Por: Ricardo de la Cierva
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29 de junio de 1236 una noticia de primera magnitud empieza a conmover a la
cristiandad entera: el rey de Castilla Fernando III conquista la capital del
califato musulmán en España, Córdoba. Jaime I se alegra por la victoria de su
primo y, ya que no le puede emular en santidad personal, decide emprender su
gran ofensiva sobre Valencia, cuya fama no era inferior en el mundo
mediterráneo. Convoca Cortes
aragonesas
en la ciudad de Monzón, en las que proclama la cruzada y cita a sus tropas y
mesnadas para la Pascua de 1237 en la ciudad de Teruel, punta avance de
Aragón sobre el Reino de Valencia. Como demuestra documentalmente el profesor
Ubieto, la expedición es típicamente aragonesa con fuertes contingentes de Navarra
v participación de caballeros de casi toda España En cambio,
la participación de Cataluña es mínima, casi inexistente. Ni los nobles ni los
caballeros catalanes sienten atracción por la empresa valenciana; mal podían
llevar a ella su lengua si ni siquiera aportan, salvo honrosas excepciones,
sus armas. El ejército real de Aragón se instala en el Puig, que recibirá su
nombre definitivo de Puig de Santa María; tras disponer la estrategia para el
asedio, el rey retorna y deja al mando de la hueste y de la posición a su tío,
el aguerrido Guillén de Entenza. En ausencia del rey las tropas de Zayan
emprenden un movimiento envolvente desesperado, rebasan la posición cristiana
del Puig y en agosto de 1237 chocan más al Norte, cerca de Peñíscola, donde a
precio de sensibles pérdidas -entre ellas, el propio Guillén- los cristianos
les derrotan completamente.
Para la campaña de 1238 regresa el rey don
Jaime al campamento del Puig y toma el mando de un ejército bien escaso, con el
que parecía imposible el asalto de una bien defendida ciudad, apoyada desde el
mar por una escuadra tunecina, que no se atreve, sin embargo, a desembarcar
ante la posible presencia de una flota cristiana. La fuerza principal es
aragonesa, con 130 caballeros, 150 almogávares -los más terribles guerreros de
la Baja Edad Media, procedentes de casi toda España- y 1000 soldados más:
poquísimos catalanes entre el corto pero decidido conjunto. Sólo el tremendo
desgaste de los musulmanes fuerza sin apenas combates previos, la rendición de
Valencia, que tiene lugar por capitulación formal el 28 de setiembre de 1238.
Se ha dicho que el rey entró en la ciudad el día 28 aunque no efectuó su
entrada solemne, con la ocupación del palacio real y la consagración de la
catedral hasta la fecha mantenida hasta hoy por una tradición popular y profunda, el
9 de octubre. Ese día, según la misma tradición, se tremola la venerable
senyera, la bandera del Reino de Valencia con su franja vertical azul sobre las
cuatro barras en campo de oro.
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