Por Ricardo
García Moya
El manuscrito 1324 de la
Biblioteca Nacional de Madrid (desconocido, creo, por el Constitucional y el
Congreso) fue inìciado en mayo de 1693 por Juan de Ayala, un gramático experto
en lenguas sagradas y romances. Con caligrafia barroca, Ayala cita el idioma
del Reino, recordando que "la
lengua valenciana tiene muchísimos vocablos moriscos, de que hago largos
índices en obra aparte” (BNM. Ms.1324, f. 227, r). Constituye otro de los
innumerables reconocimientos del idioma valenciano y su riqueza léxica por
parte de científicos del lenguaje -no políticos ni jueces- antes de 1861 cuando Milá
i Fontanals ideó la argucia de Ilamar dialecto catalán al idioma valenciano.
Los largos indices de léxico valenciano han desaparecido y el
manuscrito está inconcluso (sólo hasta la dicción coracina), pero basta para
constatar que muchas palabras brotaron entre el Cenia y el Segura antes
de ser prestadas al castellano, o capturadas por el catalán. Una de las que
recoge es la relativa al "conducto de aguas Ilovedizas, voz albelló
en lengua valenciana”. De procedencia árabe generó variables humildes como arbelló y arbellonets (juego que se practicaba en las calles de Valencia).
Lamentablemente, pese a que arbelló
figuraba en diccionarios como el de Escrig (1887) Y Fullana (1921), la inmersibn
lo suprimió -como a tantos otros- para forzar la política unidad de la lengua.
Ayala respetaba el origen
valenciano de vocablos; por el contrario, el Institut d'Estudis Catalans los
captura o censura. La praxis del IEC
consiste, grosso modo, en dictaminar que un sustantivo como baladre es murciano, aragonés,
almeriense y catalán (Corominas: Diccionario Etimológico, 1987), es decir, no
existe en valenciano. No obstante, uno de los primeros documentos donde surge baladre no fue escrito en Murcia,
Zaragoza, Almería o Barcelona, sino en la Valencia del siglo XV y por un Jaume Roig amante de la lengua
valenciana dels de Paterna, Torrent y
Soterna. Ayala también recurre a Jaume
Roig como fuente léxica en su ensayo etimológico (que no otra cosa es el
manuscrito 1324). AI analizar brete, dice: “Jaume
Roig, poeta valenciano, usa la palabra brell por lo mismo que laço o trampa en
que cae la caça." Y reproduce versos de Roig en valenciano del Siglo
de Oro: "En lo filat/laços e brell"
(f. 126 r) Los miembros de/ Congreso
podrian comprobar que el clásico articulo lo -usado por Roig y vivo
en lengua valenciana- también lo liquidó
la cientifica inmersión en pro de la
unidad de la lengua.
Ayala aborda la homonimia
de léxico peninsular: "Cadira,
lo mismo que silla. Voz antigua en el castellano y así Juan de Mena dixo: En gran
cadira de ver, le dieron asentamiento.
De donde quedó en la Iengua
velenciana, que conserva muchisimos vocablos
que lueron antiguamente nuestros de que hice recopilación en obrilla especial
deste asunto" (f.142). La koiné lingüística medieval permitía a Juan de Ayala atribuir origen
castellano a cadira (curiosa corrupción
de cathedra) y de ser un Milá i Fontanals.
hubiera reivindicado la unidad de las lenguas castellana y valenciana, pues
infinidad de palabras (conquesta, finestra, nafrar, dues, flama, ome, farina,
dona, altre, ferida, present, fusta, tot, ferro princep, aquest. fora, etc.) aparecen
en documentos toledanos, sorianos y leoneses anteriores a 1238.
EI filólogo narra
pormenores: "Çandia, voz arábiga que
significa melón de agua. En Valencia hay observancia de que no se vendan hasta
que entra el mes de octubre, alli les llaman melones de Argel" (f. 196). Efectivamente, meló de Argel (sin apóstrofo) equivalía en idioma valenciano a la
corrupción catalana sindria que ahora imponen como cultismo. En el
manuscrito, Ayala nos devuelve
vocablos: "Cencerrada, aunque en su
sonido es castellano, no lo es porque neció en eI Reyno de Valencia"
(f. 153). Cuenta que entre los valencianos, "cuando una mujer se casa por tercera o cuarta vez, la gente acostumbra
darles chasco Ia noche de boda, haciendo ruido por las calles con sartenes y
cencerros, de donde tomó eI nombie de cencerrada".
Actualmente constituye un
enigma el origen de cencerro, aunque documentos valencianos del XV muestran la
variable con vocal abierta sancerro. Pero lo interesante es que
el sonar cencerros (tintinnabulorum)
a viudas casadas en segundas o terceras
nupcias fue costumbre en los siglos III
y IV, entre el Edicto de Milán y el hundimiento del Imperio. Quizá los mozárabes
valencianos, o los valencianos que habian aceptado el islamismo, conservaron
una jocosa tradición que no contravenía dogmas coránicos.
EI manuscrito también
incluye nombres botánicos: "Albornios
o madroños del latino arbutum, y en valenciano se Ilaman por el mismo origen
alborsos" (f. 43). EI erudito Ayala derivaba la lengua valenciana del
latin y árabe (no del catalán, claro); así, al enumerar viviendas como hacienda. heredad, granja. cortijo y
cigarral, menciona la raíz arábiga de la alquería del Reino de Valencia (f. 184). Lamentablemente,
ahora es tal la manipulación (como denunció LAS PROVINCIAS), que hasta las alquerías que rodean Alicante,
Orihuela y Valencia son llamadas masías
por Ios inmersores.
Las Provincias 20 de Mayo de 1997
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