Autor: Anónimo
HISTORIA
Las bases para la teoría lingüística valenciana pasan forzosamente por la consideración de las tierras de Urgel, Lérida y Tortosa como Territorios de habla Valenciana. Estas tierras son históricamente valencianas porque su cultura, su habla, su economía agrícola-industrial, su sistema de pesas y medidas, etc., y sobre todo sus poblaciones han sido comunes a las propias del Reino de Valencia. Han constituído relación biunívoca cultural panValencianista, la que es fundamental para resolver la “Cuestión de nombres”. Los mismos catalanes reconocen la unidad de la lengua de estas tierras, aunque la llaman “Catalán Occidental”, pero su nombre propio es el de Lengua Valenciana. Esta ponencia no pretende en modo alguno hacer de esta teoría panValencianista cultural ningún proyecto político de futuro.
Desde las correrías del hombre prehistórico valenciano que jamás dejó huella en Cataluña, impedido por la cadena costera catalana, hasta nuestros días en que resulta tradicional la subida de los valencianos al Pla d’Urgell para comercializar los productos agropecuarios de estas tierras pirenaicas, los llanos y valles paralelos de los territorios orientados de Norte a Sur desde Alicante hasta Andorra, incluso introduciéndose en Francia hasta Toulouse y Limoges (la ponencia presenta un mapa donde se aprecia la línea recta que une a las ciudades de Alicante, Valencia, Castellón, Lérida, Toulouse y Limoges), han supuesto el paso obligado de las corrientes migratorias y asentamientos de los pobladores llegados en ambas direcciones. Las desviaciones laterales resultaron siempre imposibles gracias al imperativo geográfico.
Esta unidad étnica y cultural, producto de los constantes trasiegos de su población, ya tuvo sus inícios en épocas prehistóricas, como lo demuestra el arte rupestre. Mucho más tarde, el Cid Campeador, ayudado por Pedro I de Aragón, había repoblado el Reino de Lérida conquistado a los moros con valencianos, mientras la defendía de las apetencias del Conde de Barcelona, al que llegó a hacer prisionero por dos veces consecutivas en guerra abierta. La política matrimonial del Cid, casando a su hija Dª Cristina con el infante Ramiro de Navarra y a Dª María con el Conde de Barcelona, tenía por objeto afianzar la Valencianidad de estas tierras, y quién sabe si la intención de poner los cimientos de un futuro imperio valenciano tan al gusto de la época. Otro tanto hizo D. Alfonso I el Batallador, asentando por tierras de Lérida a más de 4.000 mozárabes valencianos traídos en sus correrías. Otro tanto hiciera la natural huída de los cristianos valencianos hacia el norte ante el acoso musulmán, como en el centro y al oeste hicieron los castellanos y portugueses, de modo que por los pasos geográficos de la Plana de Castellón al valle del Ebro, y de allí, ante el impedimento de la Cadena Costera Catalana, se lanzaban por los llanos de Lérida y Urgel hasta el sur de Francia. Muchos de ellos se quedaban en estas tierras ante la tranquilidad y posibilidades agrícolas que estas zonas les ofrecían. Otros, a pesar de todo, pasaban a la Marca Hispánica, completamente despoblada, llevando sus costumbres y artes, y así lo confirman en sus escritos autores como Sánchez Albornoz, Salvador de Madariaga, o los escritos de B. Boades (Feits d’armes de Catalunya) que, aunque son una falsificación de los de Roig i Jalpí, no afecta en nada a la descripción de estos fenómenos.
Continuará…
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