Autor:
Jorge Borrás Frago
Los aragoneses, también van
conociendo a los nacionalistas catalanes, dice el articulo. Pues sí, poco a
poco, van viendo que como siempre, el nacionalismo catalán va quemando etapas
en su proyecto, los "Países Catalanes", "Catalunya la
gran", que decían antes. Lo de
la zona oriental de Aragón, es viejo y muy similar a lo que pasa con Valencia,
el catalanismo quiere integrar medio Aragón en Cataluña, alegando que la lengua
que se habla allí, se parece al catalán. Luego, si se parece es. Poco importa
la historia, el origen común de todas las lenguas romances,... si pudieran,
afirmarían que el latín, es un catalán arcaico y por ello, todas las lenguas
romances vienen del catalán, además todos sabemos que Rómulo y Remo eran de
Santa Coloma, estos chicos no cambiarán nunca. http://eltirant.blogcindario.com
Los aragoneses, también van conociendo a los nacionalistas catalanes
LA LECCIÓN
¡Qué gran lección nos está dando el nacionalismo catalán! ¡Qué impagable demostración de cuales son sus principios y su pensamiento! ¡Qué enseñanza tan clara e inequívoca de cual es su estilo y su método!
Ahora ya sabemos lo que nos espera si por casualidad nos atrevemos a llevarles la contraria. Si cometemos la terrible osadía de rebelarnos y decirles que no, que los aragoneses no hablamos catalán, que aragonesa es nuestra palabra. Ahora ya sabemos cual será su respuesta y su modo de actuar: la coacción y la amenaza, el insulto y el desprecio, el escándalo y el linchamiento público.
Debemos tenerlo claro. Los aragoneses orientales, como los valencianos, no tenemos derecho a defender nuestra identidad a través de una lengua propia. Ni se nos ocurra intentarlo. No tenemos derecho a defender nuestra historia, a leer en aragonés nuestros fueros de hace 900 años, a decidir lo que a nuestra tierra pertenece. No. El monopolio de la palabra y la verdad sólo a los catalanes pertenece. Lo nuestro es una despreciable mentira. Lo aragonés es un insulto a su inteligencia y a su ciencia única.
De esta lección magistral nos queda la moraleja, la consecuencia y la actitud, el modo y manera con la que se debe tratar al disidente, al objetor de conciencia, al que piensa por sí mismo y no sigue el camino marcado. Que se enteren de una vez los despistados, todos esos aragoneses que hacen oídos sordos a nuestra denuncia, se puede decir más alto pero no más claro, lo suyo no es un juicio científico, lo que están haciendo es una exigencia y un chantaje basado en la fuerza del poder político.
Que sepan que esa “bondadosa actitud”, que la enseñanza y la educación de esos principios y esos valores es la que debemos esperar los aragoneses si cometemos el error de reconocer oficialmente el catalán en Aragón: el fundamentalismo lingüístico, el pensamiento único, el desprecio y la marginación de lo aragonés. Sólo hay una palabra: la suya. Magnífica demostración de lo que son: una lengua, una nación, un destino en Europa, una identidad, un pueblo, un orgullo.
No les basta con decidir y mandar en su tierra. Basándose en aparentes razones lingüísticas y en el poder de sus votos privados y partidistas quieren también decidir y mandar fuera de los límites de sus competencias, mangonear, extralimitarse, ir más allá, saltarse leyes y fronteras ajenas y tachar lo que no les gusta. Un solo idioma, una sola nación. Ellos tienen “derechos históricos”, los demás no. Los demás somos comarcas, franjas, marionetas de su reino sometido y manejado por la palabra única.
Para ellos defender la “unidad” de su lengua es cuestión de ser o no ser, y es cuestión tan importante y trascendental porque tienen miedo, porque la “aparente similitud” de su lengua con otras es el único argumento que tienen para justificarse a sí mismos y negar a los demás, es la coartada perfecta para seguir manipulando la realidad y reconstruir a su medida imperios artificiales y falsas coronas.
Están aterrados porque si sus vasallos lingüísticos descubren su mentira y se rebelan quedará en evidencia su aparatoso montaje. Toda la mercadotecnia, las publicaciones, la propaganda y las promesas dadas serán papel mojado; todo el dinero, las generosas subvenciones, las instituciones creadas, las voluntades afines y la palabra asalariada serán inútiles; todos sus peones situados estratégicamente fuera de Cataluña serán derrocados; todo ese ingente esfuerzo y descomunal maquinaria no habrán servido para nada. Todo su repetitivo discurso basado en vender y fabricar esa idea perderá su sentido automáticamente y los muros que sostienen su teatro de cartón piedra se derrumbarán estrepitosamente provocando su cierre definitivo por derribo, y eso, sencillamente, no lo pueden permitir de ninguna de las maneras.
Por eso para ellos es muy simple: se está con ellos o contra ellos. No hay alternativa, no hay duda, sólo hay hombres y libros que mienten. Sólo hay enemigos y opositores, sólo el catalán existe, sólo el catalán puede ser reconocido. Sólo hay una emisora, una misma canción, un sólo locutor y un sólo mensaje. Y ese es el modelo, el buen ejemplo que se quiere imponer en Aragón: hablar de Aragón con su palabra y no con la nuestra.
Esa es la actitud tolerante, la rabieta que hace levantarse de las sillas y abandonar las reuniones dejando a los demás con un palmo de narices y la palabra en la boca si no se dice lo que ellos quieren. Ese es el talante y el modo. Lo que los demás tengan que decir no vale nada, sólo la burla y el más absoluto desprecio. Porque los demás somos sus criados, pueblerinos que gracias a ellos sabemos hablar y escribir correctamente, desagradecidos que quieren abandonar su negocio y hacerles la competencia desleal montándoselo por su cuenta. Delincuentes que hay que llevar ante la justicia por calumnias e injurias.
Y esos son para algunos los socios ideales para hacer política, esos son los socios en igualdad y respeto con los que algunos quieren hacer negocios y crear eurorregiones de mercado y ocasión. Con esas reglas y ese ejemplo quieren entrar en el juego, con imposiciones y prepotencias, y no con las normas de la generosidad, la igualdad y el respeto por los demás, de la tolerancia por la opinión del otro y su derecho a expresarse y decidir libremente sobre su palabra y su identidad, a tener plena independencia para mandar en su casa sin padecer insultos ni coacciones.
¡Qué gran lección nos está dando el nacionalismo catalán! ¡Qué impagable demostración de cuales son sus principios y su pensamiento! ¡Qué enseñanza tan clara e inequívoca de cual es su estilo y su método!
Ahora ya sabemos lo que nos espera si por casualidad nos atrevemos a llevarles la contraria. Si cometemos la terrible osadía de rebelarnos y decirles que no, que los aragoneses no hablamos catalán, que aragonesa es nuestra palabra. Ahora ya sabemos cual será su respuesta y su modo de actuar: la coacción y la amenaza, el insulto y el desprecio, el escándalo y el linchamiento público.
Debemos tenerlo claro. Los aragoneses orientales, como los valencianos, no tenemos derecho a defender nuestra identidad a través de una lengua propia. Ni se nos ocurra intentarlo. No tenemos derecho a defender nuestra historia, a leer en aragonés nuestros fueros de hace 900 años, a decidir lo que a nuestra tierra pertenece. No. El monopolio de la palabra y la verdad sólo a los catalanes pertenece. Lo nuestro es una despreciable mentira. Lo aragonés es un insulto a su inteligencia y a su ciencia única.
De esta lección magistral nos queda la moraleja, la consecuencia y la actitud, el modo y manera con la que se debe tratar al disidente, al objetor de conciencia, al que piensa por sí mismo y no sigue el camino marcado. Que se enteren de una vez los despistados, todos esos aragoneses que hacen oídos sordos a nuestra denuncia, se puede decir más alto pero no más claro, lo suyo no es un juicio científico, lo que están haciendo es una exigencia y un chantaje basado en la fuerza del poder político.
Que sepan que esa “bondadosa actitud”, que la enseñanza y la educación de esos principios y esos valores es la que debemos esperar los aragoneses si cometemos el error de reconocer oficialmente el catalán en Aragón: el fundamentalismo lingüístico, el pensamiento único, el desprecio y la marginación de lo aragonés. Sólo hay una palabra: la suya. Magnífica demostración de lo que son: una lengua, una nación, un destino en Europa, una identidad, un pueblo, un orgullo.
No les basta con decidir y mandar en su tierra. Basándose en aparentes razones lingüísticas y en el poder de sus votos privados y partidistas quieren también decidir y mandar fuera de los límites de sus competencias, mangonear, extralimitarse, ir más allá, saltarse leyes y fronteras ajenas y tachar lo que no les gusta. Un solo idioma, una sola nación. Ellos tienen “derechos históricos”, los demás no. Los demás somos comarcas, franjas, marionetas de su reino sometido y manejado por la palabra única.
Para ellos defender la “unidad” de su lengua es cuestión de ser o no ser, y es cuestión tan importante y trascendental porque tienen miedo, porque la “aparente similitud” de su lengua con otras es el único argumento que tienen para justificarse a sí mismos y negar a los demás, es la coartada perfecta para seguir manipulando la realidad y reconstruir a su medida imperios artificiales y falsas coronas.
Están aterrados porque si sus vasallos lingüísticos descubren su mentira y se rebelan quedará en evidencia su aparatoso montaje. Toda la mercadotecnia, las publicaciones, la propaganda y las promesas dadas serán papel mojado; todo el dinero, las generosas subvenciones, las instituciones creadas, las voluntades afines y la palabra asalariada serán inútiles; todos sus peones situados estratégicamente fuera de Cataluña serán derrocados; todo ese ingente esfuerzo y descomunal maquinaria no habrán servido para nada. Todo su repetitivo discurso basado en vender y fabricar esa idea perderá su sentido automáticamente y los muros que sostienen su teatro de cartón piedra se derrumbarán estrepitosamente provocando su cierre definitivo por derribo, y eso, sencillamente, no lo pueden permitir de ninguna de las maneras.
Por eso para ellos es muy simple: se está con ellos o contra ellos. No hay alternativa, no hay duda, sólo hay hombres y libros que mienten. Sólo hay enemigos y opositores, sólo el catalán existe, sólo el catalán puede ser reconocido. Sólo hay una emisora, una misma canción, un sólo locutor y un sólo mensaje. Y ese es el modelo, el buen ejemplo que se quiere imponer en Aragón: hablar de Aragón con su palabra y no con la nuestra.
Esa es la actitud tolerante, la rabieta que hace levantarse de las sillas y abandonar las reuniones dejando a los demás con un palmo de narices y la palabra en la boca si no se dice lo que ellos quieren. Ese es el talante y el modo. Lo que los demás tengan que decir no vale nada, sólo la burla y el más absoluto desprecio. Porque los demás somos sus criados, pueblerinos que gracias a ellos sabemos hablar y escribir correctamente, desagradecidos que quieren abandonar su negocio y hacerles la competencia desleal montándoselo por su cuenta. Delincuentes que hay que llevar ante la justicia por calumnias e injurias.
Y esos son para algunos los socios ideales para hacer política, esos son los socios en igualdad y respeto con los que algunos quieren hacer negocios y crear eurorregiones de mercado y ocasión. Con esas reglas y ese ejemplo quieren entrar en el juego, con imposiciones y prepotencias, y no con las normas de la generosidad, la igualdad y el respeto por los demás, de la tolerancia por la opinión del otro y su derecho a expresarse y decidir libremente sobre su palabra y su identidad, a tener plena independencia para mandar en su casa sin padecer insultos ni coacciones.
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