miércoles, 28 de diciembre de 2011

LA LIBERTAD DE LA LENGUA (III)


Conferencia de Francisco Caja, Profesor de Filosofía de la Universidad de Barcelona y Presidente de “Convivencia Cívica Catalana”, organizada por AMICS DE FRAGA.-          Fecha= 15-Marzo-2.002

              Nadie, de este modo, puede resultar discriminado por razón de lengua, de conformidad con el art. 14 de la CE., que dice: “Todos los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, etc. o cualquier otra condición personal o social.” Y entras condiciones e halla de forma expresa la lengua. Todo español es igual ante la Ley, con independencia de la lengua, cualquiera de las diferentes lenguas españolas, que hable. Y nadie, en consecuencia, puede ser discriminado por razón de la lengua que hable. ¿Quiere esto decir que todas las lenguas, el castellano, el catalán, el aragonés, en sus diversas variantes, son iguales? Es evidente que no. Son los hablantes, porque ciudadanos,  los que son iguales ante la Ley, con independencia de que hablen una lengua minoritaria o mayoritaria. Son los ciudadanos los que tienen derechos, no las lenguas.
              Es esta una cuestión de suma importancia, por sus consecuencias políticas. Cuando se dice que el catalán, o el castellano está discriminado se está confundiendo, a veces intencionadamente, todo. Es esa una afirmación que anuncia la inmediata vulneración de los derechos lingüísticos de algún ciudadano. Las lenguas no pueden ser discriminadas, lo serán sus hablantes: como tampoco los territorios tienen lengua alguna, sí, en cambio sus habitantes, de modo que en ningún caso puede hablarse, si no queremos abandonar ipso facto los límites de la CE y la tradición que representa, de lenguas propias de un territorio o de una Comunidad Autónoma. Si me permiten la expresión ni las paredes oyen ni las piedras hablan. Tras esas paredes y esas piedras siempre existe alguna persona que es la que realmente tiene derechos…porque habla. No dejemos que los muros o las montañas aplasten a esas personas. Estamos ante una cuestión crucial. Una cuestión ejemplar pues nos enseña la regla esencial para proceder a la solución de los problemas políticos derivados de la lengua o de las lenguas. Pero, ¿por qué? Porque estamos aquí jugándonos las bases mismas del edificio político que la Constitución construye.

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