lunes, 12 de junio de 2017

SANCHÍS Y FUSTER: MISTERIOSOS DINEROS

 

Por: Ricardo de la Cierva
Conocí al señor Sanchís durante una de mis visitas a Va­lencia, que prodigo cuanto puedo, porque me apasiona cada vez más la nobleza congénita del reino y el gravísimo probllema que lo divide. Me preocupaba entonces el apoyo a las beneméritas agrupaciones musicales que en numero­,os pueblos valencianos actúan como espléndidos centros para la promoción de la cultura, pero muy intrigado por su problemática del idioma, a la que entonces me empeza­ba a asomar, suscité el tema en una reunión con intelec­uales valencianos a la que asistía, a mi izquierda, el señor Sanchís. En aquella discusión no me enteré absolutamente de nada, pero advertí la hondura del enfrentamiento inter­ior. Sanchís me pareció una persona amable y correctísi­ma, conocedor profundo del problema, que exponía con voz cansada y semblante huidizo, como si albergase un es­timulo de incertidumbre y desasosiego en el fondo de su convicción. Era por entonces un oráculo indiscutible e in­tocable; su prestigio se fundaba en el dogma más que en el saber. El padre Francisco de Borja Cremades, en su li­bro de 1985 Normativa de la lengua valenciana, pone en _evidencia las contradicciones de Guarner, sus insuficien­cias históricas, sus arbitrariedades lingüísticas; y destru­cye casi toda su credibilidad.
Llegó el turbión de la guerra civil, cuando Valencia fue capital de la República derrotada, que no tuvo tiempo para controversias filológicas. Acabado el conflicto, en 1939 Mi­guel Adlert y Xavier Casp fundaron la Editorial Torre, que adopta la línea catalanista; pero otros intelectuales valen­cianos se oponen al pancatalanismo renaciente, como Ni­colau Primitiu, Francesc Almela Vives, Antoni Igual i Ube­da. Durante el régimen de Franco el pancatalanismo tiene que actuar con sordina, pero no ceja, subterráneamente, en su empeño, gracias a su quinta columna valenciana, que ahora van a encabezar tenazmente Manuel Sanchís Guar­ner y el antiguo fascista Joan Fuster, que traslada al cam­po histórico-filológico la actitud totalitaria que aprendio en la Falange. Por entonces Manuel Sanchís residía en Ma­llorca y allá le va a buscar Joan Fuster -según confiesa el propio Fuster en 1962- para revelarle las claves de la operación, con estas palabras: «M'han donat uns xavos (unas perras) i vull editar una serie d'opúsculos. » El dine­ro fresco del pancatalanismo para una nueva fase de la falsa reconquista catalana de Valencia en el siglo XX. La Real Academia Española, sin embargo, mantenía en ese año, 1959, su buena línea anterior ante el problema. En el Bole­tín de la RAE, septiembre-diciembre de 1959, tomo 39. cuaderno 158, se explica la definición de valenciano en el diccionario: «Y no está exenta de alcance político la recti­ficación que se ha hecho en las definiciones del catalán, valenciano, mallorquín y balear a fin de ajustarles a la lin­güística moderna, dando de paso espontánea justificación a los naturales de las respectivas regiones. Del valenciano. por ejemplo, se decía dialecto de los valencianos; ahora se le reconoce la categoría de lengua y se añade que es la hablada en la mayor parte del Reino de Valencia.» Muv bien; eso es.


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