viernes, 22 de mayo de 2015

GRACIAS POR LAS “PERRUCAS”, PERO...



Por Ricardo García Moya
Las Provincias 13 de Marzo de 1998

El autor de "Rondalla de rondalles", el valenciano de Ontinyent, fray Luis Galiana (nacido en 1740), es considerado el mejor "escritor catalán" del XVIII por el Institut  d'Estudis Catalans. Por su parte, la "Historia de la  Literatura Catalana" dice que Galiana era "un entusiasta de la lengua catalana, como  Carles Ros". Sí, sí, mucho, tanto que consideraba a "la lengua catalana malsonante, grosera, isleña y montaraz" (Epítome,1734, p.19).
Con igual rigor, la citada HLC afirma que "en catalá escribió la Rondalla de rondalles" (p. 242), y leyendo la sinopsis hecha por Riquer nadie lo negaría: "la noia es casi amb Pep..." (HLC, p.  143). Pero Galiana jamás usó el sustantivo catalán "noia", ni el tiempo verbal "casi", ni la preposición "amb"; además, en el prólogo de la Rondalla se advierte que trataba de "pulir y adelantar la Llengua Valenciana" (p. 3), no la  catalana. Con igual alegría, Riquer entrecomilla un supuesto "imprés a Valencia" de la portada, cuando en el origìnal encontramos la en ante topónimo: "en Valencia, any 1668". En el colofón recurre a la misma preposición para indicar lugar: "Se trobará en les llibreries, en lo carrer de Campaners" (p. 92). Observen que escribe llíbreries, no el catalán "llibreteries".
La "Rondalla de rondalles" es un supermercado de la palabra donde los lexicógrafos catalanes han cargado alforjas sin pasar por caja. EI expolio lo han complementado con maquillajes morfológicos y semánticos; por ejemplo: Galiana anotó la voz "peluques" (p. 81 ) como habitual en el Reino, al recogerla en boca de un labrador ya maduro (ya "ranci", ya viejo). En 1767, cuando finalizó su Rondalla en la Torre de Paterna dio fe de que la voz "peluques" estaba arraigada en el idioma valenciano. No usaba portátil, pero Ilevaba en "la boljaca un tinteret" (p.16) para anotar "al  peu de lletra en un quadern" las voces  que oía, como "boljaca" o "peluques";  palabras que la inmersión ha substituido  por los barbarismos "butxaca" y "perruca". Lo sangrante es que el "Diccionario de la Generalidad  Valenciana"  (Bromera, 1995) y su Gramática, así como en todas las inmersoras de la Universidad, sólo figuran las voces catalanas.
¿Eran cultas? Todo lo contrario. La "perruca" inmersora es corrupción del  "perroquet" francés o papagayo, que a  su  vez  era  corrupción  del  castellano  periquito. Este apodo alusivo a leguleyos de fluido verbo no traspasó la frontera del Cenia, y la inmersión -por mucho que disimule- no aporta documentos coetáneos o anteriores al de Galiana donde aparezca la corrupta "perruca" en  el Reino. Ya en 1610, el cronista de la Generalidad decía que "los vocablos groseros se quedan en la lengua catalana" (Escolano), mientras que el idioma valenciano recurría al latín para formar neologismos. Así se hizo con el vocablo  "peluques", un derivado de pel que, a su  vez, venía del latín pilus y no de una cotorra o papagayo. Escrig, en 1851,  anotó esta familia léxica valenciana: "pel, peluca, peluquer, peluquí, peluqueríes, pelut", etc. Nuestros antepasados, dignos e independientes, no admitían saldos léxicos e injuriosos ("perruquería" equivaldría a local o jaula de cotorras). No obstante, parece que hay  ayuntamientos -como el de Alcoy-  que subvencionan a los establecimientos que instalen rótulos con la fáunica e  inmersora "perruqueries".
Del hipermercado léxico valenciano se han llevado hasta los fideos. Fray Luis Galiana anotó la locución "fet un fideu"  (p. 28) con la voz fideu, del árabe "fad"  (imperativo "fid"). Nacida en el mozárabe del Reino, entre los siglos XII y XIII,  se extendió a los romances españoles, italianos, provenzales y rumanos; como recuerda Corominas: "en Valencia, fideu es de origen mozárabe y no traído en la Reconquista" (DCEC). Las primeras aparicìones en neolatinas son en lengua valenciana, como en el "Liber elegantiarum" editado en Venecia en 1489 y escrito en "latina et valentina lingua" por el notarìo valenciano Joan Esteve, y dedicado al médico valenciano Ferrer Torrella. En ella aparece la voz "fideu", nacida del mozárabe valenciano y no de  ningún romance condal.
Lo que produce sonrojo es que el Dr. Corominas  -como  quien  cosecha  chufas y tratando del fideo- mete en el saco catalán el diccionario valenciano de Esteve, y habla de una supuesta "Reconquista catalana". El prefijo re  añadido a "conquista" sugiere que el Reino perteneció alguna vez a Cataluña,  pero servidor sólo recuerda a los árabes, visigodos, algún bizantino, judíos, romanos, griegos, iberos y los picapiedras. Además, Cataluña no existía como estado en 1238; eran tan amorfos los condados norteños que el rey de Valencia no les permitió ni siquiera acuñar moneda con el nombre de Cataluña en  toda la Edad Media. Pero los fideos son  importantes, y el Dr. Corominas repite, proclama y alardea sobre la catalanidad de cualquier vocablo capturado en el Reino; por ejemplo, dice: "De un texto catalán en un inventario, creo que valenciano: cum aliquot fideus" (DCEC). Y en !a primera aparición de la voz fideo en castellano, repite la maldad: "traducción del catalán, cuyo texto es de un catalanohablante, que creo valenciano" (DCEC). Miren, señores del  Institut  d'Estudis Catalans, quédense con  las "perrucas"; pero aparten las manos y el pensamiento de todo lo que exista tras la raya del Cenia, sean fideos o diccionarios como el de 1489.
Por cierto, adentrarse en el mundo léxico de fray Luis Galiana puede aliviar  sofocos como el de L`Hemisfèric, mole  programada para que sea "el nou espai d'immersió audiovisual" (sic), en catalán, por supuesto.  La trampa  se  anuncia en todos los centros escolares  valencianos con las groserías del IEC:  Descobreix, amb, gegant, imatges, ésser humá, ofereix, espectacle, etc.
las para los colabora­cionistas. El diario “Avui” lanza barretinas en titulares triunfantes: “Bromera se convierte en líder del merca­do editorial en catalán en Va­lencia. La empresa de Alzira ha vendido más de tres millo­nes de ejemplares en 15 años de existencia”. Lo que oculta es que la inmersión obliga al alumnado a comprar bazofia, y que el mejor cliente de Bro­mera es la Generalidad. No es de extrañar que el magna­te de la empresa, Joseph Gre­gori, declare su entusiasmo por la AVL. Al final, en vista de los hechos y no de la ver­borrea de culebricas, en Montserrat rendirán culto a la Mureneta y al Morenico.

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