Antonio Domínguez Ortiz*
25 Mayo, 2008...7:02 am
Extraído de Internet
El 21 de noviembre del mismo año el cronista se
refería al levantamiento de los moriscos valencianos en el valle de Alaguer y
otros puntos por las noticias que habían tenido del mal tratamiento que habían
recibido de los que ya habían desembarcado en las costas africanas, y de los
esfuerzos de D. Agustín Mexia para llegar a un acuerdo con ellos. «Se ha hecho
tercero viaje, con que son más de 70.000 los que han salido del reino, y las
galeras se han recogido para no navegar más este invierno, y servirán los
navíos que se han traído de Portugal y otras partes para pasar los moriscos que
quedan, que dicen serán más de 40.000, y se cree que acabados de llegar todos
irá S.M. a aquel reino para concertar muchas cosas que tendrán necesidad de
remedio, por quedar aquel reino muy afligido y maltratado» (pág. 389). Como es
sabido, Felipe III no fue a Valencia y dejó a otros la responsabilidad de
resolver los tremendos problemas creados por la expulsión. En la misma fecha
anotaba el cronista que en Madrid se había dado pregón de que nadie comprara
hacienda de los moriscos, «porque había muchos que se deshacían della y la convertían
en dinero, por la plática que anda de que los han de pasar a Berbería, con lo
que andan muy alterados».
En otras relación de 20 de diciembre de 1609 se dice
que el conde de Aguilar, general de Oran, escribía que era grande el número de
moriscos que se habían quedado en aquella comarca, porque se adentraban, los
alarbes (nómadas) los robaban y mataban, lo habían visitado veinte de los
llegados de Valencia, de los más principales, diciéndole que eran cristianos, y
que no habían conocido la verdad hasta que han visto de los llegados de
Valencia, de los más principales, diciéndole que eran cristianos, y que no
habían conocido la verdad hasta que han visto las abominaciones de los moros de
aquella tierra, y querían morir como cristianos. «Pusieronlos presos y se
espera la orden que se dará sobre ello» (pág. 391).
Una relación fechada en febrero de 1610 recoge
informaciones llegadas a la Corte sobre la expulsión en Andalucía, Murcia y
Hornachos. En esta villa extremeña se han hecho muchos castigos por justicia
por las muchas muertes y delitos cometidos contra cristianos viejos». En
Sevilla y su tierra, y también en Granada «donde hay personas muy ricas y con
oficios muy, honrados, se demandó exceptuar de la expulsión a los
descendientes de cristianos viejos «aunque tengan raza moriscos por las hembras,
ni los que descienden de moros de Berbería, ni de turcos que se vinieron a
convertir, ni los que tienen privilegios por servicios hechos a reyes pasados,
que con muy antiguos es España y han conservado con buen nombre, que son
llamados mudéjares. Y asimesmo se ha escrito a los obispos que reserven los que
tuvieren aprobación de buenos cristianos» (pág. 396).
De 13 de marzo de 1610 es la noticia siguiente «La
expulsión de los moriscos de Andalucía, Granada y Murcia pasa delante; y se
entiende que por más guardas y cuidado que se pone para que no saquen oro ni
plata se entiende que sacan mucho por las vías secretas que, ellos saben,
y porque no les quiten los hijos de siete años abajo encaminan todos su
embarcación para Francia y a Italia, y el lugar de Hornachos sólo pagó 22
ducados de derechos, y asimesmo se van muchos de aquí (de Madrid) con las
mercaderías que han sacado, y ha habido morisco de Sevilla que ha pagado de
flete 4.000 ducados. Con la licencia que se ha dado a los de Castilla la Vieja
y la Nueva, Extremadura y la Mancha, todos registran lo que llevan en Burgos
delante del conde Salazar, y se les han tomado más de 50.000 escudos en oro y
joyas que llevaban escondido, y cadenas dentro de sogas de esparto, y por
escusar estas cautelas han dado orden que se les deje sacar en oro y plata la
mitad de lo que registraren y lo otro quede para S.M. porque también encarecía
mucho las mercancías que sacaban. Y como se ve la voluntad con que se van, y
que cada día crece el número de los que van saliendo, se les ha prorrogado el
término por veinte días más, pues es mejor que salgan con suavidad y de su
voluntad que no por la fuerza, si bien se conocerá la falta que harán en el
encabezamiento de las alcabalas y otras rentas reales» (pág. 39)
El 10 de abril anotaba
Cabrera de Córdoba que había suspendido la salida de los moriscos hacia
Francia, ordenándoles ir a Cartagena en vez de Burgos. Los motivos eran muy
claros. El rey francés «les hacía avecindar en la raya y les daba licencia de
tener armas, y les llevaba de entrada 10 ducados, y 4 de paga cada año y era
más daño su vecindad que estar dentro del reino: con esto han suspendido la
salida, que no se determinan a ir por otra vía, y por la de Francia habían
hallado portugueses que contrataban allá y les pasaban todo el oro y plata que
querían, con lo cual registraban muy pocos en Burgos, y se ha mandado
proceder contra los portugueses que se sospecha lo podían haber hecho».
«Los de Andalucía han salido todos, y de Granada
quedaban muy pocos por falta de navíos, que los esperaban a la cota de la mar
con mucha descomodidad, y solo han quedado los exceptuados por el bando, y se
entiende que los que han ido han llevado grandes riquezas en oro, plata y
mercaderías, que no les han faltado dios para ello, y dicen que son más de cien
mil personas”. En Valladolid se hizo pregón la semana pasada manndando a los
moriscos que cultivasen sus tierras, y que si S.M. los mandase salir del
reino les pagará lo que hubieren trabajado en ellas… En Valencia se han venido a
juntar una gran cantidad de moriscos de los que andaban por los montes y
se recogían en cuevas, que no se han podido sustentar más, y a los que se han
presentado han mandado embarcar y pasar a Berbería y los que se han pedido los
han pagado a veinte ducados y proveídos soldados las galeras… Han escrito de
Cádiz, Málaga y otros lugares de la costa que se sabía como en tierra de Tetuán
habían apedreado y muerto con otros géneros de martirio algunos moriscos que no
habían querido renegar y entrar en las mezquitas con los moros» (págs. 401-
404).
Entre las noticias de ocho de mayo de 1610 figura
la siguiente: «Ha partido D. Agustín Mejía a Zaragoza a sacar los moriscos de
Aragón, pero como no han pagado a los soldados que vinieron de Italia se han
desecho los tercios que venían en las galeras y no han quedado sino los
capitanes y oficiales, y ha habido que proveerlas de soldados visoños y de los
que había en los galeones de D. Luis Fajardo, y luego se tratará de embarcar
los que estuvieron más cerca de la costa para pasarlos a Berbería, y si
quisieren ellos fletar algunos navíos podrán ir donde quisieren; se entiende
serán todos 60.000 moriscos en Aragón en catorce mil casas, y de 4 a 5.000 en
Cataluña» (págs 404-405).
La relación del 5 de julio se hacía eco de las consecuencias
negativas que tendría la expulsión de los moriscos de Aragón: «No será menor el
daño que recibirán los señores de vasallos y los particulares que tienen censo
del que han recibido en el reino de Valencia, donde hay gran confusión sobre
componer los intereses de los señores con los censalistas, y lo mismo sucederá
en Aragón, porque se entiende importa seis millones lo que estaba cargado sobre
los lugares de los moriscos» (pág. 408).
Las última noticias referentes a moriscos en la obra
de Cabrera de Córdoba son del 3 de julio de 1610 y se referían, una a los
moriscos aragoneses que pretendían pasar a Francia por Canfranc y a última
hora se encontraron con la novedad de que se les prohibía la entrada, habiendo
ya pagado algunas fuertes cantidades por la licencia; la segunda, el
nombramiento del regente Carnio, del Consejo de Italia, para que compusiera las
diferencias surgidas en Valencia entre señores y censalistas, «habiéndolo
elegido por muy práctico en estas materias y sin dependencia, deudo ni amistad
de los de aquel reino» (pág. 410).
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