viernes, 12 de mayo de 2017

REACCIONES EN VALENCIA

 

Por: Ricardo de la Cierva
Los valencianistas no fueron insensibles a los primeros amagos del pancatalanismo, que casi desde sus comienzos tramaba la falsa reconquista cultural, con horizonte políti­co, de Valencia, sobre la base de una falacia inicial: aho­gar el nombre, histórico y real, de reino, para sustituirlo por el ambiguo e inventado de País, el País Valenciano, que pudiera integrarse en su momento en otra falacia: los Paisos Catalans, o Cataluña Gran, un proyecto antihistóri­co y netamente separatista que, como muchos olvidan, está hoy expresamente vetado por la Constitución española de 1978 al prohibir tajantemente la federación entre comuni­dades autónomas, excepto la absurda posibilidad de que el País Vasco anexione a Navarra a través de una serie coactiva de consultas populares periódicas; se trata segu­ramente de la concesión más burda y opresiva de nuestra Constitución actual al sentimiento de las minorías separa­tistas. Pero en 1915 se funda el Centro de Cultura Valen­ciana, antecesor de la actual Academia, que desde el pri­mer momento se opuso al pancatalanismo rampante. Ya en 1909, Bernat Ortin Benedito había publicado una gra­mática valenciana, y en 1915 el notabilísimo filólogo e his­toriador de la lengua, el padre Luis Fullana, editaba otra que se impuso por su irreprochable fundamento. En 1921 los valencianistas publicaron un diccionario acorde con esta gramática. En 1926 la Real Academia Española, que en esta época mantenía muy clara la visión sobre el valenciano designaba académico de número al padre Luis Fullana como máximo experto en lengua valenciana.

En 1932 los valencianistas caen en una bien preparada trampa de los pancatalanistas. E1 Institut d'Estudis Cata­lans convoca a los valencianos a una reunión, que se celebra en Castellón, para discutir y aprobar la unidad ortográfica del valenciano y el catalán según patrones catalanistas. La reunión fracasó, pero se firmó un documento de acuerdo, tras recabar firmas casa por casa, de forma aislada y coap­tiva. Fullana, a quien se había reservado el primer lugar para la firma, firmó el último, pero volvió de su error v reeditó su gramática en 1932 y 1933. Por entonces Jose María Bayarri advirtió sobre el peligro catalán y luego pu­blicó una gramática valencianista. «Durante los cincuenta años que nos separan del acuerdo transaccional -dice Cre­mades-, una de las partes ha trabajado afanosa y tenaz­mente, con abundancia de medios económicos y propagan­dísticos, en lograr artificialmente la total fabrización del valenciano, por métodos poco legítimos que hemos trata­do de poner en evidencia: interpretaciones inadecuadas de los hechos, contenidos y nomenclaturas; sistemas moder­nos manipulados; cambios morfológicos y terminológicos; omisiones y adiciones no concordes con los textos originales.» En 1933 el Ayuntamiento de Valencia publica unas normas de ortografía valenciana y el maestro Carles Salva­dor, que había sido promotor de la primera fase de la campaña pancatalanista, publica su Diccionario v ortografia­; valenciana, que le acarreará duras críticas de los fabristas puros, tras haberle colmado de elogios; y es que lo quieren todo, y sólo alaban lo que les conviene. Tam­bién aquel año 1933 publica la primera edición de su fa­moso libro La llengua dels valencians, quien sería desde entonces hasta su muerte, ya en nuestros días, apoyo inte­rior principal del pancatalanismo en Valencia: Manuel San­chís Guarner.


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