Autor: Desconocido.
N. en Montpellier el 2 feb. 1208, y m. en Valencia el 27 jul. 1276. Rey de Aragón (1213-76), hijo de Pedro el Católico y de María de Montpellier. Su reinado representa el fin de una etapa de expansión pirenaica y peninsular y el comienzo de la tendencia mediterránea de la corona de Aragón (v.).
Al morir Pedro II el Católico (13 sept. 1213), J. se hallaba en manos de Simón de Montfort, al que había sido entregado (1211) por su padre, como garantía de una paz que no había de llegar, pues Pedro II falleció precisamente en la batalla de Muret (1213), último drama de la guerra desencadenada a raíz de la herejía albigense. A instancias del pontífice Inocencio III, J. fue puesto en libertad y quedó, por disposición del testamento materno, bajo la tutela de la Orden del Temple. El conde Sancho, hijo de Ramón Berenguer IV, asumió la regencia en calidad de procurador, por disposición del legado pontificio, encargado de gestionar la libertad del príncipe y de organizar el país. Sancho, en oposición a una minoría nobiliaria contraria a ella, llevó una política tendente a contrarrestar el fracaso político sellado en Muret. Apoyó, para ello, las aspiraciones de Ramón VI dé Tolosa, que deseaba recuperar su condado de manos de Simón de Montfort. Esta política atrajo las amenazas del nuevo Pontífice, Honorio 111, lo cual mermó el ya débil prestigio del regente, obligado a retirarse de la escena política (julio 1218). El mismo año moría, ante los muros de Tolosa, Simón de Montfort, con lo que se iniciaba un periodo de paz en la lucha de la corona de Aragón por el predominio en Occitania.
Sublevaciones internas y Reconquista. A partir de este momento, J. gobernó sus Estados personalmente, aunque un Consejo -integrado por el arzobispo de Tarragona Espáreg de la Barca, Eiximén Cornell, Guillem de Cervera y Pero Ahonés- interviniese poderosamente en la política del joven monarca. Su menor edad se vio agitada por las sublevaciones de algunos nobles -Rodrigo de Lizana, Pero Ferrandes, Guillem de Montcada, Pero Ahonés-, que hicieron que esta primera etapa de su reinado se cerrase con un balance negativo: fracaso del sitio de Albarracín (1220) y de Montcada (1223), el último, durante la lucha con este poderoso linaje catalán; matrimonio con Eleonor de Castilla, hija de Alfonso VIII (6 feb. 1221); encarcelamiento del propio monarca en Zaragoza. Superados estos contratiempos, J. se lanzó a la empresa en que había de obtener mayores éxitos: la lucha contra los musulmanes. Aunque fracasó ante Peñíscola (1225), consiguió que Abú Zeid de Teruel se declarase tributario suyo. El intento de Pero Ahonés de seguir la lucha en contra, del sentir del monarca, que quería ser fiel al pacto firmado con el musulmán, provocó un alzamiento en Aragón, encabezado por el infante Fernando, tío del rey. La sentencia arbitral de Alcalá del Obispo (22 mar. 1227) puso fin a estas disensiones feudales entre la monarquía y la nobleza de Aragón.
A la muerte de Ermengol VIII de Urgel, su cuñado, Guerau de Cabrera, se apoderó del condado, en detrimento de los derechos de la hija de Ermengol, Aurembiaix. En julio de 1228, Aurembiaix acudió al rey catalanoaragonés, rogándole que defendiese sus derechos. J., en lucha con los Cabrera, recuperó el condado y formó, con él y con la Cerdaña, el Conflent, Berga y el Bergadán, un lote para los futuros hijos que tuviese con Aurembiaix, a la que tomó como amante (28 oct. 1228).
La necesidad de acabar con la piratería mallorquina y la de establecer una primera base mercantil en el Mediterráneo, fueron las causas más importantes que impulsaron a J. a emprender la conquista de las Baleares. Esta empresa se vio apoyada, sobre todo, por los catalanes, cuyos intereses económicos en lo que se refiere al comercio marítimo eran superiores a los que poseían los aragoneses. También los marselleses, genoveses y pisanos colaboraron en mayor o menor grado en la empresa, pues sus intereses mercantiles en el Mediterráneo no eran ciertamente menores que los de los catalanes. Obtenidos los subsidios necesarios en las Cortes de Barcelona (1228), la escuadra, formada por unas 150 embarcaciones y más de 1.500 hombres, salió del puerto de Salou (Tarragona) el 5 sept. 1229. La conquista de Mallorca fue rápida (la toma de la ciudad se produjo el 31 dic. 1229), aunque en ella murieron Guillem y Ramón de Montcada, dos de los más importantes nobles que iban en el ejército catalán. Ibiza no sería conquistada hasta 1235, y Menorca, que se declaró tributaria de J. (1231), hasta 1287. Mallorca fue repoblada sobre todo por ampurdaneses, aunque se establecieron también en la isla colonias extranjeras, que obtuvieron importantes concesiones territoriales en pago a su intervención en la empresa reconquistadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario