martes, 31 de marzo de 2015

FALLAS DE VALENCIA CON CUATRO BARRAS Y OTROS “DESPISTES”


Ricardo García Moya
Las Provincias 20 de abril de 1992

La Generalidad Valenciana, en su alocado afán catalanista, sustenta publicaciones que destruyen poco a poco la persona­lidad de nuestro pueblo. Así, en la revista "Camacuc" (marzo, 1992) encontramos un cómic que descri­be el ambiente de la "Nit de la Planta" en Valencia. Los protago­nistas, en su deambular urbano, observan la atareada labor de las comisiones; pero, casualmente, to­dos los falleros adornan las calles y "casals" de la capital con banderas de cuatro barras, como si fuera lo más normal del mundo. Por tanto, no es extraño que, desde Cataluña. consideren un hecho que los atle­tas valencianos desfilen bajo las cuatro barras en la Olimpiada de Barcelona.
Los que observen este cómic en Alicante y Castellón -donde la "inmersió" funciona a tope- pen­sarán que la cuatribarrada es la bandera propia. "Camacuc", obvia­mente, cuenta "amb el recolçament" económico de la "Conselleria de Cultura". Quizá, si hubiera protestas recordando al mentiroso dibujante que las calles de Valencia estaban cubiertas con Reales Señe­ras, respondería que es un despiste como el sucedido en la Feria de Berlín con el pabellón de Katalonia; es el recurso habitual de estos indi­viduos.
No obstante, algún colaboracio­nistas -ciego de orgullo- prego­na sus proezas. Es el caso del va­lenciano Enric Valor, "Premi d'Honor de les Lletres Catalanes (1987)". En declaraciones recien­tes. "recuerda con afecto aquellas campañas de agitación catalanista en Alicante" (E. C. Febrer, 1992, p. 19) en los años treinta, y cómo "aplicaron una nueva forma de es­cribir, de acuerdo con las Normas del Instituto de Estudios Catala­nes"; todo ello con engaño, pues aparentaban defender el valencianismo.
Este catalanero se carcajea (se­gún escribe Toni Ferrando, perio­dista catalán) recordando la crea­ción de la "Agrupació Regionalista Alacantina (...) i que nosaltres vam inventar alló de pancatalanisme", realizando acciones simbólicas como "ir a poner la cuatribarrada al Ayuntamiento de Alicante, cam­biar nombres de calles y plazas: la Rambla de Méndez Núñez la bauti­zamos con Rambla de Cataluña, y a la plaza de los Luceros la trans­formamos en plaza de Cataluña" (E. C. Febrer, 1992, p. 20) Para que la destructiva labor fuera com­pleta faltaba un detalle: "feien antivalencianisme mirant cap al Principal". Es decir, fomentaban el odio a Valencia para favorecer el catalanismo; todo ello fingiendo ingenuidad.
La cantera es mimada con esme­ro por las autoridades catalanas mediante becas y "ayudas a la cul­tura nacional". Es el caso de los "XIV Premis Baldiri Reixac. 1992" que, puntuales y generosos -con más de diez millones y medio de pesetas-, llegan a la Comunidad Valenciana para "estimular la es­cuela catalana" y recompensar tra­bajos "que suposin un esforç en la realitat nacional catalana i en la nostra tradició". Estas gratificacio­nes millonarias caerán en escuelas que colaboren y destaquen por su "projecte educatiu en llengua i cul­tura catalana"; en maestros que lu­chen por la pedagogía que "estimuli 1'ensenyament en cátala" y, principalmente, en los alumnos-víctimas de los maestros anteriores, siempre que redacten en perfecto catalán y no otviden la "realitat na­cional catalana".
La posibilidad de que "caiga" al­guna recompensa del Principado, hace que estos peones se esfuercen en su siniestra tarea. Así, en "Cul­tura i Aula", otra "joya" catalanera que remiten a los estudiantes va­lencianos, insisten maliciosamente en la catalanidad de los papas Borja (C. A. 17-3-92) manipulando la expresión "catalani", que los italia­nos usaban como insulto para de­signar a los procedentes de la pe­nínsula ibérica ¿por qué jamás re­curren a algún intelectual valencia­no de la época, como Martí de Viciana, que testificó la valencianía de los Borja y el uso de la lengua valenciana?
Hubo, como es natural, relacio­nes de los Borja con Cataluña y ¿por qué ocultarlo? La más intensa fue la protagonizada por Juan Borja, duque de Gandía, en su visita a Barcelona en 1493; aunque no pa­rece que le moviera la catalanización, como al citado Enric Valor. Una carta de César Borja, escrita en valenciano, conminaba a su herma­no Juan para que atemperara la conducta, pues: "han escrit a Sa Beatitud (Alejandro VI) que anaveu de nit per Barcelona matant gossos e gats, visitant lo bordell e jugant molts diners". Después de las aventuras cinegéticas nocturnas -y sin realizar ningún "curset normalitzador"-, Juan Borja continuó el viaje a Valencia.
En fin, ya vemos que los habitua­les "despistes" de la Generalidad concuerdan con la táctica emplea­da por Enric Valor para catalanizar Alicante. Posiblemente, cuando el pueblo descubra el engaño, estos personajes actúen como los prota­gonistas de un hecho acaecido en el siglo XVI en Valencia: "en la ca­lle San Vicente, un prodigio harto notable: a las diez horas del día vie­ron salir de una casa ratonazos muy grandes y otros muchos pe­queños, que iban de acá para allá temerosos y asustados; y los que estaban fuera mirando los ratones cómo andaban turbados, vieron caer toda la casa en peso" (Cortés, J: Tratado de los Animales, Valen­cia 1672, p. 317) La metáfora es merdiana, y los ratonazos ¿quién no los conoce?


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