martes, 3 de diciembre de 2013

CARTA A LOS OBISPOS


Por Antonio Ubieto Arteta

Ilustrísimos y reverendísimos prelados:

Hace algún tiempo publicaron una declaración conjunta, que en esencia han reiterado con motivo del falso «milenario de Cataluña», siguiendo en ambos casos las palabras de San Pablo relativas a aquello de «oportuna e inoportuna mente». En esencia solicitan para la noble tierra catalana y sus gentes el respeto a su cultura y la posibilidad de que elijan en una consulta popular su deseo de seguir o no incorporados al resto de España. Postura que los españoles no catalanes creo que consideraríamos correcta si tuviesen sus reverencias alguna fuerza moral para firmar tal carta, dando ejemplo y llevando la práctica lo que piden para Cataluña, pero niegan para las Otras comunidades, como la de Valencia y los de Aragón, quedando aparte el problema del valle de Arán.
Vamos por partes. En Aragón sigue vigente el derecho privado aragonés, que está en uso diario. Y es muy diferente al común o al que también se conserva en Cataluña. Pero dentro de este derecho aragonés una de las figuras que más interviene es el «párroco» del lugar. Sus posibles actuaciones dentro del campo jurídico no sólo se refieren sí más conocido "testamento ante párroco", único y exclusivo de Aragón, sino a Otros muchos casos más, que no enumeraré para no convertir esta misiva en un libro. Un feligrés que no pueda dictar testamento ante notario puede hacerlo ante su párroco y dos testigos: luego lo adverará, Y el registro del notariado lo dará como válido. Y así "ad nausesm".
Pero la preparación de algunos futuros párrocos de ciertas partes de Aragón no ofrece conocimientos de este derecho aragonés, ni tiene en muchos casos por qué tenerlo. Sus ilustrísimas considerarían una intromisión si alguien solicitase que se impartiesen cursos de «Derecho aragonés» en alguno de sus seminarios.
Pero la realidad de cada día señala las dificultades que tienen sus párrocos en las tierras aragonesas que dependen espiritualmente de la sede de Lérida, Sus mayoritariamente ignorantes jurídicamente párrocos avasallan a sus feligreses y les imponen unas formas de vida extrañas al contexto histórico y jurídico en el que se han desenvuelto desde antes que apareciese en los documentos el nombre de Cataluña.
Mas si tenemos en cuenta las estadísticas que sus ilustrísimas han publicado resulta que en esas tierras asiste regularmente a misa una cifra no superior al veinte por ciento, con una frecuencia de sacramentos evidentemente inferior.
Pero los habitantes de los pueblos donde el ochenta por ciento no asiste regularmente a misa y no practica ningún sacramento tienen que recurrir a su párroco con frecuencia para solucionar problemas de convivencia, ya que el Derecho aragonés vigente -y el de todos los tiempos- no tiene en cuenta para nada la ineptitud en materia jurídica del párroco o la práctica de la religión del posible feligrés. Con lo cual los obispos catalanes están atentando cada dia la personalidad de los aragoneses que viven bajo la obediencia del obispo de Lérida.
Y sé que alguno de sus componentes episcopales habla de una unidad linqúistica entre esas tierras y las situadas hacia el Este geográfico.
Dejando aparte esta falsa concepción, que le permitió a Hitler anexionarse Austria hace cincuenta años, y que responde a una teoría "nazíonalísta" excomulgada por la Santa Sede, debo recordarles que efectivamente las tierras sometidas a la jurisdicción del reverendísimo obispo de Lérida tienen unas peculiaridades lingúísticas semejantes a las de la sede episcopal. Pero su argumento no es válido por el sencillo motivo que también la mayoría de la población sojuzgada por dicho prelado habla -y siempre ha hablado- el también noble idioma castellano. Y ahí están Monzón, la capital industrial, Binéfar, Santalecina, Pomar de Cinca, Villanueva de Sigena y otras muchas más poblaciones, con una totalidad pobíscional que quizás superes la que por cultura es bilingús.
El respeto que exigen para la cultura catalana deben sus ilustrísimas también practicarlo para quienes no son catalanes y han reclamado reiteradamente su incorporación a la jurisdicción episcopal aragonesa.
El derecho de autodeterminación que reclaman también nos pareces los españoles no catalanes correcto. Pero tendrían que dar ejemplo. En las tierras sometidas al prelado de Lérida en Aragón se quiso organizar, hace muy pocos años, por parte de algunos de sus párrocos, una consulta popular sobre si deseaban seguír dependiendo del citado obispo o si preferían pasar a una jurisdicción no catalana. Es sabido comúnmente que el ilustrísimo prelado de Lérida prohibió cualquier consulta pública de ese tipo, incluso -al parecer- bajo penas canónicas.
Y esto que planteo para algunas tierras aragonesas tiene un equivalente en el norte de Castellón de la Plana, en la Comunidad Valenciana. ¿Por qué no respetar la personalidad de esos valencianos sometidos a la autoridad del prelado de Tortosa? Y no quiero entrar en la problemática del valle de Arán, que quizás trate en otra ocasión.

De momento sólo estas consideraciones epistolares para resaltar la escasa fuerza moral que muchos españoles no catalanes les atribuimos al repetir y exigir una vez más los que sus ilustrísimas niegan a lo demas.

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