Juan Vicente García Marsilla
Extraido de Internet
COSTUMBRISMO Y ANÉCDOTA. LOS PRIMEROS DATOS SOBRE
ALIMENTACIÓN EN VALENCIA
En la historiografía valenciana la alimentación apenas ha recibido
atención. No obstante, y aunque de forma marginal, comenzó a hacerse
presente gracias al interés que despertaron a finales del siglo pasado las
instituciones gremiales entre las clases dominantes. El corporativismo era,
a los ojos de los patronos, un sistema perfecto que había asegurado la paz
social en el pasado, y que era mirado con nostalgia al compararlo con la
conflictividad laboral y el enfrentamiento de clases que vivía la España de
su tiempo.
Consecuencia de esto fue que comenzaran a editarse, por parte de algunos
autores conservadores, obras que eran verdaderos panegíricos de
la institución gremial. Y entre ellas una, la que escribiera L. Tramoyeres,
introdujo por primera vez un capítulo que trataba de la condición social de
los artesanos, explicando, entre otras cosas, cual sería su alimentación-tipo
(20). La cita era muy breve, de apenas cuatro páginas, y muchas de
sus afirmaciones seguramente eran fruto de la suposición, ya que no se
justificaban con referencia alguna (21), pero lo cierto es que se abría paso
entre los adustos textos de la historia tradicional un tema tan extraño hasta
entonces como era la comida de las clases populares. Además, Tramoyeres
proporcionaba las primeras pistas sobre las fuentes que eran aptas para
este tipo de trabajos. Según parece, él utilizó básicamente dos: las series
municipales -sobre todo los Manuals de Consells y los volúmenes de
la Sotsobreria de Murs i Valls- y la literatura, concretamente L'Espill de
Jaume Roig.
Entre la fecha de edición de esta obra -1889- y la Guerra Civil, la historia
local se benefició del papel creciente que empezaron a jugar las corrientes
regionalistas en la vida política valenciana a partir de mediados del
siglo XIX. Tanto el regionalismo conservador de Teodoro Llórente y "Lo
Rat Penat", como las fuerzas más progresistas de Constantí Llombart o el
"blasquismo" se interesaron por la revitalización de las costumbres y la cultura
autóctonas, así como por el estudio de la historia local, siguiendo el
ejemplo de la "Renaixenca" catalana.
Este movimiento fue dirigido desde el primer momento por la burguesía
ciudadana, de ahí que la producción historiográfica de esta época
tendiera hacia un costumbrismo colorista e "inofensivo", sin que se observara
en ella mayores pretensiones de profundización en la problemática
social (22).
Aparecieron por entonces distintas agrupaciones de eruditos, como la
Sociedad Castellonense de Cultura o el Centro de Cultura Valenciana, empeñadas
en desenterrar los tesoros ocultos del pasado local. La labor de
estas instituciones se plasmaba en sus revistas y boletines de aparición
periódica, donde la edición de fuentes históricas tuvo desde el principio un
lugar preferente.
La publicación de transcripciones y versiones críticas de documentos
y obras literarias medievales fue, probablemente, la aportación más destacada
de los historiadores de este período. Muchas de las fuentes que se
dieron a conocer entonces son hoy preciosas para el estudio de la alimentación.
Por ejemplo, J. Osset Merlé comenzó en 1935, en las páginas del
Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, la edición por capítulos
del Libre de Sent Soví, famoso recetario medieval. Su trabajo, debido a la
guerra, no pasó de la primera entrega, y hubo de ser completado mucho
más tarde por otros autores (23).
También las editoriales de Barcelona jugaron un papel importante en
este campo, sacando a la luz textos capitales del pasado común; especialmente
la editorial Barcino, en cuya colección Els Nostres Clássics se publicaron
los Sermons de San Vicente Ferrer—editados los primeros números
por el canónigo valenciano J. Sanchis Sivera—, y el Tere del Crestiá de F.
Eiximenis, dos obras básicas para el conocimiento de las normas morales,
la etiqueta en la mesa y otros muchos aspectos relacionados con la alimentación
(24).
NOTAS
(20) L. TRAMOYERES BLASCO: Instituciones Gremiales, su origen y organización
en Valencia, Valencia, 1889. En concreto nos habla de la alimentación en
las páginas 380 a 383.
(21) Por ejemplo, en la página 380 La base de la alimentación era el arroz, la carne
y las verduras. También figuraban mucho los huevos, pescado y volatería,
lo que es sumamente impreciso. O en la página 381 Condimentaban una especie
de olla o puchero que formaban con arroz, tocino y algunas veces menudillos
de ternera, sin cita ni referencia documental alguna.
(22) Sobre la historiografía valenciana de este período ver el artículo de A. FURIO:
"La Historia Medieval", en L'Avene. Plecs d'História Local, 12, desembre
1987, págs. 178-180.
(23) La publicación de J. OSSET MERLE: "UN libro de cocina del siglo XIV" apareció
en el BSCC número XVII, del año 1935, págs. 136-177, pero sólo era una
primera entrega incompleta. De los dos códices del Sent Soví que se conservan,
el de Valencia y el de Barcelona, L. FARAUDO DE SAINT GERMAIN publicó
años más tarde el más corto, el de Valencia, en "El Libre de Sent Soví.
Recetario de cocina catalana medieval", artículo que apareció en el Boletín de
la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, número XXIV, 1951-52,
págs. 1-77. La edición del manuscrito más extenso, el de Barcelona, se la debemos
a R. GREWE: Libre de Sent Soví (receptan de cuina), Barcelona 1979,
con una meritoria introducción.
(24) Los Sermons de San Vicente fueron editados en la colección Els Nostres
Clássics de Barcino, los dos primeros por J. Sanchis Sivera en 1932, y los
otros cuatro por Gret Schib en los años 1975, 77, 84 y 88, todos en Barcelona.
El Tere del Crestiá de F. Eiximenis lo editaron Martí de Barcelona y Norbert
d'Ordal en la misma colección en 1932.
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