miércoles, 11 de enero de 2012

BOGARD Y BOGART



Autor: Ricardo García Moya



La viuda Conejos, en 1750, imprimía un sermón de fray Ignacio Bogart que sorprendía por su agresividad. Predicado en Alzira el día del Corpus, el probable antepasado de Hum­phrey Bogart hablaba del campo de batalla, el fusil, “la vayoneta” (sic), bombas, te­rremotos, etc. Predicador del convento de Santa Bárbara de Alzira, Bogart se mostraba orgulloso de “nuestro Reyno de Valencia”; aunque sólo es­cribiera en castellano y latín No obstante, sabemos que el valenciano era la lengua co­mún entre los religiosos, estu­vieran en Alzira o muy aleja­dos del Reino.
Prueba de lo anterior es el testimonio de fray Joseph Marqués, misionero en el desierto de Sonora y territorio apache hacia 1770. El manus­crito de su compañero fray Garrigós (que dimos a conocer en un diario que ahora es vasco), cuenta anécdotas como la del fusilero valenciano que se jactaba de matar indios, hasta que “entrando a bata­llar con los apaches, salió con una pierna quebrada de un balazo, y hoy anda con una pierna de palo” (Bib. Nac. Ms. 5695). De más valor son las frases que, en idioma valen­ciano, pronunciaba el misio­nero: “¡Chic, porta sucre es­ponchat” (f.78); “Chusep, pre­no com vullgues, que ya no puch mes” (ib.) “Es molt gua­pa esta fadrina, yo la vullc molt” (f.58). En ambiente cas­trense, el franciscano lanzaba expresiones duras: “¡Cabró, busca qui et crega” (f.58). Es­tas frases en valenciano del XVIII son intercaladas en el texto castellano y, en contra de lo que la inmersión dice, usar la palatal africada sorda en voces como “Chusep” no era castellanismo, sino un dis­tanciamiento respecto al cas­tellano “Joseph”.
Igual que el valenciano heri­do por los apaches, quizá al­gún miembro de los Bogart anduviera ya por el Nuevo Continente hacia 1750. La co­nexión entre los Bogart de Manhattan y los del Reino es la incógnita que permite espe­cular tomando como base la rareza del apellido. Las raíces maltesas que se le atribuyen quizá fueran fruto de los ex­pedicionarios valencianos que defendieron la disputada ínsu­la de los turcos, e incluso la gobernaron. A fines del XVII, el Gran Maestre de Malta era el valenciano Perellós, el mis­mo que comenzó la construc­ción del gran templo a la Vir­gen de los Desamparados jun­to a la fortaleza de La Valeta, centro estratégico del Medi­terráneo.
Respecto al idioma de los al­cireños coetáneos de Bogart lo observamos en textos como las “Dezimes en valenciá”, cuyo autor pudiera ser el li­cenciado Pedro Martí, conoce­dor del griego y capaz de com­poner ingeniosos anagramas y acrósticos latinos. (Martí, P: Oración que el clero de Alcira consagró a S.Cathalina. 1736) Los versos siguen el modelo octosilábico de la espinela, y su contenido está dedicado a Vicent Agrait, vicario de S. Catalina de Alcira, El poeta, con la naturalidad de saberse en posesión de una lengua sin­gular, recuerda que escribe “en valenciá”. En el análisis del texto observamos que la tilde grave no era diacrítica de vocal abierta, sino que era la única forma utilizada, incluso en el texto castellano del bi­lingüe opúsculo: “podrèmos esperar” (p.42). Observamos la preposición valenciana “en” (no la inexistente amb) y la voz culta “peregrina” (del la­tín “peregrinus”), alusiva a la visita de los alcireños a la Pa­rroquial de Alcira, “en devoció peregrina”. La inmersión sue­le traducirlo por el arcaísmo “pelegrina”, voz que pervive en su forma masculina como linaje o apellido.
El gerundio “elevant” y el pronombre enclítico “la” es­tán unidos morfológicamente, “elevantla hasta el zenit”; y encontramos la preposición “hasta”, usual en el idioma valenciano del XVII, que sus­tituyó a “fins” para evitar an­fibología con el adjetivo homó­grafo. El fonema geminado [.] de la lengua catalana no exis­te en el idioma valenciano; de ahí que los alcireños escribie­ran “digué glories excelents” en 1736, con la líquida lateral alveolar sonora “l”; no “ex­cel.lents”, con geminada. En la frase: “y ell sempre quedá agrait”, además de la copulati­va y griega observamos la uti­lización de quedar, verbo que algún inmersionista sustituye errónea y sistemáticamente por “restar”.
En la frase “vent obsequiar a sa insigne Titular” emplean el gerundio vent, con la re­ducción vocálica del verbo va­lenciano vore (no el “veient” de “veure”). La permanencia de derivados cultos del latín “titulus” explica la acepta­ción de voces como “titul”, y el rechazo de arcaísmos vul­gares como “titol”. Los lecto­res del opúsculo de 1736, al leer “sa insigne Titular”, ar­monizaban fonéticamente ad­jetivo, verbo y sustantivo; de ahí que “titul” se integrara plenamente en el léxico valenciano del XVIII. (“com te­nen tituls y honors”, Bib.Nic. Primitiu, Ms. 419, h.1790) Una lengua no es superior por poseer más grupos conso­nánticos que sus vecinas, aunque el IEC opine lo contrario. En el verso “eterniza este es­crit”, además del demostra­tivo “este” (no “aquest”), ve­mos la forma valenciana del verbo “eternizar”, sin el dígrafo tz del catalán “eternit­zar”. Con letra pequeña, la falsa Gramática valenciana editada por la Generalidad (Bromera 1996) reconoce que: “en los verbos con el su­fijo -itzar- , la grafía tz se pro­nuncia habitualmente como alveolar fricativa sonora z”. (p.34). Lo que ocultan es que en valenciano, además de pro­nunciarlo, se escribe; como vemos en la poesía alcireña de 1736.
Aparte del eslabón perdido entre los Bogart valencianos y los de Manhattan, hay otra duda: ¿Por qué Bogart caste­llanizó en Bogard su apellido? El fraile era una persona sen­sible que pintaba óleos, teori­zaba sobre el arte y amaba el colorido del pintor de batallas March (Bogard: El retrato de Jesu Christo. 1745, p.10). Qui­zá ese prurito esteticista mo­tivó el cambio de la t a la d, siguiendo el paradigma de Madrit en valenciano y Ma­drid en castellano: (“Madrit”, Orta:             Fiestas por la reliquia de S.Vicent,1600, p.42; “desde Silla a Madrit” Vercher: En la velá d’un albat,1865,p.8). Uno de sus admiradores, que los tenía, ideó un anagrama donde las letras de Bogard se trocaban en “D garbo” (El re­trato,p.24); artificio también usado por fray Miguel Enri­que en versos sobre el arte del franciscano: “Es en el arte de Apeles / tan airoso y remirado, / que siempre que Bogard pin­ta / saca pintura d garbo” (ib.p.24). Falta aclarar si la grafía Bogard fue un recorda­torio de un Bogarde o Bogar­dus foráneo o, lo más proba­ble, una simple castellaniza­ción de este fraile que sólo usó en valenciano la palabra “Is­cariot” (Ib,14); y conste que no aludía a ningún político ac­tual.

Diario de Valencia 3 de junio de 2001

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