lunes, 12 de junio de 2017

SAINETE DEL REMORDIMIENTO


   Manuel Talens

   (Se alza el telón. Penumbra. Cáspito duerme sobre una cama)

   CÁSPITO (soñando en voz alta, le habla a su conciencia con voz monocorde): ¡Qué cosas más interesantes se pueden encontrar rebuscando papelorios en la Feria del Libro Antiguo de la Gran Vía! Sin ir más lejos, aún estoy sobrecogido a causa de un diminuto facsímil de esos que edita el Servicio de reproducción de las Librerías París-Valencia. Tengo el título y el autor grabados en la memoria: Epítome del Origen y Grandezas del Idioma Valenciano, escrito por Carlos Ros, “notario apostólico, natural de esta muy Noble, Ilustre, Antigua, la Leal, Insigne y Coronada Ciudad de Valencia, a la que se dedica, impresso en Valencia por Cosme Granja, en la plaza de la Seo. Año 1734”. (Pausa; mira con ojos sonámbulos hacia el público) La dedicatoria de Ros, redactada en el valenciano de la época, va dirigida a una serie de egregis, nobles, y magnifichs Senyors y contiene términos como ocells y servei: ¿por qué será que al mencionarlos me duelen como un pecado?; el Epítome, en cambio, está escrito en el castellano aún vacilante del siglo XVIII. (Sacude la blanca cabellera con pesadumbre) ¡Hay que ver la cantidad de bibliografía que utiliza Ros! (Nueva pausa; recita profesoralmente) Todo empieza después de la confusión de Babel: según Villegas (Cf. Flos Sanctorum, de Patriarchas, y Prophetas, cap. 14), de aquel galimatías sobrevivieron 72 lenguas, las cuales fueron repartidas entre los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet. A Jafet le tocaron 14, una de las cuales era el vascuence, que se convertiría en la primera lengua de España, traída aquí por su hijo Tubal. Nos invadieron luego los romanos, imponiéndonos el latín, que fue la segunda. Y la tercera, según Escolano (Cf. Decada I, lib. I, cap. 14), es la valenciana. (Nueva pausa; tono rememorativo) ¿Pero de dónde procede la lengua valenciana? ¡Más bibliografía del maldito Ros!: según Beuter (Cf. Chronica General de España, lib. I cap. 12, pág. 52), hacia el 1250 hubo aquí una gran sequía de 26 años y nuestros antepasados hubieron de emigrar, unos a Mauritania y otros a Francia. Allí, con la segunda lengua de España más la francesa, bien mezcladas, engendraron la lengua limosina, (recita como un niño) que era graciosa, agradable, cortesana, sentenciosa, significativa, breve, dulce y suave, y que fue la que trajo, de vuelta a España, el rey Jaime I el Conquistador. De la lengua limosina -¡el escorpión de la conciencia me corroe otra vez!- proceden el catalán, el valenciano y el mallorquín. Sin embargo, con tener las tres un origen común (le chorrean sudores fríos por la frente), dice Ros que los valencianos se dieron maña para perfeccionar la lengua limosina y ponerla en mayores realces, algo que no supieron hacer ni catalanes ni mallorquines, quedándose ellos con su habla bastarda, malsonante, grosera, isleña y montaraz. (Rompe en sollozos en medio del sueño; expresión de gran sufrimiento espiritual) ¡He pecado, Señor, he pecado, y me voy a condenar sin remedio!

   (Por el centro del escenario, que en realidad está situado a la derecha, entra Chimuza y despierta a Cáspito de su pesadilla)

   CHIMUZA (regañándole): ¡Esas cosas te pasan por leer a los traidores, Cáspito, qué manía la tuya! (Lo mira tiernamente; su tono se vuelve paternal y profético) Anda, vámonos al búnquer, que esta noche toca hacer guardia para que la conspiración limosinista-judeo-masónica siga derrotada y la verdadera lengua valenciana, la que ya se hablaba aquí cuando llegó don Jaime (tal como nos ha demostrado en su obra magna el gran sabio Mourellis), continúe imperando en el Generalifato. (Lo acaricia como a un niño) Y no temas, que nuestro diccionario ya se ha encargado de extirpar inconveniencias como ocell, servei, aquest, aleshores, hisenda y otras limosinadas por el estilo... Además, para mayor consuelo, nuestra jefa vela por nosotros desde lo alto de su columna y Lermex sigue atado y bien atado a su sillón... (mohín beatífico) ¿Qué más se puede pedir, querido Cáspito? ¡Alabado sea Dios!

   (Se oye una ventosidad desde ultratumba. Cáspito sonríe. Cae el telón)

   FIN

   Artículo de opinión incluido en El País-Comunidad Valenciana, miércoles 9 de abril de 1.997.

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