Autor: Ricardo García Moya
La viuda Conejos, en
1750, imprimía un sermón de fray Ignacio Bogart que sorprendía por su
agresividad. Predicado en Alzira el día del Corpus, el probable antepasado de
Humphrey Bogart hablaba del campo de batalla, el fusil, “la vayoneta” (sic),
bombas, terremotos, etc. Predicador del convento de Santa Bárbara de Alzira,
Bogart se mostraba orgulloso de “nuestro Reyno de Valencia”; aunque sólo escribiera
en castellano y latín No obstante, sabemos que el valenciano era la lengua común
entre los religiosos, estuvieran en Alzira o muy alejados del Reino.
Prueba de lo anterior es
el testimonio de fray Joseph Marqués, misionero en el desierto de Sonora y
territorio apache hacia 1770. El manuscrito de su compañero fray Garrigós (que
dimos a conocer en un diario que ahora es vasco), cuenta anécdotas como la del
fusilero valenciano que se jactaba de matar indios, hasta que “entrando a batallar
con los apaches, salió con una pierna quebrada de un balazo, y hoy anda con una
pierna de palo” (Bib. Nac. Ms. 5695). De más valor son las frases que, en
idioma valenciano, pronunciaba el misionero: “¡Chic, porta sucre esponchat”
(f.78); “Chusep, preno com vullgues, que ya no puch mes” (ib.) “Es molt guapa
esta fadrina, yo la vullc molt” (f.58). En ambiente castrense, el franciscano
lanzaba expresiones duras: “¡Cabró, busca qui et crega” (f.58). Estas frases
en valenciano del XVIII son intercaladas en el texto castellano y, en contra de
lo que la inmersión dice, usar la palatal africada sorda en voces como “Chusep”
no era castellanismo, sino un distanciamiento respecto al castellano
“Joseph”.
Igual que el valenciano
herido por los apaches, quizá algún miembro de los Bogart anduviera ya por el
Nuevo Continente hacia 1750. La conexión entre los Bogart de Manhattan y los
del Reino es la incógnita que permite especular tomando como base la rareza
del apellido. Las raíces maltesas que se le atribuyen quizá fueran fruto de los
expedicionarios valencianos que defendieron la disputada ínsula de los
turcos, e incluso la gobernaron. A fines del XVII, el Gran Maestre de Malta era
el valenciano Perellós, el mismo que comenzó la construcción del gran templo
a la Virgen de los Desamparados junto a la fortaleza de La Valeta, centro
estratégico del Mediterráneo.
Respecto al idioma de los
alcireños coetáneos de Bogart lo observamos en textos como las “Dezimes en valenciá”,
cuyo autor pudiera ser el licenciado Pedro Martí, conocedor del griego y
capaz de componer ingeniosos anagramas y acrósticos latinos. (Martí, P:
Oración que el clero de Alcira consagró a S.Cathalina. 1736) Los versos siguen
el modelo octosilábico de la espinela, y su contenido está dedicado a Vicent
Agrait, vicario de S. Catalina de Alcira, El poeta, con la naturalidad de
saberse en posesión de una lengua singular, recuerda que escribe “en
valenciá”. En el análisis del texto observamos que la tilde grave no era
diacrítica de vocal abierta, sino que era la única forma utilizada, incluso en
el texto castellano del bilingüe opúsculo: “podrèmos esperar” (p.42). Observamos
la preposición valenciana “en” (no la inexistente amb) y la voz culta
“peregrina” (del latín “peregrinus”), alusiva a la visita de los alcireños a
la Parroquial de Alcira, “en devoció peregrina”. La inmersión suele
traducirlo por el arcaísmo “pelegrina”, voz que pervive en su forma masculina
como linaje o apellido.
El gerundio “elevant” y
el pronombre enclítico “la” están unidos morfológicamente, “elevantla hasta el
zenit”; y encontramos la preposición “hasta”, usual en el idioma valenciano del
XVII, que sustituyó a “fins” para evitar anfibología con el adjetivo homógrafo.
El fonema geminado [.] de la lengua catalana no existe en el idioma
valenciano; de ahí que los alcireños escribieran “digué glories excelents” en
1736, con la líquida lateral alveolar sonora “l”; no “excel.lents”, con
geminada. En la frase: “y ell sempre quedá agrait”, además de la copulativa y
griega observamos la utilización de quedar, verbo que algún inmersionista
sustituye errónea y sistemáticamente por “restar”.
En la frase “vent
obsequiar a sa insigne Titular” emplean el gerundio vent, con la reducción
vocálica del verbo valenciano vore (no el “veient” de “veure”). La permanencia
de derivados cultos del latín “titulus” explica la aceptación de voces como
“titul”, y el rechazo de arcaísmos vulgares como “titol”. Los lectores del
opúsculo de 1736, al leer “sa insigne Titular”, armonizaban fonéticamente adjetivo,
verbo y sustantivo; de ahí que “titul” se integrara plenamente en el léxico
valenciano del XVIII. (“com tenen tituls y honors”, Bib.Nic. Primitiu, Ms.
419, h.1790) Una lengua no es superior por poseer más grupos consonánticos que
sus vecinas, aunque el IEC opine lo contrario. En el verso “eterniza este escrit”,
además del demostrativo “este” (no “aquest”), vemos la forma valenciana del
verbo “eternizar”, sin el dígrafo tz del catalán “eternitzar”. Con letra
pequeña, la falsa Gramática valenciana editada por la Generalidad (Bromera
1996) reconoce que: “en los verbos con el sufijo -itzar- , la grafía tz se pronuncia
habitualmente como alveolar fricativa sonora z”. (p.34). Lo que ocultan es que
en valenciano, además de pronunciarlo, se escribe; como vemos en la poesía
alcireña de 1736.
Aparte del eslabón
perdido entre los Bogart valencianos y los de Manhattan, hay otra duda: ¿Por
qué Bogart castellanizó en Bogard su apellido? El fraile era una persona sensible
que pintaba óleos, teorizaba sobre el arte y amaba el colorido del pintor de
batallas March (Bogard: El retrato de Jesu Christo. 1745, p.10). Quizá ese
prurito esteticista motivó el cambio de la t a la d, siguiendo el paradigma de
Madrit en valenciano y Madrid en castellano: (“Madrit”, Orta: Fiestas por la reliquia de
S.Vicent,1600, p.42; “desde Silla a Madrit” Vercher: En la velá d’un
albat,1865,p.8). Uno de sus admiradores, que los tenía, ideó un anagrama donde
las letras de Bogard se trocaban en “D garbo” (El retrato,p.24); artificio
también usado por fray Miguel Enrique en versos sobre el arte del franciscano:
“Es en el arte de Apeles / tan airoso y remirado, / que siempre que Bogard pinta
/ saca pintura d garbo” (ib.p.24). Falta aclarar si la grafía Bogard fue un
recordatorio de un Bogarde o Bogardus foráneo o, lo más probable, una simple
castellanización de este fraile que sólo usó en valenciano la palabra “Iscariot”
(Ib,14); y conste que no aludía a ningún político actual.
Diario de Valencia 3 de junio de 2001
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