Por
Ricardo García Moya
Las
Provincias 27 de Noviembre de 1995
Umberto Eco se olvidó de la
valenciana en su libro "La búsqueda
de la lengua perfecta", y era de esperar. Las editoriales embarcadas
en "La construcción de Europa" -significativo título de la colección-
eran de Munich, Oxford, Roma, París...
y Barcelona. Los
lapsus cálami -como decir que "Ramón Llull era un catalán nacido en
Mallorca" (p.55)- cometidos por el semiólogo son inquietantes,
por lo que convendría aportar datos relacionados con la lengua valenciana
y los temas que apasionan al erudito escritor.
Piensen que Umberto Eco tiene
que participar en los actos del "Fin
de Milenio en el Reino de Valencia" (¿se llama así?) y no estaría de
más que se informara sobre nuestra personalidad para que (pensando que nos hace
una gracia) no nos suelte el "ja
soc aquí", provocando
cataplexia colectiva.
Todos sabemos -y Eco mejor que nadie-, que las
hipótesis nacionalistas sobre idiomas florecieron en el barroco. Exaltados por
el poder y envanecidos por el territorio conquistado, hubo lingüistas que caían
en lo que Hegel bautizó como
"astucias de la razón"; autoengaños para admitir marrullerías
idiomáticas que ensalzaran la lengua propia.
La obsesión era demostrar que tal nación -la del filólogo que redactaba
la tesis, por supuesto- usaba la lengua madre de todas, la de Adán.
En Inglaterra, Rowlan
Jones tildaba de dialectos a todos los idiomas, menos al suyo: "La
lengua inglesa es la madre de todos los dialectos y del griego." Hasta el
cerebral Leibniz -que daba "más
antigüedad al germánico que al arameo bíblico"- se ofuscaba por el
chauvinismo. Una lengua menor, la de Amberes, era de inspiración divina según Goropius Becanus.
A Umberto Eco
le hubiera encantado conocer que en el Reino de Valencia no llegamos a tales
excesos, aunque la euforia barroca afectó a don Vicente Marés, retor de Chelva.
No se atrevió a decir que la lengua valenciana era la del Paraíso, pero
anotaba: "Es muy verosímil que Adán
y Eva estuviesen en los montes de Chelva" (Marés, V.: "La
fénix". Valencia 1691, p.18) .
Su hipótesis era: "La lengua valenciana es una
de las que resultaron de las que quedaron de la confusión de Babilonia;
contiene muchas palabras de
la hebrea, otras de la griega,
otras de la latina; y otras de las
mixtas, pues se hallarán vocablos de la lengua celtíbera, catalana, arábica."
Razonamiento sensato, pues admite la procedencia griega y latina (incluye la
hebrea por respeto a la Biblia) de
nuestro idioma; destacando su relación
con lenguas menores, como la
catalana. Coincidía con Cervantes al
apreciar que "la lengua valenciana es breve, elegante y dulce"
(p.100).
Hasta el más
enamorado de nuestra lengua en el
siglo XVIII, "el artiacá de Mólvedre y Catedratich de Arts y Teología, doctor Iván
Batiste Ballester", no traspasó los límites de la exaltación
razonable. Aunque Umberto Eco no lo
sepa (en sus visitas a Barcelona no creo que le informe el Omniun Cultural) este personaje -doctor a los 16 años, catedrático
a los 19- publicaba en 1667 el libro "Bateig
del Fill y Fillol de Valencia", enarbolando bandera de guerra contra
las otras lenguas europeas: "Que
sia la llengua Valenciana millor que totes les de Europa, en aprés de la lengua
Santa, que es la hebrea". Por cierto, en valenciano permanecía el
clásico aprés (después), y en catalán ya usaban la corrupción després;
contagiada luego al Reino.
Tras viajar al país de Umberto Eco, y conocer otras
lenguas en Roma, Iván Batiste reitera que "la valenciana es molt suau, mes
dolça"; anotando algunas reglas gramaticales, p.e.: "Se escriu en valenciá sols un L al
principi, y es pronuncia com dos; tambè es deixem, y menchen les vocals al
principi, al modo de la italiana". Eran las normas valencianas de
1667; distintas a las actuales como es lógico, pero independientes de las
catalanas.
EI "artiacá" recuerda a los paisanos de
Eco que "la llengua Valenciana es la mare de moltes poesíes, de qui ho
apréngueren los de Italia". No
menos deleitosa es la alabanza al autor que, cuando predica, "van al vol, millor que les del Micalet, les campanes de la Retórica;
tocades no al batall (badall) de argent, si sols ab la lengua valenciana".
Los predicadores riutorts, mallorquines e inmersionistas, no habían surgido
todavía.
Ballester refleja la autonomía del valenciano
respecto al casteIlano y el catalán. En su prosa encontramos terminaciones
verbales actuales, como "atrevixen", no el "atreveixen"
catalán recomendado en el Winverbs
editado pór la Generalidad Valenciana para Windows.
En las normas del 67,- BaIlester utiliza la ch, las terminaciones en ea y
la y griega, escribiendo jagant, Ilechea, ademés, chicotet, bellea, destrea...,
rechazando los castellanismos catalanes como bellesa, tan queridos por Canal 9.
¿Y saben qué hallará Umberto Eco en la biblioteca de su Universidad de Bolonia cuando busque información sobre el artiacá
de Molvedre? Encontrará la GEC, Gran Enciclopedia Catalana;
regalada por el Régimen a las universidades europeas. Respecto a Batiste Ballester y la obra comentada,
en el colmo de la manipulación, la GEC afirma
que "hace la apología de la lengua
catalana"; hasta transforman el apellido Batiste en el catalán
Baptista. Umberto Eco no podrá enterarse de que el texto original -el de
1667- defiende la lengua valenciana, y que Batiste procuraba que "tot lo Sermó tinga paraules tan Valencianes,
que ni mudantles la terminaciò, no les pugues castellanechar".
Alguien tendría que aclarar el enredo, para que Eco no sea ídem de las trastadas de la
Universidad del Eje. En caso contrario nos exponemos a que el semiólogo áureo
-con el mesianismo que despierta-,
nos amargue el Fin de Milenio en
el Reino de Valencia. Por cierto, ¿qué tendrá este italiano para hacer tan
atractivas sus obras? No se pierdan la última; "Interpretación y sobreinterpretación"
(Cambridge, 1995).
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