Autor: Raul Vallés
Señor Quintana, la entrevista
efectuada a usted por R.P.B. y publicada en el periódico LA COMARCA del pasado
viernes 29 de julio, es sumamente reveladora de cuál es su filosofía lingüística
–y no lingüística-- en relación con la parte Oriental de Aragón, así como de
cuál es su función –la de usted—desde hace años.
Pero, antes de proceder a
contestar, punto por punto, a las “peculiares” manifestaciones e ideas
expuestas por usted en dicha entrevista, permítame decirle que los ejemplos
comparativos que usted utiliza a lo largo de la misma son, además de radicales,
improcedentes y extemporáneos: Para contrarrestar la manifestación hecha
recientemente por FACAO (la Federación de Asociaciones Culturales de Aragón
Oriental) de que “el catalán no es una lengua propia de Aragón”, en lugar de
exponer razonamientos técnicos, científicos o históricos que rebatan la misma,
usted dice que esa manifestación “es como decir que el holocausto de los judíos
no ha existido”, o decir que “ahora mismo hablamos en turco”... En relación con
la posibilidad de defender las diferencias existentes en el habla de los
pueblos de la aparte oriental de Aragón y, al mismo tiempo, contentar a todos,
usted dice que “un maestro de Argentina no enseña con acento de Alcañiz”...
Estos tres ejemplos expuestos por usted, aplicando un juicio benévolo, no
pueden calificarse sino como perogrulladas. No tienen otro calificativo.
Pero en la referida entrevista
hay un aspecto que no puede pasarse por alto: En dos ocasiones, utiliza usted
la palabra odio. Pero, ¿de dónde saca usted esta impresión? ¿Conoce usted,
señor Quintana, el significado de este término? ¿Realmente ha percibido usted
que exista –o haya existido—odio entre los pueblos aragoneses y catalanes? ¿O
que “algunos partidos hayan provocado el odio entre las distintas naciones
españolas”...? Por cierto, ¿entre qué naciones? Que yo sepa –y supongo que este
conocimiento es compartido por “casi” la totalidad de los españoles, posiblemente
excepto usted y otros de la misma línea de pensamiento—en nuestro país no
existe actualmente más Nación que España. ¿Puede usted rebatir este aserto con
argumentos, no con ejemplos perogrullescos como los referidos anteriormente?
Hablemos en serio y con argumentos: Lo que una gran parte de quienes residimos en municipios de la parte oriental de Aragón que, además de castellano, hablamos otra lengua –que no idioma—por ejemplo, en La Cañada de Verich (mi querido pueblo natal), Aguaviva, La Ginebrosa, La Cerollera, Torrevelilla, Monroyo, La Portellada, Fórnoles, La Fresneda, un largo etcétera (y también, Señor Quintana, en la población en que usted tiene su segunda residencia desde hace muchos años), esta lengua no es catalán, sino aragonés antiguo que ha evolucionado de una forma inconexa, errática, arbitraria y con algunas variaciones sintácticas y terminológicas, como consecuencia de que cualquier lengua –aunque no sea idioma—tiene una viveza que la hace evolucionar. El “no catalán” que se habla en estos pueblos, no ha evolucionado porque “haya estado dejado de la mano de Dios” (como usted dice en la entrevista; supongo que Dios tiene problemas más importantes y apremiantes que atender...), sino porque son lenguas “incultas” (así las califican ustedes, con cierta dosis de razón, porque no tienen Gramática, Prosodia, Ortografía ni Sintaxis), pero ustedes utilizan esta catalogación como un argumento para convencer a las gentes sencillas y de alma noble de que, en lugar de tener una lengua “inculta”, ustedes les van a hacer el regalo de una lengua, o idioma, realmente cultos: el catalán. Pero, al igual que sucedía con los tahúres del Mississipi que “desplumaban” a los incautos de los buques a vapor y con rueda de paletas que surcaban ese río, aquí también hay trampa: Una trampa que, como todas las trampas, es inmoral, nada ética y, además, rotundamente inconstitucional: Cercenar, fagocitar y hacer desaparecer (transformándola en otro idioma: el catalán) las entrañables lenguas vernáculas que, durante siglos, hemos aprendido de nuestros abuelos, padres y vecinos, y de hablar las cuales –aunque sean lenguas “incultas”—nos sentimos lógicamente orgullosos.
Dice usted, señor Quintana, que en el tema lingüístico de Aragón existe un “conflicto ideológico”... Permítame que le corrija: Lo que sí existe, y desde hace algún tiempo, es un conflicto político y económico. La base sobre la que se sustentan estos conflictos es meridianamente clara: Lo que ustedes pretenden (y en el “ustedes” están incluidos los Sres. Maragall, Pérez-Carod-Rovira y Cía., además de los cuantiosos fondos dedicados por la Generalitat para lograr estos fines) es transformar a todos los pueblos de Aragón Oriental en catalanohablantes reales (ahora, una inmensa mayoría no lo son), además de a los valencianos, alicantinos, mallorquines, ibicencos, menorquinos, etc..., para lograr esa cifra falaz, inmoral, espuria y colonialista de los doce millones de habitantes que hablen catalán. Una vez conseguido esto –espero que nunca—el camino quedará expedito para que Cataluña consiga una Euroregión en la Unión Europea y, como la ambición de “ustedes” no tiene límites, ¿por qué no cercenar, seccionar, usurpar, colonizar y fagocitar la parte oriental de Aragón y anexionarla a la Gran Cataluña..? Para lograr esto, señor Quintana, es para lo que usted preside la Iniciativa Cultural de la Franja –que agrupa a la Asociación Cultural del Matarraña, el Instituto de Estudios del Bajo Cinca, el Consell local de la Franja y el Centre de Estudis Ribagorçans. Naturalmente, subvencionado, desde hace muchos años, por la generosa ubre de la Generalitat de Catalunya...
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