Por: Ricardo de la Cierva
Bajo el reinado de Juan
II, hermano de Alfonso (1458-1479), el Reino de Valencia no apoyó al príncipe
de Viana, promovido por Cataluña, que, como se sabe, estuvo dispuesta, y no
sólo en proyecto, a arrojarse en los brazos del rey de Castilla; y cuando se
frustró este proyecto, los designios de Cataluña, Valencia y por supuesto
Aragón volvieron a unirse en la exigencia y el deseo clarividente de no dejar
escapar a la mujer más importante de la historia de España, Isabel de Castilla.
Con la que unió sus destinos el príncipe Fernando, que desde 1479 sería II de
Valencia y de Aragón, V de Castilla.
A partir de
los Reyes Católicos el Reino de Valencia se empezó a integrar en la Corona de
España. El reinado valenciano de Fernando el Católico fue también espléndido.
De él es la Lonja capitalina, terminada en 1482. El racionero Luis de
Santángel fue uno de los artífices, por su generosidad y su fe, del
descubrimiento de América, que gracias a él fue también una empresa valenciana.
Como acaba de demostrar ante toda España un profundo conocCedor de la
historia valenciana, don Vicente Giner Boira. En una estupenda carta publicada
en ABC el 17 de julio de 1990 ese gran señor del valencianismo hispánico reivindicaba
para Valencia la egregia figura de Luis de Santangel, Valenciano de Valencia,
figura clave en el reinado le los Reyes Católicos y en el descubrimiento de
América, EI que contribuyó con un millón ciento veinte mil maravedlises
valencianos, acuñados en la ceca de Valencia, contra quienes hablan en este
caso de «dinero catalán». Un papa valenciano, Alejandro VI, a quien se deben
también las primeras bulas para el reparto del Atlántico, es decir del mundo, entre
Castilla y Portugal, erigió con carácter definitivo Universidad de Valencia en
el año 1500. El grann Generall y almirante valenciano, Hugo de Moncada, brilla
en la historia de España, hasta su muerte en 1528.
A
partir de entonces la aristocracia valenciana contribuye a la castellanización
del reino. Y apoya a Carlos I de España en la represión de la revuelta de las
Germanías. Felipe II envía a la archidiócesis valenciana a San Juan Ribera, que
acumula un amplísimo poder eclesiástico y civil, y que, pese a haber pasado a
la gran Historia con pleno derecho se ve ahora calificado anacrónicamente como
oscurantista por los tlaxcaltecas -en una actitud paraÍela a la de aquellos
vascos ignorantes que abominan de Miguel de Unamuno por ser y sentirse
español-. Bajo Felipe_III se procede, por serias razones de Estado a la
expulsión de los moriscos, con repercusiones económicas negativas en la
agricultura valenciana; v las grandes figuras de la cultura valenciana, como el
pintor Ribera el Españoleto, lo son también de la cultura hispánica. Como había
sucedido ya con el humanista universal Juan Luís Vives.
La
incorporación voluntaria del Reino de Valencia. a la causa -una causa también
española- del pretendiente austriaco a la muerte de Carlos II, originó la
supresión de los fueros valencianos después de la batalla de Almansa, mediante
el decreto de Nueva Planta impuesto por el primer rey de la Casa de Borbón,
Felipe V, al año siguiente 1706; de donde se dedujo un proceso de
centralización y castellanización que no encontró graves resistencias valencianas.
En este siglo XVIII, con el advenimiento de la Ilustración, se advierten en el
Reino de Valencia los primeros intentos de resucitar, con carácter culto, la
venerable y popular lengua valenciana; así, el notario Carles Ros y fray _Luís Galiana, que
editó un tratado de refranes y un vocarular-io. Un
gran ilustrado, Francisco de Paula Martí, inventó la taquigrafía -y la pluma
estilográfica- y compuso un alfabeto para mudos. Durante el siglo XIX también
Valencia tuvo su renacimiento vernáculo -la Renaixença-
con nombres insignes como Tomás de Vilarroya, Vicente Boix, Teodoro
Llorente y Wenceslao Querol. Eduardo Escalante recuperó, con gran éxito, la
lengua valenciana para el teatro popular. En 1878 Constantino Llombart funda la
benemérita entidad valencianista Lo Rat
Penat, que se mantiene hasta hoy, y en 1879 se instituyen los Juegos
Florales de la ciudad y el Reino de Valencia. Pero el valencianismo, mientras
trata de encontrar las raíces históricas y culturales del reino (aunque va a conocer, más adelante, una curiosa versión
republicana), no alberga, en ningún caso, desviaciones separatistas, como
desgraciadamente ocurría. bajo pretextos culturales, en la génesis y desarrollo
del catalanismo. Con ello nos situamos en el siglo XX, tras este breve y
esquemático recorrido histórico-cultural; y nos disponemos al análisis de la
campaña pancatalanista en el Reino de Valencia, cuyas consecuencias seguimos
padeciendo, sin que la opinión pública española, muy desorientada, se haya
dado cuenta hasta hoy.
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