Per Joan Ignaci Culla
President de Renaixença
Valencianista
Publicat en Las Provincias
(28/02/05)
La llamada
Constitución Europea, no es más que un simple Tratado entre países. De hecho,
bastaba votarlo en el Parlamento y nos habríamos ahorrado el gasto. Zapatero no
pretende que nos pronunciemos sobre Europa, sino sobre él mismo. Y roza casi la
ilegalidad al decantarse tan a las claras a favor del “Sí”. Como presidente de
los españoles debería apoyar el voto sin más.
Caso español:
¿Por qué
Zapatero se empeña en defender esta Constitución y abandona la defensa de
nuestros intereses representada mejor el Tratado de Niza?
¿Por qué no
dice que si vence el “NO” se seguirá aplicando el Tratado de Niza?
¿Por qué no se
nos dice que, en la práctica, Francia y Alemania tendrán un poder de decisión
casi absoluto (con la ayuda de un par de países pequeños)?
¿Qué se esconde
detrás de estas votaciones que, hasta el PP, claro defensor de Niza hasta su
salida del gobierno, cuando argumentaba que teníamos mayor capacidad de
negociación y decisión, hoy se apoye a uno de los mayores enemigos que ha
tenido España (padre del Tratado), como es Giscard d’Estaing?
El Tratado de
Niza, actualmente en vigor, elevó el porcentaje de votos en manos de los países
grandes y sobre todo el de España, que pasó del 6% al 7’5% de los votos.
En Niza la
mayoría cualificada se consigue con votos. Los cuatro grandes (Alemania,
Francia, Italia y Reino Unido) poseen 29 votos y España 27. Esto hace que los
votos españoles tengan casi el mismo valor que el de las 4 grandes naciones
antes mencionadas.
Si España
mantiene los 27 votos; Italia, Francia y Reino Unido, tendrían 41; y Alemania
54, sin contar que todos los países pequeños ganan poder con respecto a España.
Es decir, que perdemos todo lo ganado en Niza (incluido parlamentarios), además
de dejar de percibir fondos de la UE.
Así, la nueva
Constitución Europea, establece un sistema de doble mayoría: mayoría de
población, más mayoría de Estados. Esto significa que España es el que más
pierde de los 15 Estados que había antes de la última incorporación.
Esta es la
realidad sin falsas demagogias, como la que nos quiere vender el Secretario de
Estado para la Unión Europea, Alberto Navarro, cuando afirma que: “No concibo
un escenario en el cual los españoles den la espalda a Europa”. ¿ Y quién da la
espalda a España?
Puedo entender
las risas que les produce nuestro cambio de posición a los presidentes de
Alemania y Francia; lo que no comprendo es la risa de Zapatero, ni la
complicidad de Rajoy. Es más, me parece cuanto menos paradójico que nos
exhorten a votar casi ciegamente la Constitución Europea, y se olviden de
aplicar y defender la Constitución Española.
Caso valenciano:
Si lo hechos anteriormente expuestos son suficientes
para votar en contra, los valencianos, además, tenemos más motivos para ese
“NO”.La aprobación de la nueva Constitución, si es que finalmente se produce,
sellará el cadáver de la identidad valenciana. Desde Madrid no han sabido ni
querido respetar la legalidad constitucional, cediendo al chantaje de
Carod-Rovira, quien amenazó con tumbar los Presupuestos Generales del Estado si
no se unificaba valenciano y catalán, en el memorando de Moratinos, sin
importarles el vulnerar el ordenamiento jurídico español.
Si el Consejo
de la Unión Europea aprueba el memorando, el valenciano pasará a estar definido
como el mismo idioma que el catalán. Además (que esto no se dice), serán ellos,
es decir los catalanes, los que reciban y administren todos los fondos para
promocionar y expansionar el “catalán”. No teníamos suficiente con las
subvenciones directas de la Generalitat Catalana al pancantalanismo en
Valencia, ahora contará con fondos europeos. Y el resultado (por unificación
normativa vinculante), del reglamento lingüístico será que, para todos los
países que forman la UE, incluida España, “la lengua valenciana como tal no
existirá, confundida con la catalana”. Y si, como dice el Secretario de Estado
para la Unión Europea, “la aprobación de la nueva Constitución, facilitará que
Bruselas de el visto bueno al memorando sobre la diversidad lingüística y se
apruebe antes de junio”, aún tenemos más motivos para rechazarla.
Por otra parte, el Presidente de la Generalitat
Catalana ahora sí que refrenda con entusiasmo la nueva Constitución (amenazó
con votar en contra), tras conseguir imponer su criterio de unidad lingüística
a El Consensuado, contra todos (el
pueblo valenciano) y todo (el Estatuto de Autonomía y la Constitución) razón
más que suficiente para que nos opongamos a su aprobación.
En definitiva, no se puede aceptar una Constitución
Europea auspiciada por los que se burlan de la española, que además ampara el
chantaje de un partido minoritario que negocia con ETA para que no atenten en
su territorio (aquí no valía lo de Països Catalans) e interfiera en los asuntos
propios de los valencianos. Por desgracia, el “NO” es una de nuestras últimas
oportunidades de hacer oír nuestra voz, tanto en España, como en Europa.
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