Autor: Ricardo García Moya Las Provincias 24 de Mayo de 1996
Sorprende el epígrafe, pero es correcto. Hacia
1600, Andreu Bosch se desesperaba por la tendencia extendida en Cataluña de dar supremacía "e imitar a la Lengua
Valenciana" (Títols d'honor. Perpinyà, 1628).
Esta influencia también afectaba al mismo
Bosch, pues, aunque critica que sus compatriotas "mudaran la vocal a, en
e" (p. 27) razonaba que escribir "las nostras ciencias" era
menos correcto que "les nostres ciencies".
En las mismas fechas, el catalán Onofre Pou,
con su "Thesaurus", Ilevaba hasta Perpignan el léxico valenciano:
otonyo (no tardor), chiquet y chiqueta, iglesies, chulla, mija, servisis,
carchofa, giner, puncha, etc.
Con esta inmersión idiomática (deseada, no
impuesta), una parte de Cataluña y Aragón valencianizaron su idioma a fines del
siglo XVI. Fuera de esta influencia quedaron la parte oriental del territorio,
incluida Barcelona. Eran tiempos en que el mismo Cervantes diferenciaba la
dulzura del valenciano de la ruda "lengua gascona y catalana"
(Quijote, II, Cap. 60), aludiendo erróneamente al occitano como gascón.
Relacionado con el problema actual, un
rotativo catalán reconocía que: "la independencia de un país ha Ilevado a
codificar como una lengua distinta la que se consideraba dialecto. Así lo hizo
Noruega a comienzos de siglo respecto al danés. Y así está ocurriendo hoy en la
antigua Yugoslavia donde el serbo croata, codificado a mitad del siglo pasado y
lengua común en la Yugoslavia de Tito, se ha escindido en cinco lenguas
distintas. En las últimas conversaciones de paz en territorio norteamericano
croatas, serbios y bosnios se presentaron acompañados de sus respectivos
intérpretes para traducir unas lenguas que los expertos consideran que difieren
menos entre sí que el catalán y el valenciano" ("La Vanguardia", 10IV-96).
Aquí sucede lo contrario. Las oficinas de
inmersión (especialmente en las Universidades de Alicante, CasteIlón y
Valencia) compiten para ver cuál
catalaniza más eficazmente, arrinconando al valenciano y
español. Alegremente, con dinero del contribuyente, editan libro tras libro con
la finalidad citada.
Prototipo de estos ejemplares sería "Els
valencians i la Ilengua normativa" (Generalidad, 1995);
ensayo sembrador de confusión que, por ejemplo, afirma que el adjetivo
"petit" está vivo en Alcoy, criticando al diccionario del GAV por
negarlo.
Una cosa es que autores como FuIlana, ingenuamente,
recogieran arcaísmos como
"esser o freturar" y palabras fronterizas; y otra muy distinta es
utilizar como prueba de idioma vivo el léxico de los alumnos alcoyanos víctimas
de la inmersión, o el de los funcionarios reciclados en catalán.
EI autor -olvidando que no está arriba del
Cenia- escribe "vuit, gener, mica, amb, mots, seva, tasca", y condena
el léxico (bellea, giner, chiquet...) que en 1600 era publicado en Perpignan
como paradigma de culto.
Igual finalidad busca "Obres impreses en
català al País Valencià" (Diputación de Valencia, 1989), donde figuran
Blasco Ibáñez y Martí y Gadea como escritores "en catalán".
Curiosamente,
si hubo un
autor preocupado por la lengua valenciana fue precisamente Joaquín Martí
y Gadea, que pasó su vida tratando de conocer el alma de "nostre Reyne de
Valencia" (él escribía Reyne).
Martí y Gadea destacaba la singularidad de
"La Ilengua valenciana, per la riquea de veus, modismes y gracia (...) superant a la
catalana" (Gadea: Tipos,1908, p. 298). EI alcoyano (de Balones) defendía
su autonomía respecto de la catalana, algo que también oculta del lexicólogo
Corominas, saqueador impenitente de la obra de Martí y Gadea, de la que
selecciona lo concordante con su teoría inmersora.
Por mucho que manipulen, la lengua de Martí y
Gadea es distinta a la del norte. Valga de ejemplo estas frases, respetando
ortografía y léxico del alcoyano: "U que va pedre en Alcoy, ariava en peus
de plom. Com es riurán de nosatros els companyers, per tindre rellonges d'arena
y de boljaca.
La Llonja te riquea y bellea. Els jagants junt a la casa vestuari. La
sencillea y el títul d'atre; vorán y Ilegirán els articuls per primera vegá els
jovens, ahon hia festa. En el sigle
dènau contava en tres millóns en dinés, terrés y molíns de paper".
Gadea depuraba su léxico y adoptaba libremente
vocablos foráneos, sin imposiciones; aunque sean discutibles algunos. Por
ejemplo, él (lo mismo que todos los
valencianos en 1900), no usaba la preposición "fins"; prefería escribir
el neologismo "dasta", por coherencia con el habla viva. Lo de
"fins" lo reservaba para traducir el plural del adjetivo castellano
fino: "Alicantins, pocs y fins", locución de origen alcoyano que
incluye en "Tipos y modismes".
Pero las decisiones sobre el rechazo o
aceptación referentes al idioma las debieran tomar los valencianos (no los inmersionistas del catalán, claro).
Todas las innovaciones léxicas y gramaticales
que el pueblo valenciano ha ido incorporando a su idioma son
"científicamente" desprestigiadas, puestas en la lista de indeseables
y -como es sabido- sustituidas por las dictadas por el Institut d'Estudis
Catalans. Y lo peor es que estos culturicidas viven de los impuestos.
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