Por Ricardo García Moya
Desde hace unos decenios, la tenaz labor
catalanizadora, unida al desconocimiento que teníamos en temas vexilológicos,
favoreció la implantación de banderas de cuatro barras en algunos pueblos
valencianos; especialmente en los que habían incrementado población y
territorio en este siglo y no tenían enseña propia.
En reciente llamada al cabinista, se recomendaba a
LAS PROVINCIAS que "profundizara un poco más; pues en tierras de Castellón,
la cuatribarriada es normal en casi todos los pueblos", y Villarreal
"lleva la cuatribarriada en las fiestas desde hace muchos años". En
primer lugar, no son tantos años, pues se remonta a 1975, aproximadamente, el
inicio de la implantación de estas politizadas banderas. Por tanto, no hay que
ahondar mucho; todavía en la Guerra Civil, en 1936, los castellonenses, como
valencianos que eran, lucharon con banderas coronadas sobre franja azul
("El País", dominical, 6 abril 1986, p. 90).
En la década de los 70, los seguidores de Fuster y
Guarner, las introducían en fiestas y recitales fingiendo ingenuidad. Después,
una vez dada la apariencia de venerable tradición, se aprobaban con votos de
concejales que seguían consignas de partido. Así y todo, las ciudades
importantes, como Orihuela, no cayeron en la trampa de modificar su propia
enseña por la del rey de Aragón.
La implantación de simbología y lengua catalana ha
sido un paso previo para la despersonalización valenciana. También los jóvenes
que han sufrido la "inmersión", proclaman que los barbarismos
catalanes (desde el "amb" al "desenvolupar", pasando por el
"esport") pertenecen al léxico valenciano de toda la vida (su vida).
De igual modo, han logrado que "País valenciano" sea el título del
territorio "desde hace muchos años". El avasallamiento catalán está
convirtiendo en tradición lo que sólo son falsedades repetidas machaconamente.
Si en la Edad Media fue habitual la presencia de
banderas barradas, era por pertenecer a una confederación de estados que tenía
corno reino-cabeza al de Aragón. Su simbolismo era similar al de la bandera de
España que ondea actualmente en los edificios oficiales, junto a la de cada
autonomía; pero en la Edad Media tenían bandera propia los Reinos de Valencia,
Nápoles y Mallorca. Ahora bien, todos sabemos que la Corona de Aragón feneció
hace siglos y, otro poder expansionista, el catalán, usurpó su enseña. ¿Por
qué, entonces, ese empeño en adoptar una enseña que no es de nuestro
territorio?
Los ayuntamientos de pueblos valencianos que no
existían en el siglo pasado, que tenían dependencia de otro municipio o
carecían de heráldica (salvo el caso de Sagunto, que ha incluido la corona y el
Rat Penat arriba del asta, no en el tejido) son los que más
"presumen" de cuatro barras en banderas y adargas. Están repitiendo
un curioso fenómeno que sucedió en Cataluña a fines del siglo pasado. Quien lo
cuenta es Armando de Fluviá, historiador catalán:
"Los sellos municipales del siglo XIX y
principios del XX es que, por un patrioterismo mal entendido, la mayoría de
municipios quisieron incluir en los escudos la señal de los cuatro palos,
quizá pensando que poniéndolos serian más catalanes" (Fluviá, Armando:
"El Temps", 4 de mayo de 1987, p. 46").
Asi de simple es la motivación que está impulsando
el olvido de la heráldica propia, pues la bandera es sólo la traslación a un
soporte ligero –tejido- de los símbolos que expresan la singularidad de la
villa; sea la llave del Reino, como Biar, o el pájaro Oriol de Orihuela. Lo que
debiera hacerse -si es que todavía somos un pueblo singularizado, y no una
colonia de otra región- es regularizar la bandera de los pueblos que carecen de
ella, utilizando la Real Señera, y en su centro, la heráldica local. En la
actualidad, los ayuntamientos socialistas hacen esta superposición, pero usando
la bandera de Cataluña.
Las actuales autonomías de Andalucía, Extremadura,
Madrid y Rioja, como es sabido, fueron conquistadas con la bandera del rey de
Castilla. Jamás tuvieron bandera propia, pero Blas Infante, Leguina y otros
"diseñadores" crearon en nuestro siglo sus banderas y, que yo sepa,
no hay ningún pueblo en Andalucía, Rioja, Madrid o Extremadura que esté
tratando de imponer la bandera de Fernando III de Castilla y llorando por ser
castellano ¿Por qué en el Reino de Valencia, con una Real Señera propia desde
el siglo XIV, tratan de humillarla y adoptar la antigua con los palos de Aragón
y, ahora, de Cataluña? ¿Es que alguna vez han pertenecido Castellón, Santa Pola
o Villareal, por citar casos concretos, a Cataluña o Aragón?
De todas formas, difícil será adoptar cualquier
iniciativa con el poder en manos de una Generalidad que está formando mediante
la "inmersió catalana" -unos valencianos jenízaros-; y no es ningún
insulto, sino realidad. Los jenízaros fueron, en el siglo XIV, un cuerpo
militar de élite preparado por los turcos para luchar contra los ejércitos
católicos. Su disciplinada formación consistía en un lavado de cerebro, que
incluía la "inmersión islámica" para incrementar el odio a su misma
raza, ya que eran cristianos capturados en incursiones o hijos de cristianos
cautivos. Es decir, se transformaban en los enemigos más encarnizados y
crueles de su misma raza.
1 comentario:
Muy, muy interesante!
Gracias por compartir estos datos tan importantes hoy, cuando en Valencia y su Antiguo Reino se percibe una extraña tendencia y el empeño de algunos en cambiar lo lógico y natural por algo... "diferente" e incomprensible!
Para los ignorantes en el tema (como yo...) su blog aclara muchos aspectos de la realidad histórica que explican la realidad actual. Seguiré leyéndolo...
Un saludo !
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