Por Ricardo García Moya
Las Provincias 13 de Marzo de 1998
El autor de "Rondalla
de rondalles", el valenciano de Ontinyent, fray Luis Galiana (nacido en
1740), es considerado el mejor "escritor catalán" del XVIII por el
Institut d'Estudis Catalans. Por su
parte, la "Historia de la
Literatura Catalana" dice que Galiana era "un entusiasta de la
lengua catalana, como Carles Ros".
Sí, sí, mucho, tanto que consideraba a "la lengua catalana malsonante,
grosera, isleña y montaraz" (Epítome,1734, p.19).
Con igual rigor, la citada
HLC afirma que "en catalá escribió la Rondalla de rondalles" (p.
242), y leyendo la sinopsis hecha por Riquer nadie lo negaría: "la noia es
casi amb Pep..." (HLC, p. 143).
Pero Galiana jamás usó el sustantivo catalán "noia", ni el tiempo
verbal "casi", ni la preposición "amb"; además, en el
prólogo de la Rondalla se advierte que trataba de "pulir y adelantar la
Llengua Valenciana" (p. 3), no la
catalana. Con igual alegría, Riquer entrecomilla un supuesto
"imprés a Valencia" de la portada, cuando en el origìnal encontramos
la en ante topónimo: "en Valencia, any 1668". En el colofón recurre a
la misma preposición para indicar lugar: "Se trobará en les llibreries, en
lo carrer de Campaners" (p. 92). Observen que escribe llíbreries, no el
catalán "llibreteries".
La "Rondalla de
rondalles" es un supermercado de la palabra donde los lexicógrafos
catalanes han cargado alforjas sin pasar por caja. EI expolio lo han
complementado con maquillajes morfológicos y semánticos; por ejemplo: Galiana
anotó la voz "peluques" (p. 81 ) como habitual en el Reino, al
recogerla en boca de un labrador ya maduro (ya "ranci", ya viejo). En
1767, cuando finalizó su Rondalla en la Torre de Paterna dio fe de que la voz
"peluques" estaba arraigada en el idioma valenciano. No usaba
portátil, pero Ilevaba en "la boljaca un tinteret" (p.16) para anotar
"al peu de lletra en un
quadern" las voces que oía, como
"boljaca" o "peluques";
palabras que la inmersión ha substituido
por los barbarismos "butxaca" y "perruca". Lo sangrante
es que el "Diccionario de la Generalidad
Valenciana" (Bromera, 1995)
y su Gramática, así como en todas las inmersoras de la Universidad, sólo
figuran las voces catalanas.
¿Eran cultas? Todo lo
contrario. La "perruca" inmersora es corrupción del "perroquet" francés o papagayo, que
a su
vez era corrupción
del castellano periquito. Este apodo alusivo a leguleyos de
fluido verbo no traspasó la frontera del Cenia, y la inmersión -por mucho que
disimule- no aporta documentos coetáneos o anteriores al de Galiana donde
aparezca la corrupta "perruca" en
el Reino. Ya en 1610, el cronista de la Generalidad decía que "los
vocablos groseros se quedan en la lengua catalana" (Escolano), mientras
que el idioma valenciano recurría al latín para formar neologismos. Así se hizo
con el vocablo "peluques", un
derivado de pel que, a su vez, venía del
latín pilus y no de una cotorra o papagayo. Escrig, en 1851, anotó esta familia léxica valenciana:
"pel, peluca, peluquer, peluquí, peluqueríes, pelut", etc. Nuestros
antepasados, dignos e independientes, no admitían saldos léxicos e injuriosos
("perruquería" equivaldría a local o jaula de cotorras). No obstante,
parece que hay ayuntamientos -como el de
Alcoy- que subvencionan a los
establecimientos que instalen rótulos con la fáunica e inmersora "perruqueries".
Del hipermercado léxico
valenciano se han llevado hasta los fideos. Fray Luis Galiana anotó la locución
"fet un fideu" (p. 28) con la
voz fideu, del árabe "fad"
(imperativo "fid"). Nacida en el mozárabe del Reino, entre los
siglos XII y XIII, se extendió a los
romances españoles, italianos, provenzales y rumanos; como recuerda Corominas:
"en Valencia, fideu es de origen mozárabe y no traído en la
Reconquista" (DCEC). Las primeras aparicìones en neolatinas son en lengua
valenciana, como en el "Liber elegantiarum" editado en Venecia en
1489 y escrito en "latina et valentina lingua" por el notarìo valenciano
Joan Esteve, y dedicado al médico valenciano Ferrer Torrella. En ella aparece
la voz "fideu", nacida del mozárabe valenciano y no de ningún romance condal.
Lo que produce sonrojo es
que el Dr. Corominas -como quien
cosecha chufas y tratando del
fideo- mete en el saco catalán el diccionario valenciano de Esteve, y habla de
una supuesta "Reconquista catalana". El prefijo re añadido a "conquista" sugiere que
el Reino perteneció alguna vez a Cataluña,
pero servidor sólo recuerda a los árabes, visigodos, algún bizantino,
judíos, romanos, griegos, iberos y los picapiedras. Además, Cataluña no existía
como estado en 1238; eran tan amorfos los condados norteños que el rey de
Valencia no les permitió ni siquiera acuñar moneda con el nombre de Cataluña en toda la Edad Media. Pero los fideos son importantes, y el Dr. Corominas repite,
proclama y alardea sobre la catalanidad de cualquier vocablo capturado en el
Reino; por ejemplo, dice: "De un texto catalán en un inventario, creo que
valenciano: cum aliquot fideus" (DCEC). Y en !a primera aparición de la
voz fideo en castellano, repite la maldad: "traducción del catalán, cuyo
texto es de un catalanohablante, que creo valenciano" (DCEC). Miren,
señores del Institut d'Estudis Catalans, quédense con las "perrucas"; pero aparten las
manos y el pensamiento de todo lo que exista tras la raya del Cenia, sean
fideos o diccionarios como el de 1489.
Por cierto, adentrarse en
el mundo léxico de fray Luis Galiana puede aliviar sofocos como el de L`Hemisfèric, mole programada para que sea "el nou espai
d'immersió audiovisual" (sic), en catalán, por supuesto. La trampa
se anuncia en todos los centros
escolares valencianos con las groserías
del IEC: Descobreix, amb, gegant,
imatges, ésser humá, ofereix, espectacle, etc.
las para los colaboracionistas. El diario “Avui” lanza
barretinas en titulares triunfantes: “Bromera se convierte en líder del mercado
editorial en catalán en Valencia. La empresa de Alzira ha vendido más de tres
millones de ejemplares en 15 años de existencia”. Lo que oculta es que la
inmersión obliga al alumnado a comprar bazofia, y que el mejor cliente de Bromera
es la Generalidad. No es de extrañar que el magnate de la empresa, Joseph Gregori,
declare su entusiasmo por la AVL. Al final, en vista de los hechos y no de la
verborrea de culebricas, en Montserrat rendirán culto a la Mureneta y al
Morenico.
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