Por
Obdulio Jovaní
Días
atrás, visitando la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en la Gran Vía Marqués
del Turia de Valencia -en los años 30 “Vía Durruti”, no se nos olvide la
historia- pude ver una pila de libros en oferta, rebajados, en saldo, del
“Nosaltres” de Fuster, sic transit, quién lo diría, apenas hace nada libro de
cabecera, catecismo, catón, añalejo, evangelio nacionalista para la recua de
sus epígonos, los inquebrantables de “la raó, tonant pare, vent i núvol,
trascendència”; para el propio autor “libro de caja”, que por algo era un
hombre “más de precio que de aprecio”, según valoración que hiciera de si
mismo, que por algo lo escribió a tanto alzado, por encargo, tú escribes lo que
yo quiero leer, yo te pago lo que tú quieres cobrar… que por eso fue
franquiciado vitalicio del Omnium Cultural, como la Academia Valenciana de la
Lengua lo es hoy de l’Institut d’Estudis Catalans.
Cierto
que Fuster tuvo un punto de contrición, cercano “Ja el fred de l’ombra en que
no tindré ulls”: “A mi me hicieron referente los demás, no soy apóstol de
ninguna congregación, aunque me viera obligado a escribir demasiadas cosas que
yo, por mi interés intelectual o por mi curiosidad no habría escrito nunca…” Y
así, con ese escepticismo tan suyo, tan voluble ante las partidas del Haber, no
extraña que pasara, sin solución de continuidad, desde la Falange imperial de
correaje y camisa azul, al retranqueo nacionalista, renegando de ese color en
la senyera, aunque escribiera “jo sento reticència cap a qualsevol bandera… fer
una política sense himnes, sense visques, sense senyeres, es a dir, sense
ingredients irracionals”.
Un
catalán, profesor de Historia en Valencia, Joan Reglà, quien junto con
Tarradell, Giralt, Lluch y otros sembró de cizaña nacionalista la Universidad,
y aún verdea, dejó unas semblanzas de Fuster, su amigo, al que veía como “un
aficionado en los temas de la economía, la sociología y la historiografía
valencianas”, en tanto la investigadora, Julia Blasco “intentaba descubrir si
el Maestro había conseguido un corpus filosófico o se había limitado a hacer
volar palomos”. Aquel le reprochaba “haber convertido y permitido la
cristalización en su entorno de una capilla marginal a favor de una vía
marginal, a rebufo de una utopía; en definitiva, lo suyo, y en Valencia, había
sido “l’error del segle”, una capilla ilustrada displicente, sectorial, de
preferencia homosexual oculta, penetrando progresivamente en el marxismo y
colocándose en una posición automarginada, allá, en la ribera del Júcar, lugar
del que no podrían salir nunca…”. Anoto otros reproches, este de su amigo
Sanchis Guarner: “Ve con cuidad por favor, este lenguaje tuyo es semítico. Y
morfológicamente barceloní. No podemos dar pasos en falso porque una cosa es lo
que tu escribes y otra bien distinta es la que esperan los lectores a los
cuales nosotros podemos influir, pero no ignorar…”. Claro que es el mismo
Guarner quien respondió así cuando alguien le preguntó si había alguna regla
filológica que permitiera eliminar palabras vivas del habla, refiriéndose al
“lo”: “No, pero no conviene usarlo”. Ya se ve, ¡Toda la ciencia filológica
derribada por la conveniencia! Otro que pensaba en las partidas del Haber…
Ayer
mismo, el Conseller Portavoz salió en defensa de la lengua valenciana con estas
palabras: “Tot el que ha pasta, tot el que hem lluitat, tot el que hem parlat,
tot el que s’ha parlat…”. Leáse bien, en cuatro palabras cuatro puñaladas a la
lengua que dice defender. ¿Conveniencia, sarcasmo, cobardía intelectual,
impostura?. Tot, de tot.
Articul publicat en el periodic ABC/Comunitat Valenciana, dilluns 7.3.2005.
D.
Obdulio Jovaní, es membre de la Cardona Vives i natural de Sant Mateu.
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