Por Ricardo García Moya
Las Provincias 14 de Mayo de 1995
En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva un opúsculo que
sorprende gratamente. Se trata de la conocida "Comedia de la Virgen de los Desamparados”, escrita por Marco Antonio Orti a mediados del siglo
XVII, e impresa en la Casa del Correo Viejo de Sevilla por Francisco
de Leefdael. Hacia 1651, la popularidad de la Patrona del
Reino se había extendido a otros territorios de España, especialmente después
de la victoria que los valencianos obtuvieron sobre los catalanes en la Toma de Tortosa en 1650, acción
contemplada por los tercios imperiales que no habían podido doblegar la
fortaleza. Todos sabían que la patrona de aquellas aguerridas huestes era la Mare de Deu dels Desamparats (y no
exageramos, el general de Felipe IV prefería la infantería valenciana a la
alemana).
En Sevilla, por tanto, se publicó la comedia de la Virgen de los Desamparados. EI barroquismo
del argumento, con internos del Hospital de Inocentes, está hilvanado por los
amores de la bella Porcia y su galán
Federico. EI texto abre un panorama
elocuente sobre la vida de nuestros antepasados, describiendo fiestas y
costumbres: "EI Hospital celebra los Santos Inocentes, su fiesta. Y es una
de las que Ilaman Porrates" (de porrat, vocablo valenciano; no catalán ni
castellano).
EI caos circulatorio, sin Ilegar al actual, era asfixiante:
"La gente es multitud; tan Ilena está la calle de coches que apenas dejan
lugar a los de a pie para llegar
al Hospital" (p. 6) Los vehículos -alguno tirado por seis
caballos, como el del virrey Montalto-
eran más barrocos que el utilizado por la infanta
en su boda sevillana. EI trepidante guión describe cómo "los locos se
regocijan en la fiesta. Se les apresta un espléndido banquete. Liberal se
muestra por medio de sus Cofrades aquella Reyna (Virgen de los Desamparados) cuya Imagen habéis visto tan
hermosa". EI comediógrafo Ortí desarrolló una actividad intelectual
variopinta. Incluso se le atribuyen ciertos
sonetos del manuscrito Ms. 3188 de
la Biblioteca Nacional, de un prerromanticismo fúnebre casi cómico; "A un árbol nacido en un osario, asunto no
supuesto", "A un galán que
echó en un relox de arena las cenizas de su dama difunta", "A una abeja que libó dentro de una calavera".
Títulos que firmaría cualquier contemporáneo de Bécquer.
Ortí defendía "les
excelencies de la Llengua Valenciana" (Ortí. M.: Segundo Centenario.
Valencia 1656, p.198), informando al
forastero con curiosidades como que al campanario de la Seu "le llaman Micalet, que en Llengua
Valenciana es diminutivo de Miquel" (p. 206). Sus escritos serían
condenados hoy por los seguidores de las
Normas del 32 y los catalaneros del Bloc
de Progrés. Vean la muestra: "Tres
canonizacions, per falta de una, trobe yo en los Evangelis del dia de hui"
(p.122).
Volviendo a la comedia, Ortí situaba una jaula, y en ella el loco
primero que dice: "Tengan lástima
de mí; me busquen un (sic) consonante que se me cayó fuera", EI
desvarío del poeta era tema socorrido en los certámenes del barroco valenciano,
aunque el tratamiento irónico de Ortí se aproximaba al teatro del absurdo,
jugando con la homofonía en el enredo: Loco primero: "Señores, les leeré una Comedia". Loco segundo: "Mejor Comedia es comer". EI orate
denunciaba la sinrazón del goce espiritual con el estómago vacío.
Los poetas valencianos -aprovechando el "vexamen" que
seguía a las academias literarias se desollaban sin piedad. En boca del propio
arzobispo de Valencia, socarrón e inteligente, oímos que reniega a ser "pastor de poetas, pastor de tan ruin ganado"
(Torre, F.: Academia en el Palacio Real. Valencia,1669, p.124). Que Ortí
asociara poesía y locura concuerda con la metáfora de una riada
de vates en el Turia: "Todos
los poetas venían río abajo. Venía sobre la corriente una broza y confusión de
demonios, ranas, caracoles (...) los poetas son ranas que cantan, ratones que
roen, troncos que no sienten, carias con vanidad, caracoles sin valor, anguilas
sin sustancia" (Torre. Academia, p.126). En esta guerra literaria de
metáforas y epítetos, las heridas sólo derramaban tinta.
La Comedia de la Virgen
-homenaje a la Patrona del Reino- reflejaba el carácter de Marco Antonio Ortí,
defensor de la lengua Valenciana y secretario
de la Generalidad. En nuestros días,
fácilmente tendría tema para otra comedia disparatada sin recurrir al
benemérito hospital. Le bastaría reflejar la actuación de los manchegos que
-desde la Generalidad-, catalanizan al Reino de Valencia; la del PSOE del Ayuntamiento de Gandía -en colaboración
con Edicions 62 de Barcelona-
que premia a un señor de Bellreguart que usa el barcelonés y escribe:
"Aquesta tarda, dons, avui punxeguts, sota amb ell". Hasta el título
de la novela, "Plaça Rodona",
es ridículo al modificar el valenciano "Redona". Pero todos sabemos que los seguidores de Felipe González en Valencia derrochan
el presupuesto con premios -como el Joanot
Martorell de Gandíapara promocionar la catalanización.
Prefiero la Comedia de la
Mare dels Desamparats que, además, finaliza con un milagro de la Virgen. La
bella Porcia se casa con Federico y los músicos entonan con
chirimías una salve que es cantada por los asistentes. Los valencianos del XVII
no renegaban de su tierra y cultura, no gritaban como los del Bloc de Progrés a
favor de Cataluña y en catalán. Ortografía y léxico eran en lengua valenciana:
"atronen eixos aires lo clarí, la
trompeta, dolçaina, chirimía, tabal iVixca, vixca Valencia!" (Ortí.
M.A.: Centenario, p.116).
Si Ortí contemplara la tragicómica manifestación del Bloc de Progrés en Valencia, con
banderas catalanas y gritos contra la singularidad del Reino, una vez repuesto
del monumental pasmo no dudaría en avisar urgentemente al "Padre de los locos" (personaje que
figura en la "Comedia dels Desamparats”) para auxiliar a tan patética
chusma. Las obras de caridad se hacen con cualquiera, hasta con los escarotados
sardaneros del Bloc.
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