jueves, 5 de julio de 2012

LA EXPULSION DE LOS MORISCOS VISTA A TRAVES DE LAS "RELACIONES" DE LUIS CABRERA DE CORDOBA (y II)


Antonio Domínguez Ortiz*

 25 Mayo, 2008...7:02 am

Extraído de Internet


El 21 de noviembre del mismo año el cronista se refería al levantamiento de los moriscos valencianos en el valle de Alaguer y otros puntos por las noticias que habían tenido del mal tratamiento que habían recibido de los que ya habían desembarcado en las costas africa­nas, y de los esfuerzos de D. Agustín Mexia para llegar a un acuerdo con ellos. «Se ha hecho tercero viaje, con que son más de 70.000 los que han salido del reino, y las galeras se han recogido para no navegar más este invierno, y servirán los navíos que se han traído de Portugal y otras partes para pasar los moriscos que quedan, que dicen serán más de 40.000, y se cree que acabados de llegar todos irá S.M. a aquel reino para concertar muchas cosas que tendrán necesidad de remedio, por quedar aquel reino muy afligido y maltratado» (pág. 389). Como es sabido, Felipe III no fue a Valencia y dejó a otros la responsabilidad de resolver los tremendos problemas creados por la expulsión. En la misma fecha anotaba el cronista que en Madrid se había dado pregón de que nadie comprara hacienda de los moriscos, «porque había muchos que se deshacían della y la con­vertían en dinero, por la plática que anda de que los han de pasar a Berbería, con lo que andan muy alterados».

En otras relación de 20 de diciembre de 1609 se dice que el conde de Aguilar, general de Oran, escribía que era grande el número de moriscos que se habían quedado en aquella comarca, porque se adentraban, los alarbes (nómadas) los robaban y mataban, lo habían visitado veinte de los llegados de Valencia, de los más principales, diciéndole que eran cristianos, y que no habían conocido la verdad hasta que han visto de los llegados de Valencia, de los más principales, diciéndole que eran cristianos, y que no habían conocido la verdad hasta que han visto las abominaciones de los moros de aquella tierra, y querían morir como cristianos. «Pusieronlos presos y se espera la orden que se dará sobre ello» (pág. 391).

Una relación fechada en febrero de 1610 recoge informaciones llegadas a la Corte sobre la expulsión en Andalucía, Murcia y Hornachos. En esta villa extreme­ña se han hecho muchos castigos por justicia por las muchas muertes y delitos cometidos contra cristianos viejos». En Sevilla y su tierra, y también en Granada «donde hay personas muy ricas y con oficios muy,  honrados, se demandó exceptuar de la expulsión a los descendientes de cristianos viejos «aunque tengan raza moriscos por las hembras, ni los que descienden de moros de Berbería, ni de turcos que se vinieron a convertir, ni los que tienen privilegios por servicios hechos a reyes pasados, que con muy antiguos es España y han conservado con buen nombre, que son llamados mudéjares. Y asimesmo se ha escrito a los obispos que reserven los que tuvieren aprobación de buenos cristianos» (pág. 396).

De 13 de marzo de 1610 es la noticia siguiente «La expulsión de los moriscos de Andalucía, Granada y Murcia pasa delante; y se entiende que por más guardas y cuidado que se pone para que no saquen oro ni plata se entiende que sacan mucho por las vías secretas que,  ellos saben, y porque no les quiten los hijos de siete años abajo encaminan todos su embarcación para Francia y a Italia, y el lugar de Hornachos sólo pagó 22 ducados de derechos, y asimesmo se van muchos de aquí (de Madrid) con las mercaderías que han sacado, y ha habido morisco de Sevilla que ha pagado de flete 4.000 ducados. Con la licencia que se ha dado a los de Castilla la Vieja y la Nueva, Extremadura y la Mancha, todos registran lo que llevan en Burgos delante del conde Salazar, y se les han tomado más de 50.000 escudos en oro y joyas que llevaban escondido, y cadenas dentro de sogas de esparto, y por escusar estas cautelas han dado orden que se les deje sacar en oro y plata la mitad de lo que registraren y lo otro quede para S.M. porque también encarecía mucho las mercancías que sacaban. Y como se ve la voluntad con que se van, y que cada día crece el número de los que van saliendo, se les ha prorrogado el término por veinte días más, pues es mejor que salgan con suavidad y de su voluntad que no por la fuerza, si bien se conocerá la falta que harán en el encabezamiento de las alcabalas y otras rentas reales» (pág. 39)

El 10 de abril anotaba Cabrera de Córdoba que  había suspendido la salida de los moriscos hacia Francia, ordenándoles ir a Cartagena en vez de Burgos. Los motivos eran muy claros. El rey francés «les hacía avecindar en la raya y les daba licencia de tener armas, y les llevaba de entrada 10 ducados, y 4 de paga cada año y era más daño su vecindad que estar dentro del reino: con esto han suspendido la salida, que no se determinan a ir por otra vía, y por la de Francia habían hallado portugueses que contrataban allá y les pasaban todo el oro y plata que querían, con lo cual registraban muy pocos  en Burgos, y se ha mandado proceder contra los portugueses que se sospecha lo podían haber hecho».

«Los de Andalucía han salido todos, y de Granada quedaban muy pocos por falta de navíos, que los esperaban a la cota de la mar con mucha descomodidad, y solo han quedado los exceptuados por el bando, y se entiende que los que han ido han llevado grandes riquezas ­en oro, plata y mercaderías, que no les han faltado dios para ello, y dicen que son más de cien mil personas”. En Valladolid se hizo pregón la semana pasada manndando a los moriscos que cultivasen sus tierras, y que si  S.M. los mandase salir del reino les pagará lo que hubieren trabajado en ellas… En Valencia se han venido a  juntar una gran cantidad de moriscos de los que andaban por los montes y se recogían en cuevas, que no se han podido sustentar más, y a los que se han presentado han mandado embarcar y pasar a Berbería y los que se han pedido los han pagado a veinte ducados y proveídos soldados las galeras… Han escrito de Cádiz, Málaga y otros lugares de la costa que se sabía como en tierra de Tetuán habían apedreado y muerto con otros géneros de martirio algunos moriscos que no habían querido ren­egar y entrar en las mezquitas con los moros» (págs. 401- 404).

Entre las noticias de ocho de mayo de 1610 figu­ra la siguiente: «Ha partido D. Agustín Mejía a Zaragoza a sacar los moriscos de Aragón, pero como no han pagado a los soldados que vinieron de Italia se han des­echo los tercios que venían en las galeras y no han quedado sino los capitanes y oficiales, y ha habido que proveerlas de soldados visoños y de los que había en los galeones de D. Luis Fajardo, y luego se tratará de em­barcar los que estuvieron más cerca de la costa para pa­sarlos a Berbería, y si quisieren ellos fletar algunos navíos podrán ir donde quisieren; se entiende serán todos 60.000 moriscos en Aragón en catorce mil casas, y de 4 a 5.000 en Cataluña» (págs 404-405).

La relación del 5 de julio se hacía eco de las con­secuencias negativas que tendría la expulsión de los moriscos de Aragón: «No será menor el daño que reci­birán los señores de vasallos y los particulares que tienen censo del que han recibido en el reino de Valencia, donde hay gran confusión sobre componer los intereses de los señores con los censalistas, y lo mismo sucederá en Aragón, porque se entiende importa seis millones lo que estaba cargado sobre los lugares de los moriscos» (pág. 408).

Las última noticias referentes a moriscos en la obra de Cabrera de Córdoba son del 3 de julio de 1610 y se referían, una a los moriscos aragoneses que preten­dían pasar a Francia por Canfranc y a última hora se encontraron con la novedad de que se les prohibía la entrada, habiendo ya pagado algunas fuertes cantidades por la licencia; la segunda, el nombramiento del regente Carnio, del Consejo de Italia, para que compusiera las diferencias surgidas en Valencia entre señores y censalistas, «habiéndolo elegido por muy práctico en estas materias y sin dependencia, deudo ni amistad de los de aquel reino» (pág. 410).

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