Philippe Blanchet
Profesor de Sociolinguística, Universidad de Rennes 2, Alta Bretaña,
Francia
Director del Centre de Recherche
sur la Diversité Linguistique de la Francophonie
Maniobras políticas
Arrojemos
una buena luz aquí sobre los tres ejes fundamentales de las maniobras políticas
occitanistas.
(i)
Uno de los más importantes está arraigado en la
oposición sistemática a los intelectuales provenzales y promotores de la lengua
(incluyendo las asociaciones), la
oposición al renacimiento provenzal a partir del siglo XIX, y las
características relacionadas (ortografía, escritos, normas lingüísticas,
actividades...), y lo que es más, a
la lengua Provenzal y a las
propias identidades. Evidencia de ello se puede encontrar ya en Lafont 1954,
que comenzó a difundir la visión de un Mistral que se suponía que era
“conservador” y con mucho menos talento de lo que normalmente se cree, con el
fin de deshacerse de este antepasado embarazoso (véase también Lafont 1971ª:
137; Armengaud y Lafont 1979: 775; un buen resumen de las posiciones anti
Mistral en Bayle 1975: 137-139). La seria y objetiva biografía de Mistral hecha
por Mauron (1993) ha corregido esto mucho después. En una escala más amplia, la
famosa organización de Mistral, el Félibrige,
fue constantemente atacada y acusada de no ser más que un grupo de burgueses tradicionalistas (Lafont
1971ª: 137-151; Pasquini 2001; un resumen en Barthès 1988: 415-416) cuya lengua
y acciones fueron presentadas como cada vez más distantes del pueblo (Garavini
1970: 144; Pasquini 1986: 109-110 y Pasquini 2001). Se dijo que habían elegido
su propio dialecto “inferior” provenzal local, muy influidos por los franceses,
para convertirlo en la norma de referencia para toda la Lengua de Oc, y su sistema ortográfico se presentó como una mera
adaptación del francés, por tanto imposible de aplicar a cualquier otro
dialecto (e. g. Bec 1983: 107; Pasquini 2001; Kremnitz 2001: 30-31). Del propio
Mistral, porque su gloria podía ser útil, se dijo que había preferido una
especie de ortografía occitanista primero y haber sido obligado a adoptar este
otro sistema por su maestro Roumanille (Lafont 1972b: 18; Armengaud y Lafont
1979: 884; Kremnitz 2001: 30; véanse las correcciones en Barthès 1987: 201-205
y Mauron 1993: 104-105).
El
mero hecho de sentirse “provenzal” y no “occitano” se señalaba como una
traición que era resultado de la “ruptura” de la unidad occitana por parte de
los franceses... (e.g. la última palabra de Lafont en Boyer y Gardy 2001: 468).
La minimización de la posición de la lengua provenzal, la ortografía y la
fuerza cultural también ha sido una estrategia constante occitanista. Sibille
(2000: 36) escribe que “Una fracción
radical de los movimientos provenzalistas se niegan al consenso [con los
movimientos occitanistas] y sigue
manteniendo la polémica sobre estas cuestiones”. La llamada “fracción”
resulta ser una gran mayoría, de hecho (véase Blanchet 2002a). Lafont (1972b: 5
y 20) afirma que la reforma ortográfica occitanista “ha tenido éxito atrayendo a los nuevos escritores provenzales (...)
cuya mayoría tienen menos de cincuenta años”. Suele ser un argumento
habitual por parte de los occitanists, el deseo de aparecer “modernos y
triunfantes”, pero esto no reside en datos básicos: por el contrario, cuando se
recogen datos objetivos, se revela que hasta el 90 por ciento de las
asociaciones provenzales en funcionamiento en 1990 y el 95 por ciento de los escritores contemporáneos
provenzales (incluyendo a los más jóvenes) han elegido la ortografía provenzal
“mistraliana” (Blanchet 2002ª: 16-20 y 117). Además, algunos de los escritores
raros y famosos que utilizaban la ortografía occitana acabaron por volver a la
“mistraliana” (e. g. S. Bec 1980).
Muchos
estudios rigurosos (a menudo recientes) han demostrado que casi todo esto es
erróneo (véase Barthès 1987; Duchêne 1982 y 1986; Mauron 1993; Calamel y Javel
2002; resúmenes en Blanchet 1992 y
2002a). Esta estrategia de estigmatización se explica por dos razones
principales:
(a)
Mistral y su Félibrige
eran tan famosos que fue necesario desestabilizarlos con el fin de
sustituirlos;
(b)
la “excepción” provenzal, con su ya adoptado sistema
ortográfico, sus diccionarios y libros de gramática, sus famosos escritores, su
red de asociaciones (aunque no relacionadas con el Félibrige), su fuerte sentido de identidad regional junto con su
total aceptación de su lado francés, y sus originales principios de política
lingüística, constituyeron –y siguen
constituyendo- el principal obstáculo a la propaganda y acción occitanista.
(ii) Otra maniobra política
occitanista importante se puede observar en sus discursos sobre partidos
políticos y sus enlaces con la Administración. Por diversas razones, incluyendo
su estrategia activa y sus visiones centralistas, los partidarios occitanos
siempre han tenido éxito para ser oídos por la Administración central francesa
en París. Concurrente con la famosa “Ley Deixonne” de 1951 (sustituida ahora
por otro texto) que permitió enseñar “dialectos locales” en las escuelas
francesas, el propio nombre de Occitano
se utilizó por vez primera: el nuevo Institut
d’Etudes Occitanes (IEO) se presentó a sí mismo como “nacido de la
Resistencia” y luego presentó a los otros movimientos –principalmente el Félibrige provenzal- como una
organización conservadora culpable de haber “colaborado” más o menos con el
régimen de Pétain en Vichy y, por tanto, con los nazis (pero véanse “los
cadáveres en los armarios” más adelante). Esta tendencia a acusar a cualquier
persona u organización contradictoria de estar “aliada con las ideologías y
partidos políticos de extrema derecha” siempre ha sido muy utilizada por los
occitanistas (y difundida, véase Ager 1990). Lafont y Armengaud (1979: 865)
sostienen que al oponerse a Félibrige, el IEO se opone “a los nostálgicos del régimen de Vichy”. Añaden (1979:868 y 901)
que “Fueron impartidos cursos de occitano
por miembros de Félibrige a los agentes alemanes de los servicios de seguridad”,
sin ninguna prueba en absoluto de esta afirmación, naturalmente. Regularmente
aparece la misma clase de acusación: Sumien (2000: 6) menciona un”breve y misterioso período en que Mistral
perteneció a la Acción Francesa” (el partido nacionalista de derechas de
Maurras que apoyó a Pétain), lo que es completamente falso. En 1988, cuando
organizaba su festival anual en Gap, el importante movimiento provenzal llamado
Unioun Prouvençalo tuvo que dar un
comunicado: fue acusado públicamente por parte de militantes occitanistas de
estar relacionado con el Frente Nacional (un partido francés fascista), lo que
es también una completa falsedad.
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