Por
Ricardo García Moya - Las
Provincias 9 de Octubre de 1994
Los valencianos que acompañaron a la Real Señera no siempre
protagonizaron hechos dramáticos o gloriosos, como la batalla de Murvedre o la
toma de Tortosa. A lo largo de los siglos,
múltiples anécdotas con personajes humildes y situaciones tragicómicas
sucedieron bajo su augusta presencia.
Hubo de todo, con el inesperado rifirrafe ocurrido en 1626 cuando
la procesión. cívica entraba en la calle de San Jorge. EI nervioso canónigo
Vives -alias "Fatiguilla"-, se enfrentó al orgulloso pavor de
Rocafull espetándole una voz alta que, "aunque era docto era
imprudente"; a lo que, subiendo de tono, contestó Rocafull "que ell
("Fatiguilla"), era indocte y imprudent". EI incidente,
presenciado por el notario Pancrudo, supuso dos dias de arresto al pavor de la
Universidad, pero no afectó al desplazamiento de la Real Señera; salvo en las
sonrisas disimuladas de los testigos.
En otra ocasión, el 9 de octubre de 1621 , llevaba la Real Señera
el orondo justicia criminal Salafranca, personaje popular "del que los sis
Jurats dien coses molt gracioses".
Salafranca, de carácter
ingenuo, había desempeñado cargos importantes como "cap de taula del
AImodí", pero siempre era objeto de bromas. Así, nombrado "mustaçaf,
un carnicer li dona a entendre que unes turmes que tenía damunt de la seua
taula eren de ovella, y aixi, acongoxat analo a dir a la llongeta ab gran
sentiment que ¿cóm se podía sufrir ques venesen turmes de ovella?" Los
cotilleos irónicos del cortejo,
típicamente valencianos,
contrastaban con la enlutada procesión; hasta el Rat Penat de la Señera lucía
"unes borles de tafatá negre" por la muerte de Felipe III.
Dejadez institucional en el S. XVII
Las crónicas también reflejan la dejadez institucional
en el siglo XVII. EI 9 de octubre de 1624, la Real
Señera con su corona bordada sobre "sis
alnes un palm y mig de mantos blau", sólo fue acompañada por veinte
ballesteros, cuando superaban los doscientos en el Siglo de Oro. Y es que la
presión ejercida por virreyes y funcionarios procedentes de Castilla minaba las
tradiciones.
Esta situación queda manifiesta en el altercado sucedido en 1650:
"el día de San Dionís, habiendo salido el Justicia Criminal con el
Estandarte, Ilevando las faldas
los subsíndicos del racional", Ilegaron en tropa
Garcia, Toledo, Arnal, Muntaner y Gisbert que, violentamente,
retiraron a Ferrer y pusieron a Gisbert en su lugar. La acción -en que
participaron gran número de consejeros-,
era una protesta por la intromisión del virrey en el nombramiento de cargos.
Los valencianos no consideraban a Ferrer digno de Ilevar uno de los extremos de
la Real Señera.
Pero, incluso en los momentos negativos, siempre quedaron
valencianos dignos. Uno de ellos fue el capellán de San Martí, que anotó lo
sucedido el 9 de octubre de 1615: "día de San Dionís, feren la processó
acostumada. Estava en una finestra damunt la porta del palau bisbal D. Pedro de
Toledo ab lo Virey y atres senyors; y quant fonch la processó davant la plaça
del Palau giraren a ma esquerra, fent volta perque el dit Pedro de Toledo ves
la processó". EI capellán resalta que "lo que admirá als de
Valencia" fue que diera la vuelta la procesión con la Real Señera
"per atra persona menys que la del Senyor Rey".
La presencia del virrey y Pedro de Toledo, gobernador de Milán, en
el balcón del "palau bisbal" se debía a que la procesión cívica con
Ia Real Señera no atravesaba el río y,
en consecuencia, el virrey no podía presenciar la ceremonia desde el Palacio
Real. Y aquí ya encontramos una humillación, al no acompañar el virrey a la
bandera como en el siglo XV y principios del XVI.
Pero lo que irritó al capellán de San
Martí fue el sumiso comportamiento de las autoridades valencianas, que
alteraron el tradicional recorrido para Ilevar la Real Señera -- como si fuera
un espectáculo circense -- ante los ojos del gobernador de Milán. EI capellá de San Martí, con palabras medidas
pero elocuentes, subrayaba el asombro del
pueblo ante esta
concesión: "por hacerse por otra persona de menor categoría que el
Rey".
Adivinanza
Ahora, trasladándonos a 1994, vamos con la adivinanza que
relaciona la Real Señera con un personaje sui géneris. Se trata de averiguar su
identidad: no es quisquilloso canonge como el "Fatiguilla", ni adusto
profesor como Rocafull; aunque su actitud ha provocado la sustitución del
valenciano por el catalán en
la Universidad. Tiene algo de Salafranca, pues dicen
"coses molt gracioses de ell". Su relación con la Real Señera se
caracteriza por el terror y desprecio que manifiesta hacia ella, hasta el punto
de que el 9 de octubre convoca aparatosas reuniones --con tintorro de marca
pagado por el pueblo-- para restar acompañamiento a la procesión cívica.
Dicen que es valenciano, aunque ni siquiera se asoma a la ventana
para homenajear a la Real Señera; comportándose peor que Pedro de Toledo y el virrey mesetario. Otra pista: sus sonrisas
menos acartonadas las dedica a la bandera catalana que sus subordinados cuelgan
por Alicante y Castellón.
No pasará a la historia como Calígula, recordado por los
valencianos del barroco "porque juntó muchos excelentes médicos y
cirujanos para mudar el sexo; y por último
quedó sin uno,
y sin otro" (Ferrer, Jayme: Compendio.
Valencia 1699, p.52). Nuestro personaje no intentó cambiar de sexo, que sepamos,
pero sus esfuerzos más notables los dirigió a convertir todo un Reino de
Valencia en un país catalán. ¿Conoce usted a este ser de pesadilla que huye de
la Real Señera como Nosferatu de la Cruz?
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