Autor: Ricardo de la Cierva - 1985
Un libro desmitificador que restablece muchas verdades
Rafael de Casanova
y la Diada
Hace poco se ha vuelto a celebrar, polémicamente, La Diada, el 11 de septiembre, presunta “fiesta nacional de Cataluña”, La conmemoración se concentraba en torno a la figura de Rafael de Casanova, conseller en cap, es decir, alcalde de la ciudad que se impuso a las tropas borbónicas en el asedio de Barcelona por el duque de Berwick. Todos los disparates se han acumulado sobre este acontecimiento. Para los grupos catalanistas radicales, basados en una historiografía delirante, Rafael de Casanova es el símbolo no ya de la autonomía sino de la independencia de Cataluña; el conseller en cap cayó muerto heroicamente cuando, empuñando la bandera de la ciudad, luchaba contra el ejército invasor que tras entrar en la ciudad, privó a Cataluña d su lengua y de sus libertades e instauró un régimen de terror que llevó al Principado a una situación caótica y a una decadencia absoluta.
En el libro de Capdeferro, que se basa en las mejores fuentes de la historia de Cataluña, y en los historiadores catalanes auténticamente grandes, podrá encontrar el lector la verdad histórica que deshace todo ese cúmulo de mentiras y deformaciones. Trataré de resumirlo.
La Guerra de Sucesión de España fue particularmente dura en Cataluña. Las autoridades del Principado convencieron a los catalanes para que se adscribiesen a la causa del presidente austríaco Carlos frente a la candidatura francesa de Felipe V, adoptada por los castellanos, los vascos, los gallegos y los andaluces. Así se estrenó el siglo XVIII en España con una tremenda Guerra de Sucesión que fue, por encima de todo, una guerra civil entre españoles.
Los catalanes, escarmentados por su trágica aproximación a Francia en la guerra anterior, la de Felipe IV y Olivares, se alzaron contra la candidatura francesa para no separarse de España, ni mucho menos, sino porque creían que la continuación de la Casa de Austria era la mejor solución para España. Como han establecido definitivamente dos grandes historiadores catalanes, Ferrán Soldevila y Jaime Vicens Vives, la Guerra de Sucesión en Cataluña no fue una guerra separatista sino una guerra librada por motivos profundamente españoles; los catalanes luchaban por una idea de España diferente de la de la solución francesa, pero tan española como la propia causa de Felipe V, que tuvo el acierto, con su esposa María Gabriela de Saboya, de presentarse desde el primer momento como un español en armas, y no como un francés de origen.
Después de enconadas campañas en Flandes, Italia y el resto de España, los ejércitos borbónicos se presentaron en Cataluña. La resistencia de los catalanes, heroica, se redujo al final a Barcelona y Cardona. El asedio de Barcelona revistió caracteres numantinos. Elegido conseller en cap Rafael de Casanova proponía estudiar las condiciones de negociación que ofreció el generalísimo borbónico; pero su propuesta fue derrotada por abrumadora mayoría. El 11 de septiembre de 1.714 Casanova salió hacia el baluarte de la Puerta Nueva enarbolando la bandera de Santa Eulalia. Cayó herido leve y se retiró del combate.
Un libro desmitificador que restablece muchas verdades
Rafael de Casanova
y la Diada
Hace poco se ha vuelto a celebrar, polémicamente, La Diada, el 11 de septiembre, presunta “fiesta nacional de Cataluña”, La conmemoración se concentraba en torno a la figura de Rafael de Casanova, conseller en cap, es decir, alcalde de la ciudad que se impuso a las tropas borbónicas en el asedio de Barcelona por el duque de Berwick. Todos los disparates se han acumulado sobre este acontecimiento. Para los grupos catalanistas radicales, basados en una historiografía delirante, Rafael de Casanova es el símbolo no ya de la autonomía sino de la independencia de Cataluña; el conseller en cap cayó muerto heroicamente cuando, empuñando la bandera de la ciudad, luchaba contra el ejército invasor que tras entrar en la ciudad, privó a Cataluña d su lengua y de sus libertades e instauró un régimen de terror que llevó al Principado a una situación caótica y a una decadencia absoluta.
En el libro de Capdeferro, que se basa en las mejores fuentes de la historia de Cataluña, y en los historiadores catalanes auténticamente grandes, podrá encontrar el lector la verdad histórica que deshace todo ese cúmulo de mentiras y deformaciones. Trataré de resumirlo.
La Guerra de Sucesión de España fue particularmente dura en Cataluña. Las autoridades del Principado convencieron a los catalanes para que se adscribiesen a la causa del presidente austríaco Carlos frente a la candidatura francesa de Felipe V, adoptada por los castellanos, los vascos, los gallegos y los andaluces. Así se estrenó el siglo XVIII en España con una tremenda Guerra de Sucesión que fue, por encima de todo, una guerra civil entre españoles.
Los catalanes, escarmentados por su trágica aproximación a Francia en la guerra anterior, la de Felipe IV y Olivares, se alzaron contra la candidatura francesa para no separarse de España, ni mucho menos, sino porque creían que la continuación de la Casa de Austria era la mejor solución para España. Como han establecido definitivamente dos grandes historiadores catalanes, Ferrán Soldevila y Jaime Vicens Vives, la Guerra de Sucesión en Cataluña no fue una guerra separatista sino una guerra librada por motivos profundamente españoles; los catalanes luchaban por una idea de España diferente de la de la solución francesa, pero tan española como la propia causa de Felipe V, que tuvo el acierto, con su esposa María Gabriela de Saboya, de presentarse desde el primer momento como un español en armas, y no como un francés de origen.
Después de enconadas campañas en Flandes, Italia y el resto de España, los ejércitos borbónicos se presentaron en Cataluña. La resistencia de los catalanes, heroica, se redujo al final a Barcelona y Cardona. El asedio de Barcelona revistió caracteres numantinos. Elegido conseller en cap Rafael de Casanova proponía estudiar las condiciones de negociación que ofreció el generalísimo borbónico; pero su propuesta fue derrotada por abrumadora mayoría. El 11 de septiembre de 1.714 Casanova salió hacia el baluarte de la Puerta Nueva enarbolando la bandera de Santa Eulalia. Cayó herido leve y se retiró del combate.
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