Por Ricardo García Moya
Las Provincias 21 de Marzo de 1999
Según Eco, "Ramón Llull era un catalán nacido en Mallorca, autor de
obras escritas la mayor parte en árabe y
catalán" (La búsqueda de la lengua perfecta. Barcelona 1996). EI
semiólogo italiano, amable con la editorial barcelonesa, considera catalán a Llull, a pesar de que no existió ningún
estado que se titulara Cataluña en vida del filósofo, muerto en 1316. En sus
longevos 84 años, Lulio escribió obras en Montpellier, Mallorca, Roma y en el
convento de Vauvert, junto al Sena,
pero ni una en Cataluña. Sus años fecundos los vivió en París, aunque residió
en Nápoles, Génova, Túnez, Chipre, etc. Súbdito del rey de Mallorca -no del
conde de Barcelona- visitó el condado esporádicamente y utilizó en sus tratados
el provenzal, latín y árabe.
Cuesta reprimir la carcajada al leer en la Gran
Enciclopedìa Catalana que "el Rey de Cataluña Jaime II quiso traducir del
catalán al latín un tratado de Lulio". Lo que no dice la GEC es dónde
consta que el citado monarca -nacido en Valencia- se titulara "rey de
Cataluña" (¡je!), y tampoco aclara qué archivo posee el escrito donde
Jaìme II expresa el deseo de traducir la obra "al català" (¡je,je!).
Con igual rigor melonero, la GEC quiere hacer creer que Lulio redactó en
catalán "L'Art compendiosa", y que escribió la "Retórica
nueva" en la misma lengua durante su estancia en Chipre en 1301. Como en
el tocomocho, siempre hay crédulos para un timo.
Pasemos a la realidad. EI Blanquerna, por ejemplo,
fue escrito en Montpellier,
metrópoli universitaria del provenzal usado por Lulio, y capital cultural
perteneciente al rey de Mallorca. Pasado el tiempo y con la Ilegada de la
imprenta a Valencia, se editaron en ella más incunables lulianos que en
cualquier otra urbe europea; entre ellos figuraba el Blanquerna, "traduit dels primers originals, y
estampat en Ilengua valenciana".
Estas ediciones se leían en círculos humanísticos de Mallorca y Cataluña, dado
que la lengua valenciana extendía su benéfica influencia desde la cuña
leridana, a cuya universidad acudían los futuros intelectuales de la Corona de
Aragón.
Las ediciones valencianas, más comprensibles que los
manuscritos provenzales, sirvieron de modelo para la traducción a otras
lenguas. Así, en la Universidad de
Barcelona se conserva un ejemplar en
casteIlano del Blanquerna impreso en Mallorca en 1749. La portada, aparte
del kilométrico título de "Blanquerna: maestro de perfección christiana en
los estados del matrimonio...", testifica que fue "traducida fielmente del valenciano y de
un antiguo manuscrito lemosino, en
lengua castellana". Por presbicia o lentes empañadas, los filólogos del
Institut d'Estudis Catalans siempre leen "catalán" donde el original
dice "valenciano".
Veamos otro ejemplo ocultado por la progresía
catalanera. En octubre de 1298, Lulio termina la "Filosofía del amor" en su celda del convento parisino de Vauvert. Como era habìtual se tradujo
en 1516 a la lengua culta de la corona aragonesa: "Vernacula valentiae lingua Philosophiam hanc amoris, sive primitus
scriptam ab autore...". Este testimonio no lo encontrarán ustedes en las
Enciclopedias Valenciana y Catalana, sino en los neutrales historiadores
mallorquines del barroco (Disertaciones históricas del Beato Raymundo Lulio.
Mallorca 1700, p. 609).
Antes de la Ilegada de la imprenta, el saber de
Lulio se extendió por la Corona de Aragón gracias al círculo luliano de
Valencia, amparado por privilegios que el rey otorgaba a religiosos como Pere
Rosell o comerciantes como Berenguer de Fluxia para "que pudieran divulgar
por los reinos de la Corona el Ars Magna". Los manuscritos traducidos al
romance valenciano se iniciaron en 1218 con el "Art de confessió", al
que seguirían otros como "Els cent noms de Deu", "Blanquerna",
"Filosofía del amor", etc.
EI catalanismo -una vez controlado el territorio de
Lulio y el valenciano- abre fauces en dirección a Montpellier y toda la Occitania.
Están aplicando la estrategia usada con Valencia, es decir: la unidad de la
lengua. Así, en la revista del Régimen podemos leer que "el alto nivel de similitud entre catalán y
occitano genera un área de comprensión mutua de unos 25 millones de personas"
(EI Temps, 15 de marzo, 1999, p. 32) . Si se aplicarán ellos mismos la teoría
inmersionista, el catalán sería el andaluz del provenzal, y tendrían que
adoptar las normas del idioma del norte, es decir: el lemosín de Montpellier usado por Lulio y Jaume I, pues el conquistador nació en
Montpellier y no en Barcelona, como divulga la inmersión.
Con la teoría de "la comprensión
idiomática" la Generalidad de Cataluña sueña con mapas que abarcarían el
seco Segura y el caudaloso Ródano, desde Valencia
a Valence del Delfinado. Aunque
tienen miedo de una "valencianització" (p. 26) occitana que rechazara
la inmersión. Pero el mayor problema de Occita nia, dicen, lo coiistituye ese
"17"% de musulmans, immigrats
del Magrib" (EI Temps, p. 26). ¡Qué contraste! Raimundo Lulio amaba a
los musulmanes y quería fundar en MaIlorca y Montpellìer colegios donde se
estudiara el árabe. Los catalaneros, liberales de boquilla, desprecian a los
musulmanes y no saben cómo deshacerse de ellos.
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