REVISTA DE HISTORIA MODERNA
Número 25 - 2007
LA GUERRA DE SUCESION EN VALENCIA (XXII)
RETROSPECTIVA HISTORIOGRAFICA Y ESTADO DE LA
CUESTION.
Páginas: 303 a 329
Autor: Carmen Pérez Aparicio.
Las críticas a la forma y al fondo de la obra
de Minyana hicieron profunda mella en el trinitario, quién por otro lado
atravesaba en aquellos momentos por una fase de profundo desánimo personal,
reflejo a su vez de la tristeza colectiva que afectaba a la sociedad valenciana
en esta etapa de represión y aplicación de las primeras medidas de la Nueva
Planta del gobierno. En respuesta a las mismas,
escribió una carta de 5 de diciembre de 1707 en la que, se mostraba
reacio a admitir las críticas y sugerencias hechas por su maestro. Para
empezar, no consideraba necesario dar principio a su obra con una exposición
más amplia sobre las causas de la guerra y las intenciones de los príncipes
contendientes. "Que haga esto el que haya suscitado todo el asunto",
afirmaba, pero, al tiempo que se ratificaba en su propósito inicial de tocar
sólo tangencialmente estos temas, se mostraba al final condescendiente y
dispuesto a recoger parte de esta observación.
También se ponía a la defensiva sobre la
cuestionada credibilidad de las fuentes utilizadas, refutando algunas de las
objeciones formuladas por Martí, si bien reconocía la necesidad de disponer de
más información sobre alguno de los episodios de los que no había sido testigo.
Más receptivo se mostraba en cuanto a incluir referencias más precisas sobre
las fechas y una menor descripción de los lugares, pero en general trataba de
justificarse ante las objeciones de fondo que le había hecho llegar su maestro.
Así, se escudaba en Salustio y Livio, quienes "en la descripción de los
crímenes del pueblo romano, hablaron con bastante libertad", para mantener
el todo de sus acusaciones contra las clases populares y en cuanto a la
relación de los fieles del Borbón, consideraba ésta una tarea no sólo pesada,
sino odiosa, "porque yo me he encargado de una Historia del pueblo, no de
escribir los elogios de cada uno de ellos".
En definitiva, Minyana acusaba el golpe de
tan acerada y profunda crítica y, en respuesta, si bien agradecía los favores
del maestro, reflejaba también un
distanciamiento bastante firme respecto de las objeciones, más bien "reprimendas",
que se le formulaban y que consideraba y tachaba de desmesuradas. El propio
Martí calificaría, años más tarde, de "carta desacordada" la
respuesta enviada por su discípulo y atribuía a este hecho la causa del
distanciamiento entre ambos. Todos estos pormenores explicarían que el Libro Tercero
de la obra no fuera revisado por Martí, sino remitido a Mayans en una fecha
bastan te tardía como era la de 1723.
A propósito del retraso en la redacción de la
última parte, nada se sabe con certeza. El propio autor, en la carta respuesta
a Martí de 5 de diciembre de 1707 ya mencionada, aseguraba encontrarse en un
estado de ánimo poco propicio para la pluma. Por estas fechas había renunciado
a la cátedra de Retórica que ocupaba en la Universidad y se había recluido en
el convento aquejado de un profundo desánimo, causado, según él mismo confiesa,
por las difíciles y dolorosas circunstancias que afectaban a la sociedad
valenciana.
El papel desempeñado por Mayans acerca de la
última parte del texto fue muy diferente del que había realizado Martí con los
dos primeros libros. El propio erudito de Oliva se lamentaba, pasado el tiempo,
de que el deán no lo hubiera visto y se excusaba en el hecho de que por
aquellas fechas él mismo se hallaba inmerso en la preparación de la cátedra de
Justiniano para explicar que tan sólo
hiciera algunas objeciones al estilo.
Con todo, Mayans formularía dos años después, a propósito de la publicación, su
juicio sobre la obra. Entre los aspectos cuestionables, se limitaba a recoger
la crítica ya formulada por Martí, acerca de la falta de suficientes
referencias cronológicas, si bien añadía por su cuenta que hubiera deseado un
mayor cuidado y atención a los temas relacionados con la Historia del Derecho,
máxime después del cambio radical que se había introducido con la Nueva Planta.
Por otro lado, ensalzaba Mayans algunos de los valores del Tercer Libro y en
especial la mayor elocuencia respecto de los dos libros anteriores. Sobre la
obra, en general, destacaba la veracidad a la hora de narrar los hechos, virtud
que diferenciaba a su autor de todos aquellos que habían empleado su pluma con
el mismo fin. También consideraba digno de elogio el estilo narrativo del
texto, muy por encima, a los ojos del erudito, de la "Continuación de la
Historia de Mariana" que había escrito poco después. En su opinión ión se
trataba, además, de una "historia
amenísima" y, lo que consideraba más importante, "escrita con
prudencia y libertad, si bien hay que confesar públicamente que fue muy afecto
a Felipe V Rey de España". En definitiva, Mayans se mostraba mucho más
favorable en sus opiniones que el deán Martí, pero no hay que olvidar que
fueron escritas para acompañar la edición de "De bello rustico
valentino", aparecida en La Haya en 1752.
Desde
la perspectiva actual, y a pesar de los comentarios críticos vertidos por sus
coetáneos, la obra de Minyana es de un valor incuestionable, sobre todo
teniendo en cuenta que es el único testimonio en el desierto historiográfico
que es el Setecientos valenciano. Dejando a un lado todos los valores literarios
que pueda tener, hay que reconocer en ella el propósito de su autor de respetar
la verdad y de recoger sólo aquellos hechos vividos personalmente o de los que
contara con testimonios fidedignos. Sin embargo, el rigor con el que se narran
los acontecimientos se ve en general limitado por la falta de precisiones
cronológicas, que sólo esporádicamente
aparecen en el texto, y al mismo tiempo empeñado por las
descalificaciones que dispensa a los seguidores del Archiduque en general y a
los sectores populares en particular.
La
obra sitúa sus comienzos en 1705, año en que estalló la revuelta valenciana a
favor del Archiduque Carlos, con una brevísima disgresión sobre la actitud
europea y sobre los intereses de los dos bloques en conflicto, para analizar seguidamente
las causas que habían dado lugar al descontento de castellanos, aragoneses y
valencianos hacia la Casa de Borbón. Según él, quedaban limitadas a dos, la
fidelidad a la Casa de Austria y la antigua enemistad con Francia, agravada por
el comportamiento abusivo de los comerciantes franceses.
Antes de iniciar su relato, perfile los
grandes rasgos de la estrategia aliada, el porqué de su presencia en el
Mediterráneo y el desembarco de Altea en 1705. Tras ello, presenta a Basset
como un personaje de origen modesto y antecedentes oscuros, artífice de la
sublevación y líder popular cuya actuación en estos primeros momentos no fue
otra sino la de incitar a los campesinos a la revuelta con promesas de mejoras
de las condiciones señoriales. Formula, pues, Minyana la idea del protagonismo
popular en los acontecimientos y, al mismo tiempo, el carácter reivindicativo de los mismos,
aunque abandona rápidamente este buceo en la raíces profundas de las
motivaciones populares para pasar en derecho a la narración de los hechos.
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