Autor: Desconocido
En Francia murió el duque Hugo II de Borgoña y fue sucedido por Eudes II. El conflicto entre el rey Luis VII y la Iglesia se resolvió con la muerte del Papa Inocencio II. Fue sucedido por un discípulo de Pedro Abelardo llamado Guido di Città di Castello. Tras ser nombrado cardenal había sido legado pontificio en Francia. Adoptó el nombre de Celestino II. Tras una intervención conciliadora de Bernardo de Claraval, el nuevo Papa levantó la excomunión al rey francés. Éste se reconcilió también con el conde Teobaldo IV de Blois y de Champaña.
En Roma estalló una rebelión popular que pretendía restaurar la antigua República Romana. Se constituyó un Senado, pero también un Parlamento, que era una asamblea de ciudadanos con autoridad para aceptar o rechazar por aclamación popular las proposiciones que se llevaran ante ella. En realidad el modelo político tenía más que ver con los que estaban en vigor en las ciudades del norte de Italia que con cualquier vaga idea que los romanos pudieran tener sobre la historia antigua de su ciudad. Cuando la proclamación de esta república llegó a oídos de Arnaldo de Brescia, éste abandonó su exilio en Francia y marchó a Italia.
El rey Alfonso VII de León y Castilla reconoció a Alfonso I como rey de Portugal, el cual, naturalmente, tuvo que declararse vasallo suyo a cambio. Poco después el Papa Celestino II lo reconoció también como rey, de nuevo a cambio de un juramento de fidelidad y un tributo anual. El príncipe de Aragón Ramón Berenguer IV llegó a un acuerdo con la orden de los Templarios por la que ésta renunciaba a sus derechos sobre la herencia de Alfonso I el Batallador a cambio de varios castillos.
Más decisiva fue la muerte del soberano almorávide Alí ibn Yúsuf, que fue sucedido por Tasfin, al tiempo que estallaba una revuelta en Mértola dirigida por Abu-l-Qasim ibn Husayn ibn Qasi, dirigente de la secta religiosa de los muridim, que llegó a dominar Córdoba y Badajoz. Por otra parte, los almorávides apenas tenían tropas en África. De hecho, sus efectivos más importantes en África eran un grupo de mercenarios cristianos dirigidos por Reverter, vizconde de Barcelona. En 1144 el almohade Abd al-Mumin rompió fácilmente el bloqueo almorávide y se lanzó sobre el norte de Marruecos, donde Reverter murió tratando de contenerlos. Un hijo de Reverter se convirtió al islam y se unió a los almohades con el nombre de Alí. Tras esta victoria, Abd al-Mumin se proclamó Califa y emprendió la conquista del norte de África.
Mientras tanto, el rey de Rueda Sayf al-Dawla convenció al gobernador de Córdoba Hamdin Muhammad ibn Hamdin a rebelarse en su nombre contra los almorávides.
En Francia murió el duque Hugo II de Borgoña y fue sucedido por Eudes II. El conflicto entre el rey Luis VII y la Iglesia se resolvió con la muerte del Papa Inocencio II. Fue sucedido por un discípulo de Pedro Abelardo llamado Guido di Città di Castello. Tras ser nombrado cardenal había sido legado pontificio en Francia. Adoptó el nombre de Celestino II. Tras una intervención conciliadora de Bernardo de Claraval, el nuevo Papa levantó la excomunión al rey francés. Éste se reconcilió también con el conde Teobaldo IV de Blois y de Champaña.
En Roma estalló una rebelión popular que pretendía restaurar la antigua República Romana. Se constituyó un Senado, pero también un Parlamento, que era una asamblea de ciudadanos con autoridad para aceptar o rechazar por aclamación popular las proposiciones que se llevaran ante ella. En realidad el modelo político tenía más que ver con los que estaban en vigor en las ciudades del norte de Italia que con cualquier vaga idea que los romanos pudieran tener sobre la historia antigua de su ciudad. Cuando la proclamación de esta república llegó a oídos de Arnaldo de Brescia, éste abandonó su exilio en Francia y marchó a Italia.
El rey Alfonso VII de León y Castilla reconoció a Alfonso I como rey de Portugal, el cual, naturalmente, tuvo que declararse vasallo suyo a cambio. Poco después el Papa Celestino II lo reconoció también como rey, de nuevo a cambio de un juramento de fidelidad y un tributo anual. El príncipe de Aragón Ramón Berenguer IV llegó a un acuerdo con la orden de los Templarios por la que ésta renunciaba a sus derechos sobre la herencia de Alfonso I el Batallador a cambio de varios castillos.
Más decisiva fue la muerte del soberano almorávide Alí ibn Yúsuf, que fue sucedido por Tasfin, al tiempo que estallaba una revuelta en Mértola dirigida por Abu-l-Qasim ibn Husayn ibn Qasi, dirigente de la secta religiosa de los muridim, que llegó a dominar Córdoba y Badajoz. Por otra parte, los almorávides apenas tenían tropas en África. De hecho, sus efectivos más importantes en África eran un grupo de mercenarios cristianos dirigidos por Reverter, vizconde de Barcelona. En 1144 el almohade Abd al-Mumin rompió fácilmente el bloqueo almorávide y se lanzó sobre el norte de Marruecos, donde Reverter murió tratando de contenerlos. Un hijo de Reverter se convirtió al islam y se unió a los almohades con el nombre de Alí. Tras esta victoria, Abd al-Mumin se proclamó Califa y emprendió la conquista del norte de África.
Mientras tanto, el rey de Rueda Sayf al-Dawla convenció al gobernador de Córdoba Hamdin Muhammad ibn Hamdin a rebelarse en su nombre contra los almorávides.
Godofredo de Anjou fue reconocido como duque de Normandía.
Ese año murió el rey de Angkor Suryavarman II. Bajo su reinado, Angkor había extendido su dominio hasta Shampa, Dai-Viet y Pagan. Tras su muerte esta influencia empezó a desaparecer.
También murió el Papa Celestino II, tras poco más de cinco meses de pontificado. Fue sucedido por el cardenal de Santa Croce, llamado Gerardo Caccianemici, que adoptó el nombre de Lucio II. Se vio enfrentado al senado romano, que quería limitar el poder del Papa a los asuntos espirituales, reconoció a Alfonso I como rey de Portugal y firmó un tratado con el rey Roger II de Sicilia por el que se fijaban las fronteras entre su reino y los Estados Pontificios. Roger II construyó en Sicilia una potente flota que le permitió saquear la costa africana, e incluso tomar algunas plazas en ella.
En Provenza murió el conde Berenguer Ramón I, y el condado pasó a su hijo de ocho años Ramón Berenguer III. Su tío Ramón Berenguer IV de Aragón y Cataluña ejerció de regente con el título de marqués.
En diciembre el turco Imad al-Din Zangi saqueó la ciudad de Edesa y se adueñó del condado. La noticia de la desaparición de uno de los Estados Latinos de Oriente impactó en occidente. En 1145 murió el Papa Lucio II, sumergido en la lucha contra el senado romano. Fue sucedido por Bernardo Paganelli di Montemagno, un monje de Claraval enviado a Italia por Bernardo, que ahora adoptó el nombre de Eugenio III. Los romanos llamaron a Arnoldo de Brescia, que se encargó de que el pueblo, la clase mercantil y la nobleza colaboraran entre sí, a la vez que dotaba de mayor coherencia al sistema republicano. Instituyó un tribunado y un orden ecuestre según la tradición clásica. Eugenio III fue expulsado por unos meses al poco de ser elegido.
También murió el Papa Celestino II, tras poco más de cinco meses de pontificado. Fue sucedido por el cardenal de Santa Croce, llamado Gerardo Caccianemici, que adoptó el nombre de Lucio II. Se vio enfrentado al senado romano, que quería limitar el poder del Papa a los asuntos espirituales, reconoció a Alfonso I como rey de Portugal y firmó un tratado con el rey Roger II de Sicilia por el que se fijaban las fronteras entre su reino y los Estados Pontificios. Roger II construyó en Sicilia una potente flota que le permitió saquear la costa africana, e incluso tomar algunas plazas en ella.
En Provenza murió el conde Berenguer Ramón I, y el condado pasó a su hijo de ocho años Ramón Berenguer III. Su tío Ramón Berenguer IV de Aragón y Cataluña ejerció de regente con el título de marqués.
En diciembre el turco Imad al-Din Zangi saqueó la ciudad de Edesa y se adueñó del condado. La noticia de la desaparición de uno de los Estados Latinos de Oriente impactó en occidente. En 1145 murió el Papa Lucio II, sumergido en la lucha contra el senado romano. Fue sucedido por Bernardo Paganelli di Montemagno, un monje de Claraval enviado a Italia por Bernardo, que ahora adoptó el nombre de Eugenio III. Los romanos llamaron a Arnoldo de Brescia, que se encargó de que el pueblo, la clase mercantil y la nobleza colaboraran entre sí, a la vez que dotaba de mayor coherencia al sistema republicano. Instituyó un tribunado y un orden ecuestre según la tradición clásica. Eugenio III fue expulsado por unos meses al poco de ser elegido.
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