Ricardo García Moya
Diario de Valencia 2 de Junio de 2002
Un titular del catalán “Información”
de Alicante dice: “La Academia no incluirá el término bellea, pero admitirá su
uso fogueril” (Inf. 22-5-02). La noticia es ofrecida como si el sustantivo
“bellea” fuera un torpe engendro de barraqueta fogueril y borrachera de cantueso;
y el polimorfo Rafael Alemany (director del Institut de Filología Catalana,
mentor de San Zaplana y académico de la de Ascensión), remata el vocablo:
“Desde el punto de vista normativo, el término bellea no es aceptable, el aceptado
por la Academia sería bellesa, pero ello no impide que dentro de la tradición
festera y en el contexto fogueril sí se pueda aceptar bellea”. Este bípedo,
tras pasarse la vida viviendo del catalán y catalanizando hasta las piedras,
se erige en torturador idiomático que humilla a la “Bellea del Foc”, al
descalificar la correcta morfología del título.
En la entrevista, otro tipo al
que han nombrado “responsable de Cultura de la Gestora Fogueril, Armando
Parodi”, prosigue la farsa: “en 1987, la Universidad de Alicante determinó que
la palabra correcta era bellesa, pero se podría tolerar bellea en el uso coloquial
de la fiesta”. Por lo visto, estos tíos son analfabetos o ciegos, pues no
distinguen entre la voz culta y valenciana “bellea” del vulgarismo catalán y
andaluz “bellesa”. Pretenden que creamos que “bellea” es una corrupción
equivalente a quien usa, en español, paine por peine o piaso por pedazo. No es
lo mismo y no nos engañan estos colaboracionistas: bellea es un sustantivo
abstracto que está presente desde los orígenes de la lengua hasta nuestros
días, en autores de más categoría que la de Rafelet Alemany o el foguerer
Parodi.
Seleccionemos algunos: “gran
bellea” (Canals: Traducció al valenciá del Valeri, 1395); “bellea” (Bib. Nac.
París. Llibre de les erbes, h. 1400); “la bellea” (March, Ausias: Obra
completa. Ed. Barcanova, p. 617, h. 1445); “dama de tanta bellea” (Roig:
Espill, 1460); “de singular bellea” (Esteve: Liber, 1472); “yo he amat la
bellea”(Corella: Salteri, 1490); “ab la strema bellea” (Martorell: Tirant,
1490); “tal bellea” (Mulet: Poesies a Maciana,1645); “bellea” (Ros: Tratat,
1736); “bellea” (Sullana: Voc. valenciá, 1921); “bellea” (Dicc. RACV. 1997)
Rafelet de Benidorm y su AVL
mienten al decir que es voz coloquial o rústica, pues saben que no pueden
admitir “bellea” sin quebrar la falsa teoría de la unidad lingüística. La
existencia de una categoría de sustantivos valencianos (no sólo abstractos) con
morfología singular de sufijo “ea” -independiente de los catalanes y
castellanos arcaicos que sonorizaban sibilantes en bellesa, altesa, noblesa...
-, es perseguida por la catalanera AVL, aunque las explicaciones ergológicas
(nos consideran colonia inculta) de la prohibición son pueriles. El uso de
conceptos abstractos condensados en un sustantivo es recurso literario de
idiomas complejos, de los que han tenido siglo áureo. El nuestro lo tuvo, con
creaciones léxicas que, disparatadamente, Ascensión y su academia prohíben. He
aquí algunos abstractos y otros que, por analogía, adoptaron el sufijo
valenciano: bellea, humildea, saviea, altea, fortalea, sordea, avínentea,
vellea, bonea, boniquea, fluixea, bravea, brutea, palidea, clarea, delicadea,
blanea, amplea, extranyea, fadrinea, llonguea, flaquea. tnistea, malea, netea,
llaugerea, torpea, ginea, naturalea, timidea, llegea, rarea, placidea, grandea,
grossea, destrea, agudea, enterea, infantea, riquea, tendrea, etc. Todos están
documentados literariamente y pertenecen al idioma valenciano; por esta causa,
por ser obstáculo morfoléxico a la implantación del catalán, están perseguidos
por la Generalidad de Tarancón y sus colgajos subvencionados: academia de
Ascensión, Canal 9, Universidad, gabinetes normalitzadors de CC. OO y UGT,
etc.
Si la AVL defendiera el idioma
valenciano (como hace la RACV) trataría de seleccionar lo que nos singulariza
del catalán, recobrando arcaísmos que no fueran los que nos impone Cataluña.
Aquí, con el aplauso de la Generalidad, el susodicho Armando Parodi Arróniz
expone la solución final para “bellea” y demás léxico hereje. El plan es este:
“En los documentas oficiales ya es utiliza bellesa, como en el acto de
proclamación, en nuestra revista y en la del Ayuntamiento; en la banda que se
impone a la máxima representante de la Fiesta aparece Bellesa del Foc. Poco a
poco se utilizará más y habrá que volcarse para que cale el término Bellesa del
Foc” (Información, 22-5-02).
Ya lo ven: “habrá que volcarse
para que cale el término bellesa”. Así, disimulando y poco a poco, los
Ayuntamientos del PPSOEU sustituyen voces valencianas por catalanas, como
ordena Cataluña. Al ser santos y puros, San Zaplana y su peana no advierten
engaño alguno; de ahí que Rafelet Alemany enseñara catalán al Presi, y que éste
esté eufórico con la academia de marras.
El espiritual Zaplana acepta
que el AVE -como pasó con la Nacional 3-, llegue a Valencia cuando ya aburre en
otras capitales menores; o que el aeropuerto de, Manises acabe con una
superficie equivalente al meadero de lo que será el superaeropuerto de
Barcelona. Está feliz, aunque si por cada tomadura de pelo a los valencianos
le descontarán 1. 000 euros del sueldo, quizá no estaría tan indiferente; pero
él sabe que con la Ciudad de las Ciencias tiene suficiente para volver a ser el
San Zaplana de los blandos valencianos. De momento hay un hecho incuestionable:
la Generalidad sólo prohíbe voces valencianas, como bellea, ninguna catalana.
Los niños, indefensos, ya han aprendido que “bellea” es palabra prohibida y
rústica.
Según Saussure y otros insoportables
semiólogos, la propagación de un cambio lingüístico abarcaría 300 años. Es
decir, que la formación del pronombre valenciano “mosatros” se comenzaría a
gestar por el 1500, al figurar en textos del 1800. Eso es una evolución normal,
pero Saussure no conocía la habilidad de nuestra Generalidad para asesinar lenguas,
creando ficticios modelos lingüísticos de prestigio como la AVL, o autorizando
diccionarios y textos en falso valenciano, o contratando parados para que en
Canal 9 y Punt 2 -con pronunciación escénica y cara de mala leche-, introduzcan
bellesa, delicte, amb, esport y demás mierda del Nort (en idioma valenciano es
Nort, no el Nord de la AVL). Esta claro que, en Alicante, no deben creer a
estos tramposos idiomáticos que tratan de cocear el título de “Bellea del
Foc”, así que ni puñetero caso a la catalanera AVL y sigan usando “bellea”, igual
que Roig, Martorell o nuestros padres.
Pasemos a otra perla cultural
Folleto del Corte Inglés, colorines y muchas páginas sobre vinos de Cataluña,
Extremadura, Andalucía, La Rioja, Navarra, Aragón, Galicia y, como siempre,
del puto Levante para no citar a Valencia y su Comunidad ¡Como no existo para
estos tíos, no vuelvo al Corte Inglés! Si quieren seguir fomentando caldos
vecinos y el puto Levante, vayan a El Corte Inglés !Con lo eufónico y literario
que sería publicitar “Vins del Reyne de Valencia”, “Tintos del Reino de
Valencia: Fondellol, Pinós, Font de la Figuera, Requena, Carló...”
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