REVISTA DE HISTORIA MODERNA
Número 25 - 2007
LA GUERRA DE SUCESION EN VALENCIA (XXIV)
RETROSPECTIVA HISTORIOGRAFICA Y ESTADO DE LA
CUESTION.
Páginas: 303 a 329
Autor: Carmen Pérez Aparicio.
Es cierto, sin embargo, que el erudito de
Oliva llevó a cabo años antes algunas diligencias al respecto. De hecho, en
1734, el canónigo don José de Castellví le remitió la obra de Minyana para su
revisión y dos años más tarde su hermano, el conde de Cervelló, desde su exilio
en Viena, manifestaba su interés por recibirla y publicarla. No fue posible. El
resultado traumático que para los valencianos -de cualquier filiación política-
tuvo el conflicto sucesorio, puede explicar las dificultades encontradas,
incluso entre los propios intelectuales austracistas, para editar la referida
obra. Llama la atención incluso que el propio Mayans, distanciado ya también de
la causa austracista abrazada por su padre, reproche a los seguidores del
archiduque el haber dado motivo a la abolición de los Fueros, aunque por otro
lado mantenga el tono quejumbroso hacia esta decisión de Felipe V y considere
el tema "molesto" para los valencianos. De todas formas, el hecho de
que la obra estuviera escrita en latín y su publicara en Holanda, limitó
necesariamente su proyección al campo erudito, sin que los votos formulados por
el ilustrado valenciano para una pronta traducción se vieran cumplidos hasta
casi dos siglos después.
Muy similares fueron las vicisitudes que
rodearon la publicación de la memoria del conde de Robres, que permanecieron
inéditas hasta 1862. Su autor, de clara filiación borbónica, como Minyana, fue también un testigo excepcional de los
acontecimientos, vividos en la primera fila de la escena política. Su obra
rezuma un amplio bagaje intelectual y
una sólida formación histórica y política y se caracteriza y destaca por una
escrupulosa imparcialidad y por una capacidad de análisis y de juicio claramente
excepcionales en el panorama historiográfico sobre la Guerra de Sucesión.
De otro lado, su origen aragonés, y su conocimiento del sistema político y del
entramado institucional de la Corona de Aragón, convierten sus Memorias en una
lectura inexcusable para comprender el conflicto sucesorio desde una
perspectiva periférica. Por lo que se refiere al asedio de Játiva por las
tropas borbónicas, n dudó en hacerse eco de las atrocidades cometidas por el
ejército contra los defensores de la población. Todos los defensores fueron
exterminados por resistirse a las tropas D'Asfeld, pero, en su opinión, la
actitud temeraria de los setabenses no justificaba el furor y la venganza con
la que se comportaron los vencedores contra la población civil, deportada a
Castilla, confiscados sus bienes y destruida finalmente la ciudad por una orden
aprobada en la Corte.
Mejor suerte corrieron las obras del marqués
de San Felipe y de Belando, que fueron publicadas en vida de Felipe V, pero el
hecho de tratarse, como la de Robres, de
obras generales sobre la guerra y el del primer
Borbón explica que su interés sea limitado desde la perspectiva
estrictamente valenciana. La obra del marqués de San Felipe, aparecida en 1725,
es, sin duda, la más ambiciosa de las
que se publicaron en la centuria. Militar y diplomático sardo al servicio del
Borbón, con quien mantuvo una cierta amistad, también literato, fue testigo y protagonista de unos
acontecimientos que recoge en general con rigor e imparcialidad, virtudes ambas
que no pudieron evitar que el Borbón, disconforme con el tratamiento dado en
distintos pasajes de la obra a la actitud de diferentes personajes, ordenara su
retirada en el mismo año de su publicación. San Felipe, muestras, además, y una
gran capacidad narrativa y analítica, lo que le sitúa en conjunto a mucha
distancia de Minyana. Sin embargo, como es lógico, las referencias al Reino de
Valencia son muy escasas y a veces confusas, si bien predomina la exactitud y
la concisión.
Desde una postura comprometida con el Borbón,
utiliza un lenguaje moderado para referirse a los partidarios del archiduque,
aunque no ahora duras críticas a las clases populares ni mucho menos a su
líder, el general Basset. No obstante, la obra revela cierta falta de rigor en
algunos pasajes, lo cual es comprensible en una obra de tal envergadura, y en
otros muy puntuales una clara y grosera manipulación de los hechos, como, por
ejemplo, cuando pretende atribuir el incendio de la ciudad de Xátiva, llevado a
cabo en junio de 1707, a la acción desesperada de los austracista sitiados por
las tropas del francés D'Asfeld. De esta forma tan burda trata de ocultar que la total destrucción de la ciudad
se produjo, de manera premeditada, casi un mes después de ocupada la ciudad por
el ejército borbónico, en cumplimiento de las órdenes dictadas por el propio
rey, que se mostró insensible a las peticiones de clemencia formuladas. A favor
del historiador hay que apuntar la valentía con la que reflejó algunos
episodios dramáticos que ponían en entredicho la política llevada a cabo por el
gobierno borbónico.
La obra del alicantino fray Nicolás Jesús de
Belando completa el panorama historiográfico del XVII español. Bajo un enfoque
también borbónico, el autor manifiesta en el prólogo su propósito de escribir "desnudo
de pasión", lo que se deja notar en el tono ponderado de la narración y de
los juicios, tan alejados, por ejemplo, de los excesos verbales
descalificatorios del también eclesiástico Minyana. Este afán por conseguir un
tomo moderado y pretendidamente aséptico y
sobre todo su intención de respetar al máximo el deseo de FelipeV, que
"no quiere que se diga cosa alguna contra particulares ni contra la
Monarquía", le obligó a ocultar aquellos
aspectos que podían resultar más
problemáticos, como él mismo lo anuncia: "aunque no lo digo todo falto a
la verdad de la narrativa".
A pesar de ello, no escatima descalificativos contra los
campesinos valencianos seguidores del archiduque Carlos, a los que tacha de
"facineroso y forajidos", y en cuanto a la veracidad de su relato es
algo dudosa cuando se hurga en algunos de los episodios más dramáticos de la
guerra. La noticia de la destrucción de Xátiva, por ejemplo, no permite a
Belando superar la prueba de esa pretendida objetividad. Como también hiciera el
marqués de San Felipe, exonera al Borbón de su exclusiva responsabilidad en la
orden de incendiar y arrasar la ciudad, cuya población se aproximaba a los diez
mil habitantes. Para ello no duda en exponer la tesis de la autoría compartida entre borbónicos y
austracistas. En su afán por disculpar al rey de las decisiones más criticadas,
tampoco se priva Belando de formular opiniones más que discutibles. Así,
respecto del tan denostado por todos los valencianos Decreto de 29 de junio de
1707, dice que los Fueros "más fueron moderados que abolidos, pues no en
todo espiraron sino en parte se suspendieron".
Así pues y aunque resulte llamativo, "De
bello rustico valentino" es, con todas sus limitaciones y aciertos, la
primera y única historia de la Guerra de Sucesión en el Reino de Valencia hasta
los tiempos actuales y punto de arranque de toda la literatura posterior. En el
siglo XIX, otros historiadores se han ocupado del tema, pero, o bien han
derivado hacia la defensa de los Fueros o han tratado el periodo en el contexto
de historias más generales. El primero es el caso de Borrull y Vilanova, cuya
obra fue publicada en 1810. El hecho de haber sido elaborada en unas
circunstancias históricas excepcionales, explica que el enfoque y el alcance de
la misma sean de carácter eminentemente político. Ya de entrada, establece como
punto de partida un claro paralelismo entre la llegada de Felipe V y de su
ministro Amelot, a quien atribuye el plan para suprimir las leyes forales, con
la invasión napoleónica. La obra rezuma francofobia por los cuatro costados,
planteamiento éste muy alejado des de las obras escritas durante el reinado de
Felipe V.
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