Por Ricardo
García Moya
Las Provincias 19 de Octubre de 1994
En las costas irlandesas, cuando en el siglo XVII
Ilegaban veleros con riquezas ultramarinas, surgió una variedad de piratería
terrestre que consistía, grosso modo, en situar luces que simulaban faros para
atraer navíos hacia los rompientes. Las mercaderías pasaban a poder de los
piratas y la tripulación, ahogada o asesinada, a mejor vida.
Aquí, tras el naufragio del 92 provocado por
engañosas luminarias -progresismo, transformación de España en potencia
económica, finalización del paro, etc.-- surgió la horrorosa realidad: sólo
Cataluña y los roldanes se habían enriquecido con el descalabro.
Después, con pirática tradición, los patapalos del
pujolsocialismo iniciaron el saqueo de los restos del naufragio; la Generalitad
catalana creó la "Comissió América
i Catalunya, 1992" con esta consigna: los bienes culturales del Reino
de Valencia -desde la literatura a la
gastronomía- podían saquearse con impunidad e incluirse en el haber de la Gran
Cataluña. Ningún político valenciano alteraría su sonrisa.
De estas labores
se ocuparían peones como el
escribidor Prócoro Hernández, autor
de "Els catalans i el món indígena
americá", editado por la Generalidad
catalana. Los desvaríos de este
corsario cultural nacido en Amealco (México, 1947) se han centrado
en propagar por Méjico,
Venezuela, Bolivia, Chile, Argentina
y Paraguay que los valencianos que culturizaron América fueron catalanes.
EI mamotreto cita, entre otros
"catalanes", al jesuita Rafael Ferrer nacido en Valencia en el siglo
XVI y muerto en Quito en 1966; personaje importante por ser uno de los primeros
especialistas en lenguas indígenas y autor del "Compendio de la doctrina cristiana en lengua cofana", obra en
castellano que el manipulador da a entender que lo escribió en catalán (p.27).
EI saqueo al servicio de Cataluña Ilega hasta el sur, pues de Orihuela es el
misionero "catalán", Juan
Fernández, nacido en 1640 y muerto en Nueva España en 1693. Como en el caso
anterior realizó estudios valiosos,
especialmente etnográficos
("Relación de los indios seri", etc.)
Antonio Margil,
metido en el zurrón catalán
¿Recuerdan las misiones y conventos medio derruidos
que aparecen en los western de Peckinpah
ambientados en México? Pues uno de los fundadores de ellos fue Antonio Margil,
nacido en Valencia, en 1657 e introducido por Prócoro en el zurrón catalán (p.28). Margil desarrolló una labor
similar a la de Junípero Serra,
aunque un siglo antes y en zonas más peligrosas. Fue el misionero que más
kilómetros recorrió en las Indias; lo mismo se encontraba en Veracruz, Chiapas o Costa Rica, abarcando
labores no sólo evangélicas o fundacionales (en Nicaragua escribió una "Gramática de la lengua tzotzil").
En su encuentro con los indios cholas fue capturado y atado a un árbol; pero,
gracias a su oratoria logró la libertad y, pasado el tiempo, erigió hasta ocho
iglesias en la zona.
Hiere leer al mexicano y constatar cómo se ha
apoderado de este religioso ilustre. Escribe Prócoro que, en 1701, "surtía de Querétaro amb la seva rapidesa"
(en valenciano diríamos: "eixía de
Querétaro en la seua rapidea"), para trasladarse a Guatemala, viaje
que realizó a pie -nunca utilizaba caballos-, fundando allí el Colegio
Apostólico. La tripulación bucanera de la "Comissió América i Catalunya, 1992" también editó “Els catalans a les Indies",
escrito por Josep M. Bernades y con
el mismo ideario pirata: arramblar todo lo que valiera para gloria de Cataluña,
como el vaIenciano Narciso Mallol,
prototipo de eficaz alcalde colonial, constructor de puentes y escuelas.
Se apoderan de Manuel
Tolsá
EI latrocinio catalán es incompresible, pues si no
roban nuestras personalidades no tienen a nadie de relieve; todos los
sardaneros que fueron a las Indias eran mediocridades. Pero qué importa,
apoderándose de los valencianos pueden presumir de genios como Manuel Tolsá, el mejor escultor y
arquitecto que había tenido el continente americano en toda su historia.
Nacido en Enguera
en 1757, estudió en Valencia con los Vergara en el ambiente más culto que
existía en la España ilustrada (en las calles de Valencia, podíamos encontrar a
CabaniIles, Mayans, Pérez Bayer, Pons, etc.) En 1792 desembarcaba Tolsá en
Veracruz dispuesto a ocupar el cargo de director de la Academia de San Carlos
de México. A partir de tal fecha, la genialidad del valenciano generó una serie
de obras -escultura de Carlos IV, palacio de Minería (inspirado en la Aduana de
Valencia), fachada de la catedral de México, etc.- que enriquecerían el acervo
artístico del Nuevo Mundo (y ahora, por la ineptitud del acartonat, el de
Cataluña).
La universalización
del fraude
Tolsá, Ferrer, Bernades y otros muchos nacidos en el
Reino de Valencia son fácil botín para los prócoros del Quinto Centenario. Las
universidades americanas y europeas reciben generosamente las obras de estos
corsarios culturales que generan la universalización del fraude. Los nuevos
licenciados, nacionales y extranjeros,
beben estas fuentes envenenadas y, a su vez, editar obras multiplicando la
manipulación.
¿Qué hacen mientras tanto nuestras autoridades? Lo
habitual, el hierático y (quizá) la morenasa estarán preparando sus mejores galas
para asistir a los Premis Octubre.
Allí sonreirán a los eficientes señores que propagan la catalanización del
Reino de Valencia. Y la rapiña, claro está, continúa.
Este verano,
el plomizo Ernest Lluch, en su defensa de la burguesía catalana ante los
ataques de Anguita, ponía de ejemplo
a la familia valenciana Carbonell
que se trasladó a Córdoba y organizó la industria aceitera. En fin ¡qué grande
es Cataluña...especialmente con el botín saqueado al Reino de Valencia!
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