Por Ricardo García Moya
Las Provincias 8 de Noviembre de 1998
Una coma que
se evapore o el cambio de vocal puede salpicar de humor el texto más anodino,
como el de aquella carta que remití a la directora de una biblioteca. En ella,
el habitual "un saludo" que suelo utilizar para despedirme se había
convertido en "un salido", acompañado de mi firma. En otro escrito,
la "expulsión de los moriscos" lo transformé en la "expulsión de
los mariscos"; y un "entrecomillado" lo degradé a "entrecolillado",
etc. Son erratas involuntarias, como el error que cometí en el artículo "Toneladas de flexió verbal" (LP, 31-X-98), motivado por la necesidad de
reducir citas farragosas. Borré una cita, pero no la obra a que pertenecía,
uniendo libro y autor distinto. Todo era correcto y textual, incluso la página
158 citada, pero la crítica sobre los extranjeros que confundían a catalanes y
valencianos no se encontraba en "Notas al canto del Turia" de 1778,
sino en las que el dominico Teixidor redactara años antes.
Otra cosa es el horror, no error, que produce la
masiva compra de productos en la lengua de Convergència
i Unió de las editoriales de Barcelona para catalanizar las bibliotecas del
Reino. Hagan la prueba por Internet y busquen, por ejemplo, la entrada Teixidor
de la Biblioteca Pública de Castellón. Comprobarán que Ediciones 62, Laia, Ediciones B, Edhasa, Crüilla, Premsa Catalana, Pòrtic, Orbis, La Galera, etc., están forrándose con
nuestros impuestos.
Hay erratas que no son tales. Un lector de LAS PROVINCIAS advertía educadamente sobre errores descubiertos en mi
artículo sobre el "Vocabulario del humanista". Alarmado, avisaba sobre "la trascendencia de la equivocación que
conduce a, por lo menos, confusión", (LP, 24- IX-98) . Por desgracia, y no es ironía, lamento decirle que no hubo equivocación; la "Gran Enciclopedia
Valenciana" ocultó la referencia al "Vocabulario del humanista",
(año 1569) y su
valioso contenido sobre el idioma valenciano. Aunque peor hizo Gulsoy con el citado
"Vocabulario" al afirmar que estaba en "catalán". ¿Y saben
dónde lanzó esta pequeña infamia, que diría Carmen Posadas? En la "Revista valenciana de filología" controlada por el IEC. Por algo se tituló
"Revista valenciana", sin
especificar si era de filología turca, vietnamita o valenciana.
La ocultación de libros se realizó conscientemente
en la GEV, y hay más casos idénticos al anterior. En 1667 publicaba J. Batiste
Ballester el "Ramellet del bateig";
obra considerada por la "Gran Enciclopedia Catalana" como la más valiosa
del autor, especialmente por su "apología
de la lengua catalana". Afirmación rara, muy rara, pues Batiste
ensalzó la "destrea de la llengua
valenciana", incluyendo normas gramaticales sobre la misma y -sin
erratas ni ambigüedades aludía despectivamente a la catalana.
Tiempo después que la "GEC" se publìcaba
la "Gran Enciclopedia Valenciana",
magno empeño que rectificaría, ¡suponíamos!, los errores citados. Lamentablemente fue lo contrario. Igual que
silenciaron el "Vocabulario del humanista", también ocultaron el
"Ramellet del bateig" al
citar las obras de Batiste. ¿Fue casual el olvido de una obra que defendía la
lengua valencia- na en 1667? No,
rotundamente no, pues los autores de la
"Gran Enciclopedia Valenciana"
eran los mismos que colaboraron en la "Gran Enciclopedia Catalana":
Joan Fuster, Sanchis Guarner, Alfons Cucó, Ernest Lluch, Dolors Bramon, etc.
Conocían, por tanto, que Batiste Ballester era autor del "Ramellet",
obra peligrosa que convenía censurar.
Con la estrategia que todavía practican, fingiendo
imparcialidad, contrataron a unos pocos
intelectuales valencianistas para cubrir entradas léxicas secunda- de la "Gran Enciclopedia
Valenciana". En ella, además de escamotear información, atribuían el uso de ridículos inventos léxicos catalaneros
a nuestros clásicos, hasta el punto de
meter la "amb" de marras
al misógino Jaume Roig en sus versos de
1459. Lo pueden comprobar en la entrada
"Dormir" de "GEV": "Amb ses loçanes". Los
errores (?) devoran hasta el gentilicio. Así, los chicos de PJ están emperrados
en ello, desde el encumbrado Umbral que
aludía al "chalet de un amigo levantino
adonde va Aznar" ("El Mundo", 29-VII-98), hasta el crítico de
cine. "Tabarca, isla de Levante"
("El Mundo", 14-X-98). Comprendemos que hay topónimos conflictivos
como Asquerosa y Porquerizas, que adoptaron por razones obvias los de Valderrubio y
Miraflores de la Sierra; pero no es ofensivo, creo, escribir "amigo
valenciano" o "isla valenciana", a no ser que en "El Mundo" desconozcan que Tabarca o Benicássim
están en el Reino de Valencia. No es la primera vez que nos endosan un
seudotopónimo. En la longua do germanía
de los siglos XVII y XVIII aparece el topónimo
"Molancia", usado
por la rufianesca para aludir a Valencia.
Un intelectual como Cela no tiene miedo en recordar
que el territorio que acoge a Castellón, Alicante y Valencia se llama "Reino de Valencia" (Cela:
"Diccionario geográfico". Madrid 1998, p. 79). Por el contrario, en
el programa "Negro sobre blanco",
de TVE, un pedante sentenciaba que "Azorín
era un levantino que hablaba catalán", ante la sonrisa complaciente de
Sánchez Dragò. Si hubieran leído al de Monòver se enterarían de que presumía de
ser valenciano y que amaba a la "lengua
valenciana" (Azorín: "Ejercicios", Madrid 1960, p. 210). Resumiendo, amigos lectores: hay erratas
simpáticas, errores por despiste y, lamentablemente, falsos lapsus que producen
horror.
'>payesas
de la Seo d'Urgell y sus paisanos debieron hablar catalán desde la prehistoria"
(Racionero, L.: "EI Mediterraneo y los bárbaros del Norte" Barcelona
1996, p. 113).
Racionero afirma que las legiones de caparras romanos que
vegetaban por Tarragona no pudieron influir en el catalán prelatino.¿Qué
apuestan a que el IEC termina diciendo que el catalán fue la madre, el padre y el abuelo del indoeuropeo?
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