FALLAS, IDIOMAS Y FRAILES
Ricardo García Moya
Diario de Valencia 17 de Marzo de 2002
Todas las Fallas, el colaboracionista Eliseu Climent
edita los patéticos “Pensat i Fet” y “La traca“ en catalán, no valenciano.
Fingiendo ser héroe de la libertad de expresión, descubre su condición de peón
catalanero, retrocediendo con esta bazofia al humor de polvo y paja de los años
70, el de Alfredo Landa y Juanito Navarro, pero en catalán; es decir: exhibe
tetas y culos en audacia anacrónica que intenta vender como espontaneidad
popular, cuando sólo es la falsa sonrisa del ratero que pretende quitarnos la
cartera. El panfleto busca engañar y favorecer la catalanización ideológica y
lingüística de los valencianos, actividad que ha convertido en multimillonario
al pigmeo ético Climent, que guarda respeto hacia la Banca, los etarras y toda
la basura de extrema derecha catalanera que nos estrangula diariamente.
Esperando provocar, coloca una Real Señera sobre un
pene (p.21), y con desprecio fascista hacia los valencianos se burla con frases
estúpidas: “El 23-F Nacional del Pais Valenciá”. El tipejo se envalentona ante
sus blandos conciudadanos, sabiendo que encontrará el aplauso de la
Generalidad, la Universidad y la cobarde progresía de porro, polvete, gambitas
y chalecito en la costa. Hubo un tiempo en que creíamos en el intercambio de
ideas y conocimientos, suponiendo que personajes como Raimon o Eliseu
modificarían su servilismo a Cataluña si les demostrábamos que los
valencianos éramos un pueblo con idioma y personalidad propia. Ahora sabemos
que sólo aman la “bolchaca”. Creíamos a los Sanchis Guarner, Fuster y compañía;
sin sospechar que mentían. Eran taxativos en una serie de hechos que decían
documentados, pero nos engañaban. Así, propagaron que la Cancillería Real
tenía como lengua oficial la catalana, y que la valenciana no era reconocida en
la egregia institución, pero mentían. En el mal llamado Archivo de la Corona de
Aragón -donde los barceloneses retienen documentación robada a los
valencianos- localicé legajos de la Cancillería donde se demostraba que la
lengua valenciana era equiparable a la italiana o portuguesa. En ocasiones, la
documentación oficial era remitida a los reyes, siendo un noble valenciano
quien efectuaba la traducción: “suplícole a V.Md. (Vuestra Mejestad) la mande
ver, aunque escrita en lengua valenciana, pues podrá servir de intérprete el
Marqués de Denia” (ACA. Leg.l350, doc.31-7, año 1599). Suponíamos,
inocentemente, que estas evidencias modificarían errores, pero el fascismo
catalán no quiere heterodoxias que hagan tambalear el negocio de la
catalanización en el Reino de Valencia. Los textos de nuestros hijos siguen
repitiendo. que la lengua catalana fue la única reconocida en la Cancillería,
de igual modo que pregonan la inexistencia de la “ch" o el “lo” en
nuestro idioma valenciano. Hoy, hasta la mayoría de los rótulos falleros están
en catalán, no en lengua valenciana. Los blandos valencianos de traca, fútbol
y paella somos así.
Igual que en el XV a finales del XVI se mantiene el
reconocimiento y uso de la lengua valenciana en la prosa cancilleresca, en
la literaria de Timoneda, en la de lexicógrafos como Covarrubias, en la
eclesiástica y hagiográfica. Incluso en Cataluña, entre Tortosa y Lérida, los
predicadores usaban el idioma valenciano, y no sólo ante los estudiantes,
familiares y comerciantes del Reino. Lo sabemos por los propios cronistas
catalanes: “otros apostólicos varones que hoy goza la Compañía de Jesús, valencianos
son, y con todo predican en valenciano en Cataluña...y explican en valenciano
los mandamientos en los púlpitos,, (Universitat de Barcelona. Ms.1010, any
1633). Aparte de este manuscrito, el impreso "Memorial sobre defensa del
catalán" (Tarragona,1636), repite el concepto de separación idiomática
entre valenciano, castellano y catalán. Nuestros franciscanos predicaban. en su
Idioma por el sur de Cataluña, siendo fray Nicolás Factor uno de los que más éxito
tuvo en su recorrido (año 1582) por la cuña valenciana. Entró por Tortosa,
donde predicó en la Catedral y se los puso en la garganta con un tétrico presagio
que se materializó en terrible inundación. Con las masas entusiasmadas, Fray
Nicolás zigzagueó por conventos e iglesias hasta Tivissa y Falset, realizando
espectaculares numeritos de levitación y éxtasis ante la complacencia del
respetable beaterio catalán. Fueron tan celebradas las filigranas místicas de
fray Nicolás que el arzobispo de Tarragona quiso -tras su óbito en 1583- que
quedara constancia en letras de imprenta. El voluminoso libro con las andanzas
catalanas de fray Nicolás se publicó en el año 1596 en Alcalá de Henares,
siendo dedicado a Felipe II. La obra contiene una suplicación donde se recuerda
el interés del arzobispado de Tarragona y, por deferencia a Felipe II a quien
estaba dedicada, se vertió del valenciano al castellano: “El tenor de la
suplicación es el siguiente, traducido de Lengua Valenciana en Castellana” (Moreno, Fray Christóval: Libro de la vida
de fray Nicolás Factor. Alcalá de Henares, 1596). La lengua valenciana existía
para Felipe II, el arzo bispo de Tarragona y los doctos de Alcalá de Henares.
La lengua
penetraba hacia Lérida, en gran medida por los religiosos valencianos de los
conventos tarraconenses. Así, cuando el fraile enviado para tomar datos sobre
de fray Nicolás llega al Priorat de Cataluña, en el convento “Scala Dei”, se
entrevista con “algunos de aquellos monjes valencianos” (f.153). Por cierto,
el biógrafo informa que el médico del monasterio, al observar a fray Nicolás
Factor en trance: “hizo una prueba, le hincó un alfiler por el pie” (f.154).
Lo malo es que al pobre franciscano, cuando repetía el numerito en otros
conventos, siempre salía algún fraile cabrón con alfileres y punzones para
dejarlo como un coladero: “y en otros muchos lugares de Cataluña hicieron lo
mismo” (ib). Sospecho que la popularidad del predicador valenciano despertaba
suspicacias entre los monjes catalanes; por lo que, “aunque después se hallaba
lastimado y sentía dolor” (ib), siguieron acribillándole con agujas nada más
que ponía los ojos en blanco. Ahora entendemos que, cuando la popularidad y
los pinchazos eran apoteósicos en la Barcelona de 1583, decidió poner pies en
polvorosa. En Prades, ya de regreso al Reino, un fraile le suplicó que se
quedara a predicar; pero fray Nicolás, escarmentado: “respondió que no podía,
porque iba con prisa a morir a Valencia“; frase mística que, traducida en términos
literarios, sería: “¡Che, llanderol, vesten a puncharli el parruç a ta puta
mare!. A los veinte días de llegar a Valencia, el 23 de diciembre de 1583,
fallecía el perforado mártir Nicolás Factor.
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