Por Ricardo García Moya
Las Provincias 18 de Abril de 1999
La que fuera segunda capital del Reino sufre las
intrigas de dos colectivos opuestos: el que afirma que sólo se hablaba en ella
el castellano y el inmersionista, que propaga que fue ciudad en la que siempre
se usó el catalán. Yerran unos y otros, pues fue bilingüe en lengua valenciana
y castellana hasta tiempos cercanos.
Un año nefasto para el idioma valenciano en Oriola
fue el de 1787, cuando se ordenó el "Recogimiento
de niños y niñas del Reyno de Valencia" con unas medidas progresistas
en todo, salvo en el machismo pedagógico y la lengua. En carta remitida a
Orihuela el 26 de marzo de 1787, se ordenaba implantar la "diaria
asistencia de niños y niñas a las escuelas y costuras". La orden afectaba
a todos los valencianos, "desde los 5 hasta los 12 años, quieran o no sus padres". EI
escrito, con gerundios jurídicos, regulaba penas: "Encontrando a algunos
niños por las calles a las horas que deben estar en la escuela y costura",
se castigará a los padres "con 4 reales la primera vez, 8 por la segunda,
y 8 días de cárcel por la tercera".
Todo era positivo, salvo la machista programación
-"hilos y agujas para niñas; catones, libros y plumas para niños"-, y
la orden de inmersión lingüística: "Y
no permita el maestro que los niños ablen (sic) en el idioma valenciano sin que
les instruya en el "castellano." La lengua valenciana era usual
en Oriola antes de 1787. EI cronista Francisco Martínez, en 1612, testifica que
en la catedral de Orihuela se situaban carteles con "versos en lengua valenciana" alusivos a santos y beatos.
EI idioma prohibido era similar al usado en las
fiestas de 1782, distinto al catalán coetáneo. En tal año, la "Parroquia
de Santas Justa y Rufina de esta ciudad de Orihuela"
publicó las letras "que se han de cantar en los maitines de San Vicente
Ferrer el 7 de abril de 1782". En el texto hallamos léxico como "formage", sin el grupo consonántico
catalán tg; a los solteros se les
llamaba "fadrins", no
"solters". Los verbos normalizan pronunciación y escritura, como en
el infinitivo juhar, donde la hache
muda sustituye a la velar g,
alejándose del catalán y castellano "jugar". La reducción vocálica está presente en "vorem la festa" (no veurem), y se mantiene e como terminación, además de la
ausencia de apóstrofos: "el habit
no fa al monge" (no el monjo).
Los enclíticos se unen al verbo: "Ferli,
ferlo, fásanos", sin el guión impuesto por los catalanes del XIX para disimular
la similitud con el castellano. En Orihuela usaban correctamente preposiciones,
"pera anar al Cel", y
demostrativos: "este gran
sant", etc.
Los oriolanos perdieron su lengua valenciana a causa
de la inmersión castellana en la escuela, además de la murcianización iniciada
por BeIluga y la castellanización
administrativa.
Antes de 1787, el centralismo borbónico fue flexible
y el idioma estaba presente en los centros pedagógicos, aunque no como lengua
oficial. Así, en 1766, se representó en la escuela de Enseñanza Pública de
Niñas de Valencia una zarzuela alusiva a la educación femenina, con argumento
que no era burlesco, sino enaltecedor de los conocimientos impartidos a las
alumnas. Una nota advertía sobre "las poesías que entre las labores de las
Niñas adornaban el salón". La estancia representaba el aula, y las
composiciones que decoraban sus paredes eran: "Dezimas en valenciano y castellano".
Una de las poesías que rodeaban a las alumnas
comienza con el clásico adverbio valenciano "hui les chiquetes...",
que la inmersión substituye por el catalán avui.
Las niñas de 1766 podían leer "no estan
molt Ilunt de aci" (que nuestros amos culturales transformarían en el
catalán "no són pas gaire Iluny
d'aquí"). EI autor de las composiciones, el doctor Ignacio Moyan,
usaba la ele valenciana y no las barcelonesas "elas" geminadas. EI presbítero escribía "y per no alegar", infinitivo que la
inmersión sustituye por el barbarismo "al-legar".
Paradójicamente, el machismo pedagógico favoreció la
pervivencia del idioma valenciano. Si leemos detenidamente la orden de 1787,
observarnos que enlaza "Niños y Niñas" con ,"Escuela y
Costura". Más adelante puntualiza que el "Maestro y Costurera estén
pronto en la Escuela y Costura las tres horas de mañana y tres de tarde".
EI encargado de la inmersión castellana es el maestro, como dice la orden, no
la costurera, cuyos conocimientos de castellano serían escasos. Las niñas,
mientras bordaban o cosían, podían hablar la lengua valenciana, ya que el
castellano ni siquiera lo aprendían. Una de las "dezimas valencianas"
de 1767 informa sobre la actividad de las niñas en las escuelas: "Son chiquetes de grans mans / puntechen
totes assí / de vesprada, y per matí". Estas niñas eran las futuras
madres del Reino, y ellas transmitieron el idioma materno, nunca mejor dicho, a
sus hijos. Ahora, la inmersión catalana es más científica y abarca todos los
intersticios de la comunicación, sean dibujos animados en Canal 9, rotulación
de calles o la factura de la luz. Y, lo más grave: las futuras madres son
catalanizadas desde las guarderías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario