Obtenido de: El rincón del vago
CAPÍTULO V
LAS ACTIVIDADES
ECONÓMICAS Y LA OCUPACIÓN PROFESIONAL
Los judíos ni despreciaban el trabajo
rural y no solo estaban en el ámbito urbano, también vivían en el rural
alejados de las rutas comerciales.
Las corrientes “filo judías” persisten
en su creencia de los judíos como motor de la economía ibérica.
1.
La
agricultura
Hay judíos labradores y judíos
arrendadores de tierras.
Los judíos fueron grandes poseedores de
propiedades con Jaime I y parte de Pedro el Grande.
2.
La
ganadería
Es secundaria en las aljamas. Los
municipios dictaban las cabezas de ganado de cada aljama, el terreno destinado
para el pastoreo y el horario para ello, dictando también las multas por no
cumplir lo reglado.
3.
El
sector artesanal
Los judíos se dedicaban poco a la
transformación de alimentos y bastante a la de productos de consumo, como los
de bienes artesanales,...
Los judíos tenían cinco tipos de
contrato de trabajo: de aprendizaje, etc...
La orfebrería judía alcanzó enorme fama,
destacan sus platerías. La realeza requería muchas veces de su servicio.
Las expulsiones de los judíos de las
villas valencianas en 1492 no supuso una perdida importante económica pues ya
para estas fechas los conversos ya se habían hecho con sus actividades.
4.
El
sector terciario
El
ejercicio de la medicina
Aunque los judíos eran marginados de las
universidades se formaron mediante las leyes judías, con influencias
greco-latinas y con la lectura de tratados sobre medicina en árabe...
También hubo mujeres médico.
Los
judíos como arrendadores y financieros
Los judíos de clase alta – y en menor
medida también la media-.
En Castilla tuvo mas importancia este
colectivo que en Valencia.
Las
actividades comerciales
Es junto al préstamo la actividad mas
característica de los judíos, va desde la tienda del pueblo o zoco hasta el
trafico internacional.
Predominan los negocios terrestres que
los marítimos.
Se conservan tres grandes rutas
comerciales: la de Castilla, la de Portugal y la del Norte de África.
La ruta con Castilla era la más importante.
La ruta con Castilla era la más importante.
Los judíos portugueses traían a Valencia
pescados y mariscos por vía marítima.
El comercio o la pesca cerca de las
costas entrañaba todo tipo de peligros, entre ellos el de la piratería y
secuestro por parte de los berberiscos que luego se pagaban con ayuda de los
vecinos de los cautivos por normativa real.
El comercio de los judíos valencianos
con los judíos del Norte de África era de la proporción de 2/3 y 1/3
respectivamente.
Los judíos norteafricanos traían productos
exóticos y artesanías manufacturadas.
Jaime I en 1247 permitió el comercio con
las demás aljamas valencianas y libre movimiento por el reino, y luego Pedro
III en 1280 permitió la compra, venta y negocio de alimentos telas y otras
mercancías con los cristianos y moros.
El comercio se hacia en las juderías y
fuera de ellas, se podía tener tienda fuera pero había que volver luego a la
judería para dormir.
Dentro del ámbito del comercio estaba la
profesión de corredor de “coll” y de oreja, conseguían grandes contratos por lo
que propiciaban los recelos de los cristianos ordenando Alfonso III que no se
les molestara en sus oficios, mas tarde el Papa Benedicto XIII mediante una
bula ordeno que se les prohibió ejercer determinados oficios, Alfonso el Magnánimo
les autorizó de nuevo el ejercer su profesión.
Las
actividades crediticias
Es el oficio más llamativo de los
judíos, el llamado “logro” se realizaba gracias a que la Iglesia prohibía el
préstamo con usura por lo que los judíos hacían sus negocios. De todas maneras
la Iglesia mediante las ordenes mendicantes también participó en la red de
clientes de los judíos.
La regulación de los prestamos se hizo
mediante los furs, el prestamista para dedicarse a la usura debía jurar
ante el justicia local que no habría fraude ni engaño alguno en su actividad.
Los prestamos se concedían sobre todo
durante la época de siembra.
La red clientelar procedía de hasta 30
kilómetros de los núcleos urbanos siendo la capital la que más clientes
producía.
El préstamo se hacia mediante notario y
testigos, comprometiéndose el deudor a devolverlo en unos determinados plazos.
Los prestamistas actuaban en solitario. La media de los prestamos era una
cantidad alta, unos 400 sueldos, y que raramente se devolvían puntualmente.
Durante el siglo XV los judíos siguieron
practicando el préstamo, así vemos casos como los acaudalados prestamistas de
Sagunto dejaban dinero en 1479 a los apurados jurados de Jérica, quienes lees
dejaron algunas piezas de orfebrería como prenda.
En Castellón en el siglo XV se puede dar
el caso de judíos que pidan prestamos a cristianos, o que cristianos
intervengan en prestamos entre judíos para burlar las leyes judaicas sobre a la
usura.
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