Ricardo García Moya
Diario de Valencia 1 de julio de 2001
Como un
Carrascosa en El Corte Inglés, el alemán Münzer observaba en 1494 a las damas
valencianas, anotando que “todas van escotadas hasta los pechos, de modo que
puedes verles los pezones como yemas de árboles”. Estos sensibles teutones
usaban vocablos relacionados con otros valencianos que, gracias a la gestapo
inmersora, hoy están prohibidos. Uno curioso es “gorrons”, considerado pariente
del arcaísmo alemán “gorre", el castellano “gorra", el vasco
“gorri" , el catalán “garri" y el portugués “corra", muy
dispersos semánticamente (cincha, cuerda de esparto, rojo, cerdo...) En un
texto valenciano del XIX leemos: “demá molt car anirá el seu en
Valencia”, siendo la causa del encarecimiento del greix o seu la orden de
engrasar “els gorrons de les campanes” (Conversacions de Saro. Valencia. any
1820) Esta pieza del mecanismo para el volteo de campanas necesitaba mucho
sebo, por lo que surge la duda: ¿Se llamaron gorrons por “comer" mucho
sebo, o quizá por las cuerdas y cinchas del artilugio?.
Aparte de
dramas sociales denunciados en el texto de 1820 (“Yo veig en dolor a chiques
de huit, deu y dotse anys perdense y prostituinse”), sorprende la presencia de
vocablos que se suponían muertos hace siglos. Así, al tratar sobre los
sabaters usa dos voces interesantes: “serol”, equivalente al catalán cerot; y
“alesna”, nombre valenciano de la herramienta cortante del cuero. Además de
presentar en 1820 una morfología idéntica a la medieval, el étimo de alesna
procedía de las tierras germánicas de Münzer, el turista observador. En el
siglo XIX, como idioma vivo, el valenciano mantenía ancestrales voces y
asimilaba extranjerismos enriquecedores. Así, en el texto de 1820 localizamos
el galicismo “bucle” por primera vez en valenciano, “una peluca en sos bucles”,
anticipándose en su uso al catalán.
Que estos
versos valencianos de 1820 fueran legibles por castellanos y catalanes -por la
similitud entre neolatinas- no supone que captaran su exacto significado. Por
ejemplo, al leer “goleta” los lectores castellanos y catalanes lo asociaban a
la embarcación homónima; pero en idioma valenciano era polisémica, como
adjetivo: “no sigues goleta” (loco), o sustantivo, “tancarte en goleta” (manicomio).
En el texto de 1820, ante la estrafalaria vestimenta de Saro, el amigo le
advierte que puede acabar “en un sep de la goleta”. El cepo era la terapia más
usada en los manicomios goyescos.
Pese a
que la finalidad de las “Conversacions” fuera política, el autor pone en boca
de un personaje la reivindicación idiomática: “el escrit ha de ser en
valenciá” (ib). Y así lo hizo, con recursos sintácticos y léxicos valencianos
que hoy son despreciados: “li agarrará un batistot, chiqueta, arrancar
safanories, este borró que ha fet, arrepentit, allaucherar, un buen puesto pera
vendre, yo no aborrixc, plom fundit, en eixos pobles, em quede a espergues, li
previndré, mentres vixca, la sanc, el espirit dels autors, a vosatros, esclafatarrosos,
a fondo, achupit raere una garrofera, monyicots, machades, dinés, rudea, atre
castic, capituls, llarc, amparar, etc. Aquí tenemos sustantivos, adjetivos,
infinitivos, demostrativos, indefinidos, adverbios, pronombres..., y todos
son valencianos; por ende, condenados por las dos Generalidades.
Los
peones del Institut d’Estudis Catalans son dóciles. Si mañana ordenara el IEC
que raere es legal, la prosa de los chicos de Bromera aparecería enriquecida
con el adverbio valenciano. Para la Universidad y el “Comando lingüístico Benidorm”,
enquistado en la AVL, la principal tarea es imponer el catalán en el Reino; y
a esa labor sucia responde el prohibir voces vivas como las que acabamos de
leer, o tildarlas de basura léxica, o asociarlas al cerrilismo de extrema
derecha, o fingir que eran localismos de la odiada Valencia, o castellanismos
insultantes, o deformaciones de la incultura blavera, etc. No hay duda de que
si toda voz valenciana que difiere del catalán se prohibe o altera, y que toda
construcción sintáctica valenciana se retuerce al capricho del IEC, nos
encontraremos con la anhelada unidad de lenguas.
La
gestapo catalanera quiere destruir lazos que el idioma valenciano, por
mozarabismo prejaimino, tiene con otras neolatinas. Por ejemplo, la voz
“atocha” que asociamos al madrileñismo chulapón también era nuestra, aunque su
origen desaparece en ibéricas nebulosas. Aparte de la popular estación del
AVE, "atocha” era el nombre mozárabe del esparto, planta nativa del Reino.
Esto significa que cuando las legiones romanas llegaron a Valencia, ya
poseíamos este sustantivo distinto a spartum o sparton. La voz ha permanecido
viva en algunos lugares, según reconoce hasta Corominas: “En el valenciano de
Sumacárcer anoto que se emplea hoy tocha. El vocablo está vivo en las montañas
valencianas... existe el Barranquet del
Tochar y tochera como mata de esparto”
(DCECH). Hay que advertir que el pícaro etimólogo catalán trastocaba a su antojo
la realidad documental, donde leía Reino lo mutaba a país; y tocha o atocha, en
“totxa”.
En idioma valenciano encontramos las grafías
tocha y atocha: “el cap com una tochera” (Ensisam); y en las ordenanzas sobre
defensa del Reino (Valencia,1573), leemos: “pera portar aygua y atocha”. El
documento alude “als achons ensesos”
(ib) de esparto que se encendían como
alarma “en dites torres y fortalees” (ib). Las órdenes redactadas en idioma
valenciano de la Cancillería contenían verbos interesantes: “Los atalladors
tenen obligació de eixir junts al amaneixer per la vora de la mar”. El verbo
valenciano amaneixer, vivo en la actualidad y presente en los diccionarios valencianos
de Escrig (a.1871) y Fullana (1921), es una de las victimas léxicas de las
organizaciones catalaneras amamantadas por las Generalidades (en plural,
claro).
Alegría, poder y
pelas, muchas pelas para los colaboracionistas. El diario “Avui” lanza
barretinas en titulares triunfantes: “Bromera se convierte en líder del mercado
editorial en catalán en Valencia. La empresa de Alzira ha vendido más de tres
millones de ejemplares en 15 años de existencia”. Lo que oculta es que la
inmersión obliga al alumnado a comprar bazofia, y que el mejor cliente de Bromera
es la Generalidad. No es de extrañar que el magnate de la empresa, Joseph Gregori,
declare su entusiasmo por la AVL. Al final, en vista de los hechos y no de la
verborrea de culebricas, en Montserrat rendirán culto a la Mureneta y al
Morenico.
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