LA BATALLA DE VALENCIA (III)
¿Cómo se consiguió que en nuestro Estatuto de Autonomía se reconociera el Idioma Valenciano?
Sin duda, la vertiente lingüística del movimiento valencianista o “blavero” es su rasgo más definitorio tal y como asumen los principales diccionarios valencianos.
Por oposición a la caracterización por Joan Fuster de los valenciano-hablantes como pertenecientes a la nacionalidad catalana, los “blaveros" abogarán por un uso idiomático del valenciano, y rechazarán las unitaristas Normas de Castellón, de 1932, para optar por las diferentes normativas ortográficas secesionistas del catalán propuestas por la Real Academia de Cultura Valenciana a partir de 1978. Este proceso se iniciará con el ensayo de Miquel Adlert En defensa de la llengua valenciana: perqué i cóm s’ha d’escriure la que es parla (1977), y los protagonistas del mismo serán el propio Adlert y el poeta Xavier Casp, quienes evolucionaron durante los años 70 desde una postura unitarista inicial.
El blaverismo lingüístico cosechará importantes éxitos durante los primeros años de su andadura, en lo que se ha llamado Guerra de la Lengua. En octubre de 1979, sus tesis se impondrán en Lo Rat Penat, institución símbolo del valencianismo cultural. En marzo de 1981, pocos días antes de comenzar las negociaciones del Estatuto, la UCD dará su apoyo a las Normas del Puig de la RACV, que habían sido firmadas ese mismo mes. Incluso el Estatuto de Autonomía llegará a publicarse en el Diario Oficial de la Generalidad Valenciana, el 15 de julio de 1982 con esta última normativa ortográfica. Sin embargo, a pesar de estos éxitos iniciales, los intentos de institucionalizar estas normas pronto fracasarán, por razones tanto políticas (hundimiento de la UCD), como culturales (amplio rechazo en la comunidad científica y universitaria) y sociológicas (la limitada difusión que llegarán a tener entre los hablantes).
En 2001 se constituirá la Academia Valenciana de la Lengua, única autoridad lingüística oficial en la Comunidad Valenciana y, aunque oficialmente, no está subordinada al Instituto de Estudios Catalanes, en la práctica depende exclusivamente de él, gracias al consenso que se obtuvo en las negociaciones de los políticos del PP valencianos con Convergencia y Unio, en tiempos del mandato de José María Aznar como presidente del gobierno de España. El objetivo manifiesto por parte de los partidos políticos valencianos mayoritarios será el dejar, de esta manera, fuera del debate político el tema de la lengua. En el preámbulo de su Ley de creación 7/1998, del 16 de septiembre, se dice que: «El valenciano, idioma histórico y propio de la Comunidad Valenciana, forma parte del sistema lingüístico que los correspondientes estatutos de autonomía de los territorios hispánicos de la antigua Corona de Aragón reconocen como lengua propia.» Asimismo, el Artículo 3 de dicha Ley declara que una de sus funciones será «velar por [...] la normativización consolidada, a partir de las llamadas Normas de Castellón».
El ingreso en la Academia Valenciana de la Lengua de Xavier Casp, cuando todavía era decano de la Real Academia de Cultura Valenciana, supondrá un duro golpe para el blaverismo. Esta fraudulenta Academia, disfrazada de Institución oficial, es considerada por el valencianismo como el verdadero Caballo de Troya de la Lengua Valenciana, ya que la composición de sus académicos es totalmente de influencia catalanista. Para disfrazar esta maniobra catalanizadora por parte del PP., se nombraron a cinco académicos de la Real Academia de Cultura Valenciana, que atraídos por las fuertes remuneraciones económicas, no dudaron en traicionar al valencianismo social que hasta aquellos momentos los habían estado apoyando, tanto en el orden personal, como en el orden creativo. La mayor parte de la venta de los libros y estudios de estos académicos de la RACV. fueron comprados por el sector valencianista, pues, por otra parte, de no haber sido así, no se hubieran publicado buena parte de ellos. Y así es como agradecieron estos elementos subversivos pancatalanistas, infiltrados en el valencianismo, los sacrificios que en muchos casos costó el mantenimiento de dicha RACV., hoy nada beligerante ni en el tema de la lengua valenciana ni en cualquier situación que se presente en contra del valencianismo social.
¿Cómo se consiguió que en nuestro Estatuto de Autonomía se reconociera el Idioma Valenciano?
Sin duda, la vertiente lingüística del movimiento valencianista o “blavero” es su rasgo más definitorio tal y como asumen los principales diccionarios valencianos.
Por oposición a la caracterización por Joan Fuster de los valenciano-hablantes como pertenecientes a la nacionalidad catalana, los “blaveros" abogarán por un uso idiomático del valenciano, y rechazarán las unitaristas Normas de Castellón, de 1932, para optar por las diferentes normativas ortográficas secesionistas del catalán propuestas por la Real Academia de Cultura Valenciana a partir de 1978. Este proceso se iniciará con el ensayo de Miquel Adlert En defensa de la llengua valenciana: perqué i cóm s’ha d’escriure la que es parla (1977), y los protagonistas del mismo serán el propio Adlert y el poeta Xavier Casp, quienes evolucionaron durante los años 70 desde una postura unitarista inicial.
El blaverismo lingüístico cosechará importantes éxitos durante los primeros años de su andadura, en lo que se ha llamado Guerra de la Lengua. En octubre de 1979, sus tesis se impondrán en Lo Rat Penat, institución símbolo del valencianismo cultural. En marzo de 1981, pocos días antes de comenzar las negociaciones del Estatuto, la UCD dará su apoyo a las Normas del Puig de la RACV, que habían sido firmadas ese mismo mes. Incluso el Estatuto de Autonomía llegará a publicarse en el Diario Oficial de la Generalidad Valenciana, el 15 de julio de 1982 con esta última normativa ortográfica. Sin embargo, a pesar de estos éxitos iniciales, los intentos de institucionalizar estas normas pronto fracasarán, por razones tanto políticas (hundimiento de la UCD), como culturales (amplio rechazo en la comunidad científica y universitaria) y sociológicas (la limitada difusión que llegarán a tener entre los hablantes).
En 2001 se constituirá la Academia Valenciana de la Lengua, única autoridad lingüística oficial en la Comunidad Valenciana y, aunque oficialmente, no está subordinada al Instituto de Estudios Catalanes, en la práctica depende exclusivamente de él, gracias al consenso que se obtuvo en las negociaciones de los políticos del PP valencianos con Convergencia y Unio, en tiempos del mandato de José María Aznar como presidente del gobierno de España. El objetivo manifiesto por parte de los partidos políticos valencianos mayoritarios será el dejar, de esta manera, fuera del debate político el tema de la lengua. En el preámbulo de su Ley de creación 7/1998, del 16 de septiembre, se dice que: «El valenciano, idioma histórico y propio de la Comunidad Valenciana, forma parte del sistema lingüístico que los correspondientes estatutos de autonomía de los territorios hispánicos de la antigua Corona de Aragón reconocen como lengua propia.» Asimismo, el Artículo 3 de dicha Ley declara que una de sus funciones será «velar por [...] la normativización consolidada, a partir de las llamadas Normas de Castellón».
El ingreso en la Academia Valenciana de la Lengua de Xavier Casp, cuando todavía era decano de la Real Academia de Cultura Valenciana, supondrá un duro golpe para el blaverismo. Esta fraudulenta Academia, disfrazada de Institución oficial, es considerada por el valencianismo como el verdadero Caballo de Troya de la Lengua Valenciana, ya que la composición de sus académicos es totalmente de influencia catalanista. Para disfrazar esta maniobra catalanizadora por parte del PP., se nombraron a cinco académicos de la Real Academia de Cultura Valenciana, que atraídos por las fuertes remuneraciones económicas, no dudaron en traicionar al valencianismo social que hasta aquellos momentos los habían estado apoyando, tanto en el orden personal, como en el orden creativo. La mayor parte de la venta de los libros y estudios de estos académicos de la RACV. fueron comprados por el sector valencianista, pues, por otra parte, de no haber sido así, no se hubieran publicado buena parte de ellos. Y así es como agradecieron estos elementos subversivos pancatalanistas, infiltrados en el valencianismo, los sacrificios que en muchos casos costó el mantenimiento de dicha RACV., hoy nada beligerante ni en el tema de la lengua valenciana ni en cualquier situación que se presente en contra del valencianismo social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario