Ricardo García Moya Diario de Valencia 25 de abril de 2004
La divisa emblemática de los nacionalismos vasco y catalán es la mentira compulsiva. Mienten en la lengua y mienten en la historia. Para eso cuentan con esa gran tropa de historiadores ciencia-ficción dedicados a la afanosa tarea de hacer histeria en vez de historia. El fílibusterismo editor, cómplice del delito falsario, completa el cuadro.
El 25 de abril es siempre la fecha elegida por los trileros de la historia catalanenca (los Rovireches, los Blocqueros y demás troleros...) para bajar, con sus mesnadas pardas, a insultar a los valencianos y para confundirlos, otra vez más, con el tocomocho de la batalla de Almansa: esa gran mentira que se inventaron los catalanes para enriquecerse a costa de los valencianos que fuimos, por su culpa, las verdaderas víctimas de tan fenomenal descalabro.
A los valencianos nos gusta celebrar victorias. Al `nazionalismo´ catalán le gusta celebrar derrotas. El Reino de Valencia, victorioso tras la conquista del Rey Jaime I, celebra, con su “9 d´Octubre”, el gran triunfo de los valencianos sobre el rey moro. El 25 de abril nos bajan del ‘condadito’ los trileros catalanencos para recordarnos su derrota que arrastró para los valencianos la pérdida de nuestros “FURS” (derechos forales del Reino de Valencia). A la muerte de Carlos II el Hechizado, rey de España, los valencianos perdimos la Guerra de la Sucesión (1707) al posicionarnos, por nefasta influencia de los catalanes, a favor del Archiduque Carlos de Austria y contra el heredero legítimo que era Felipe V el Borbón francés.
La “Gran Alianza de la Haya” entre Inglaterra, Holanda y Austria había declarado la guerra a Francia y, frente a Felipe V que era el titular legítimo del trono español, las potencias europeas nos querían imponer su candidato, el Archiduque Carlos de Austria. Cataluña arrastró erróneamente a los valencianos a posicionarse a favor del Archiduque Carlos y en contra del heredero legítimo, Felipe V.
Tuvo lugar la llamada Guerra de la Sucesión y los valencianos la perdimos: culpa nuestra por posicionarnos por el candiadto equivocado. Evidentemente Felipe V hizo su vendeta que consistió en privar a Valencia de nuestros fueros mediante el Decreto de Nueva Planta de 1717. Ahora bien, los falsificadores de la historia –historiadores, editores y burguesía catalana- mienten y se presentan como las víctimas de esta derrota cuando, pese a ser los mayores culpables, los catalanes fueron los más beneficiados de la derrota. Los realmente dañados fuimos los valencianos.
El comisariado nazionalista y su “popaganda machine” hace culpable de todos los males acaecidos contra la Cataluña y Valencia del 1700 al famoso “Decreto de nueva Planta” (1716) del Borbón Felipe V. Dicen ellos (falsamente) que “Cataluña perdió su personalidad y su lengua fue prohibida”. Pura ficción y falseamiento histórico pues, como decía el historiador catalán Vicens i Vives, no existe en ningún artículo de dicho Decreto la prohibición del uso de los dialectos catalanes. Lo único que se dice en el Decreto es que las sentencias judiciales deberían de escribirse en castellano, pero... porque hasta ese momento se habían escrito en latín y porque, al igual que pasó en Inglaterra, Alemania, y Francia en ese momento, se proclamaron obligatorias las respectivas lenguas nacionales para las sentencias judiciales. Los dialectos catalanes se siguieron usando totalmente.
El famoso historiador catalán Vicens i Vives en su famoso libro: “Aproximación a la Historia de España” nos dice: “Un Decreto de Nueva Planta echó por la borda del pasado el anquilosado régimen de privilegios y fueros de los condes feudales. Y este desescombro benefició insospechadamente a Cataluña porque le brindó las mismas posibilidades que a Castilla en el seno de la monarquía común”...
Hasta el mismísimo catedrático catalán Emíli Giralt dice en su manual de historia: “la Barcelona conquistada (‘por Felipe V´) era una ciudad típicamente medieval y sería difícil de encontrar un ejemplo tan patético de inmovilismo”... Cataluña se modernizó y creció a costa del hundimiento del Reino de Valencia pues, al poco del Decreto de Nueva Planta, se canalizó hacia Barcelona el paso de 25.000 hombres camino de la conquista de Sicilia y Cerdeña y esto hizo que se reanimara el comercio, la artesanía de confección y calzado, así como la fabricación de barcos catalana.
En 1718, Felipe V para proteger la industria catalana, prohibió la importación de tejidos de Asia y China y se empezó entonces el aumento demográfico de Cataluña que pasó de 350.000 habitantes en 1708 a 817.000 habitantes en 1787. Entre 1745 y 1770 y, gracias al comercio ultramarino, el puerto de Barcelona alcanzó la primacía en España: no sólo se exportaban tejidos y calzados, sino también el vidrio, de Mataró y el papel de Olot. Y fue a Felipe V y al gobierno de Madrid a quien Cataluña le debió el incremento del cultivo de la viña, la exportación de vinos a América y el crecimiento de las cepas en el Ampurdán y el Penedés ¡que dieron lugar al actual cava!.. con toda su riqueza.
El muy actúal historiador Marcelo Capdeferro dice en su libro “Otra Historia de Cataluña” (pág 371): “Gracias a la paz y al orden y a la laboriosidad de todo un pueblo; y gracias también a la desaparición de unas instituciones anacrónicas y oligárquicas, en menos de medio siglo, se operó un desarrollo impresionante en Cataluña en todos los órdenes”. Y lo mismo opinan, además de Vicens i Vives y Emilio Giralt otros historiadores como Henry Kamen, Antonio Pons, André Laborde y el profesor Tamames.
El problema real lo tuvo Valencia quien, tan mansurrona y soguzgada ella como de costumbre, fue la más marginada y la que más perdió pues fue esa fecha (1745) cuando el puerto de Valencia y su economía empezaron un espectacular declive que se prolongó durante lustros. Y es que como nuestro profesor de historia nos decía en clase: “La historia de Cataluña y Valencia, desde siempre, ha sido la historia de dos fieras competidoras y a lo largo de los siglos se ha visto claro que, cuando Barcelona ha subido, Valencia ha bajado. Y viceversa.” El mal económico y financiero no le vino a Valencia desde Almansa como los manifesteros fletados desde el Contat, cada 25 de abril, pretenden intoxicarnos. El mal le vino a Valencia –y le sigue viniendo por oleadas-, desde sus vecinos del norte quienes, como de costumbre, hicieron lo indecible por sacar ventajismo y tajada de su situación a costa de los vecinos del sur –els “ valencianets”-, cuyo desarrollo económico siempre bloquearon y siguen bloqueando como ahora mismo con el Plan Hidrológico y con el AVE. Y siempre con la complicidad de esta vergonzante izquierda socialista antivalenciana, cómplice del catalanismo burgués y enemiga del desarrollo de Valencia: ahora los socialistas nos la matarán, llenándola de salmorra y tendremos un Mediterráneo muerto.
Los tontos útiles del pasacalle manifestero del 25-A son los que siempre traen, desde el norte, el verdadero “mal de Almansa”. Los archivos e historiadores catalanes decentes así lo testimonian. Los trileros, mienten. Y los tontos útiles se lo creen.
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