipando las dudas, hará ver las equivocaciones lastimosas que hasta ahora se han contraído. Si no hubiera una tan gran prevención en contra de lo que vamos á exponer, nos bastaría consignar unos cuantos datos y con éstos teníamos lo suficiente. Pero hay que desvanecer muchas preocupaciones, y esto nos obligará á empeñarnos en probar que lo fantaseado por los cronistas es un castillo de naipes ó una bola de nieve; pronto al calor de la verdad se derretirá ésta y el castillo al primer empuje vendrá al suelo. Empecemos, pues, ab ovo, por una afirmación rotunda. La iglesia de los mozárabes en Valencia fué la de San Vicente de la Roqueta, extramuros; y de ninguna manera la de San Bartolomé.

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