viernes, 27 de abril de 2012

CUATRO HISTORIAS MENORES Y UNA ADIVINANZA ACTUAL SOBRE LA REAL SEÑERA





Por Ricardo García Moya  -  Las Provincias 9 de Octubre de 1994

Los valencianos que acompañaron a la Real Señera no siempre protagonizaron hechos dramáticos o gloriosos, como la batalla de Murvedre o la toma de Tortosa. A lo  largo de  los siglos,  múltiples anécdotas con personajes humildes y situaciones tragicómicas sucedieron bajo su augusta presencia.
Hubo de todo, con el inesperado rifirrafe ocurrido en 1626 cuando la procesión. cívica entraba en la calle de San Jorge. EI nervioso canónigo Vives -alias "Fatiguilla"-, se enfrentó al orgulloso pavor de Rocafull espetándole una voz alta que, "aunque era docto era imprudente"; a lo que, subiendo de tono, contestó Rocafull "que ell ("Fatiguilla"), era indocte y imprudent". EI incidente, presenciado por el notario Pancrudo, supuso dos dias de arresto al pavor de la Universidad, pero no afectó al desplazamiento de la Real Señera; salvo en las sonrisas disimuladas de los testigos.
En otra ocasión, el 9 de octubre de 1621 , llevaba la Real Señera el orondo justicia criminal Salafranca, personaje popular "del que los sis Jurats dien coses molt gracioses".  Salafranca,  de  carácter  ingenuo, había desempeñado cargos importantes como "cap de taula del AImodí", pero siempre era objeto de bromas. Así, nombrado "mustaçaf, un carnicer li dona a entendre que unes turmes que tenía damunt de la seua taula eren de ovella, y aixi, acongoxat analo a dir a la llongeta ab gran sentiment que ¿cóm se podía sufrir ques venesen turmes de ovella?" Los cotilleos irónicos del cortejo,  típicamente  valencianos, contrastaban con la enlutada procesión; hasta el Rat Penat de la Señera lucía "unes borles de tafatá negre" por la muerte de Felipe III.

Dejadez institucional en el S. XVII

Las crónicas también reflejan la dejadez  institucional  en  el  siglo XVII. EI 9 de octubre de 1624, la Real Señera con su corona bordada sobre "sis alnes un palm y mig de mantos blau", sólo fue acompañada por veinte ballesteros, cuando superaban los doscientos en el Siglo de Oro. Y es que la presión ejercida por virreyes y funcionarios procedentes de Castilla minaba las tradiciones.
Esta situación queda manifiesta en el altercado sucedido en 1650: "el día de San Dionís, habiendo salido el Justicia Criminal con el Estandarte,  Ilevando  las faldas  los subsíndicos del racional", Ilegaron en  tropa  Garcia,  Toledo,  Arnal, Muntaner y Gisbert que, violentamente, retiraron a Ferrer y pusieron a Gisbert en su lugar. La acción -en que participaron gran  número de consejeros-, era una protesta por la intromisión del virrey en el nombramiento de cargos. Los valencianos no consideraban a Ferrer digno de Ilevar uno de los extremos de la Real Señera.
Pero, incluso en los momentos negativos, siempre quedaron valencianos dignos. Uno de ellos fue el capellán de San Martí, que anotó lo sucedido el 9 de octubre de 1615: "día de San Dionís, feren la processó acostumada. Estava en una finestra damunt la porta del palau bisbal D. Pedro de Toledo ab lo Virey y atres senyors; y quant fonch la processó davant la plaça del Palau giraren a ma esquerra, fent volta perque el dit Pedro de Toledo ves la processó". EI capellán resalta que "lo que admirá als de Valencia" fue que diera la vuelta la procesión con la  Real  Señera "per atra persona menys que la del Senyor Rey".
La presencia del virrey y Pedro de Toledo, gobernador de Milán, en el balcón del "palau bisbal" se debía a que la procesión cívica con Ia Real  Señera no atravesaba el río y, en consecuencia, el virrey no podía presenciar la ceremonia desde el Palacio Real. Y aquí ya encontramos una humillación, al no acompañar el virrey a la bandera como en el siglo XV y principios del XVI.
Pero lo que irritó al capellán de San Martí fue el sumiso comportamiento de las autoridades valencianas, que alteraron el tradicional recorrido para Ilevar la Real Señera -- como si fuera un espectáculo circense -- ante los ojos del gobernador de Milán.  EI capellá de San Martí, con palabras medidas pero elocuentes, subrayaba el asombro del  pueblo  ante  esta  concesión: "por hacerse por otra persona de menor categoría que el Rey".

Adivinanza

Ahora, trasladándonos a 1994, vamos con la adivinanza que relaciona la Real Señera con un personaje sui géneris. Se trata de averiguar su identidad: no es quisquilloso canonge como el "Fatiguilla", ni adusto profesor como Rocafull; aunque su actitud ha provocado la sustitución  del  valenciano  por el catalán  en  la  Universidad.  Tiene algo de Salafranca, pues dicen "coses molt gracioses de ell". Su relación con la Real Señera se caracteriza por el terror y desprecio que manifiesta hacia ella, hasta el punto de que el 9 de octubre convoca aparatosas reuniones --con tintorro de marca pagado por el pueblo-- para restar acompañamiento a  la procesión cívica.
Dicen que es valenciano, aunque ni siquiera se asoma a la ventana para homenajear a la Real Señera; comportándose peor que Pedro de Toledo y el virrey mesetario. Otra pista: sus sonrisas menos acartonadas las dedica a la bandera catalana que sus subordinados cuelgan por Alicante y Castellón.
No pasará a la historia como Calígula, recordado por los valencianos del barroco "porque juntó muchos excelentes médicos y cirujanos para mudar el sexo; y por último  quedó  sin  uno,  y  sin  otro" (Ferrer, Jayme: Compendio. Valencia 1699, p.52). Nuestro personaje no intentó cambiar de sexo, que sepamos, pero sus esfuerzos más notables los dirigió a convertir todo un Reino de Valencia en un país catalán. ¿Conoce usted a este ser de pesadilla que huye de la Real Señera como Nosferatu de la Cruz?

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