Autor: Josep Esteve Rico Sogorb
He soñado con ella. En la vigilia del Mundo de los Sueños me hipnotizaba con sus ojos pétreos. Aquellos finos labios me hablaron de deseos, de ansias y de ganas por volver.
La Dama espera. La Dama ya no se esconde. Está impaciente por volver a su ciudad, a su casa. Su anhelo le hace más llevadera la soledad en su urna allá en Madrid donde cuenta ilusionada los días, las semanas y los meses que restan para su segunda venida a Elche en 2006. Venida con la que confía en poder mostrarse ante su pueblo al fin tras varios intentos políticos fallidos.
La Dama muestra, como cada año, su deseo de reencontrarse con sus conciudadanos ilicitanos el día de su descubrimiento o "cumpleaños", el 4 de agosto, pero esta vez tampoco pudo ser, se lamenta por un instante. Seguidamente se rehace y alegre me asegura que el próximo año sí que celebrará en Elche su "aniversario" afirmando que resultará apoteósico y emotivo.
Lo que más ilusionaría a la Dama sería volver a pisar el lugar donde "nació" para revivir las emociones de aquel 4 de agosto de 1897 hace ciento ocho años: aquel ribazo en la finca de La Alcudia donde ahora la Orden que porta su nombre conmemora el hallazgo. Un rictus de seria preocupación se dibuja en su boca al creer que no será posible, comentando resignada que se conformaría con recibir la visita de los ilicitanos desde una sala en el Museo Arqueológico Municipal.
Ella, la ilicitana Señora, la ibérica Diosa, la héliketana Sacerdotisa; en el contacto astral durante el sueño se me delata agradecida al pueblo y Ayuntamiento de Elche por tantos esfuerzos desplegados para traerla a casa. La Dama me transmite su predilección especial hacia la Orden que lleva su nombre y me ruega que publique su eterno agradecimiento a tan prestigiosa entidad para la que solo tiene palabras de felicitación por sus anuales conmoraciones del hallazgo. Ella agradece a la Orden que no haya caído en el olvido merced a ese recuerdo que cada año se repite perdurando como memoria histórica.
La Dama sonríe entre la nebulosa vigílica mientras orgullosa y reivindicativa matiza que su mayor agradecimiento es precisamente para la Orden, por el cambio de denominación e histórico acuerdo de ingreso del sexo femenino en su seno. No en vano ella también es mujer y complacida me explica que así, la Orden se parece un tanto a la comunidad matriarcal de la que ella fue cabeza visible en la antigua Hélike.
Sus últimas palabras en el sueño, reveladoras sin duda, no me sonaron a ningún adiós ni a despedida sino a un hasta mañana próximo e inminente. En mi cabeza retumbó su metálica voz conminándome a nuevos encuentros vigílicos.
Cuando desperté se había ido. Gracias a su poderoso influjo conocí los anhelos de nuestra Dama: Volver y "reposar" quizá para siempre en su ciudad.
Que vuelva pues, a Elche su Dama.
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