Por Ricardo
García Moya
Las Provincias 23 de Septiembre de 1994
A finales de agosto hacía
mucho calor en Barcelona, y la escalibada no me había sentado nada bien, sentía
náuseas. Tampoco me gustaba la cara de asombro de las encargadas de la Biblioteca de Cataluña cuando servidor
pronunciaba "vesprá", "atre", etc., o utilizaba el verbo
"eixir". Y conste que intentaba guturalizar fonemas y catalanizar el
léxico para disimular mi condición de ciudadano de segunda en Cataluña; pero
tanto ellas como yo sabíamos la verdad: era un vulgar mestizo valenciano.
EI día anterior, la
profesora Anna Cabré había dado la
voz de alarma en la Universidad Catalana d'Estiu: "los mestizos estaban superando a los catalanes puros en Cataluña".
No obstante, de momento no tenían nada que temer, siempre que no fueran
imprudentes como esa señora que defendía el idioma de Timoneda y Blasco Ibáñez.
Anna Cabré, directora del Centre d'Estudis Demográfics, glosaba
las excelencias del pueblo catalán hacia los mestizos venidos de España: nadie les devolvería al país de
origen, como hacen en otras naciones europeas; y exponía que, en Alemania,
"un turco de la tercera generación
de una familia inmigrante continúa siendo considerado inmigrante".
Tampoco podía negarse su
argumento de que Cataluña "no rechaza al inmigrante que iba ascendiendo,
dando lugar a un ciclo periódico de integración"; teníamos el ejemplo de Luis del Olmo, Raimon o Mariscal. Pero,
quizá por los efectos de la escalibada, o porque todo estaba en catalán en
aquel centro público (nada de bilingüismo)
las palabras de Anna Cabré las asociaba a la Alemania de los años
treinta.
Y, pensándolo bien, Luis
del Olmo -cercado en su emisora Onda Cero de las Ramblas- era incapaz de emitir
la más leve crítica al catalanismo; había adoptado la actitud del esclavo
sumiso y complaciente. Los otros, Raimon y compañía... mejor me callo. EI
latigazo institucional al insubordinado mestizo es, siempre, inmediato. Qué
poco se ha dicho en defensa de Gala que todo, absolutamente todo el teatro
oficial en la temporada 93-94, el subvencionado por las instituciones de Barcelona,
ha sido en catalán: sólo en catalán.
La manumisión
del mestizo -metafóricamente hablando- no se concede fácilmente,
pues ya el escultor (¡ejem!) Alfaro
añoraba ser catalán de verdad, no un pobre "valencianet". Otro que lo
pasó mal antes de su integración en el Olimpo cultural fue Germá Colón, cuando todavía no era un militante defensor de la
inmersión lermista (lean la diatriba contra sus opositores de Valencia
y las alabanzas a CasteIlón, por haberse aprobado allí "les Normes del 32", siguiendo los
"plantejaments de l'Institut d'Estudis Catalans" (B.S. Castellonense
de Cultura, 1992).
Han tratado a Colón peor
que la escalibada a mi estómago. Pasarán los años -como la letra del bolero- y
Germá Colón estará en el Diccionario
Etimológico de Corominas corno ejemplo de filólogo chusco, expuesto al
cachondeo de los estudiosos (no me extraña que se fuera a Basilea). Según
Corominas: "No es seria la
oposición que hacen a esta etimología catalana Germá Colón y su alumno. La
superstición del dato, que ya alcanza extremos inconcebibles en nuestro filólogo
valenciano, en su discípulo Ilega hasta la malcrianza" (DCECH, T§ 4,
p. 453). Y no es la única corrección cruel que le adosa al currículum vitae.
EI caso es que aquí, en
la Biblioteca de Cataluña y sin que arqueara las cejas el personal, yo podría
escribir y pronunciar "rellonge"
forma valenciana diferenciada de catalán "rellotge" según el Diccionario Etimológico; y, de igual modo,
debiera pronunciar y escribir la "llonja”
(Jaume Roig), vocablo valenciano diferente al "llotja" catalán, según Corominas. Pero no puedo, pues estos
arios del Omnium Cultural sólo conocen el "normalitzat", o sea: el
catalán. Y las variables que un mestizo pueda usar les tiene sin cuidado; saben
que es cuestión de tiempo. Lerrna ha
creado un ejército de maestros y colaboracionistas, bien pagados, que están
realizando la inmersión catalana a toda marcha en EGB y BUP.
Ha pasado el día y estoy
descansando frente del Liceo, pero no puedo olvidar a los mestizos (según Anna Cabré) que se han lanzado a
destruir el Reino de Valencia. Paradigma de éstos es el médico Emilio Rodríguez, premiado en Cataluña
por su "Alacant contra Valencia",
subvencionado por la ciudad de Girona
y promocionado por la prensa del salmonete.
EI mensaje que transmite
Bernabeu es senciIlo: "promover la catalanidad en Alicante y enfrentarla a
la ciudad de Valencia". Y a un valencianet tan catalanero le IIueven
terrones de azúcar, como el premio "Carles
Rahola" y los servicios de Ediciones Curial. EI mestizo anhela "un arco mediterráneo con el País Valenciá,
que liderará sin duda Barcelona, y vertebrar la catalanidad". La consigna
es evidente: aislar a Valencia y crear odio en Castellón y Alicante.
Suerte que en septiembre
no estaré en Barcelona, pues seguro que Pujol
le da un beso en la boca a Lerma por emular a Cataluña en ayudas indirectas
(publicidad y trucos similares) a la
prensa en catalán. Leo que en la
"Mostra de Revistes en Catalá",
a celebrar en la Plaça Nova de Barcelona, encontraremos al Camacuc, Temps,
SA0, Pentecosta, etc. Es decir, las
horrendas revistas -peores que la escalibada- que subsisten con los dineros que
el gobierno pujolsocialista extrae
a los mestizos valencianos.
Tengo un día malo, es
evidente, y encima el camarero me quiere cobrar seiscientas pesetas por la
cerveza que estoy tomando. ¿No advierte que soy un pobre mestizo, como él?
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