AUTOR: RICART GARCIA MOYA
Nacido en Tortosa en 1571 García es el primer
poeta en catalán de cierta enjundia si excluimos, como es lógico, a los
valencianos que usaban el idioma valenciano y a los propios catalanes que
componían en latín y provenzal. Al estudiar en Lérida, García se benefició de
la valencianización lingüística que secularmente recibió esta zona. En el 1600,
los colegas de García trataban de refinar su tosca lengua con el Thesaurus de
Pou, las ediciones de Palmireno o las lecturas de clásicos valencianos. Testigo
de este proceso fue Andreu Bosch que, tras vivir en Perpiñán y Barcelona,
escribía: “tots han volgut y volen cada dia imitar la llengua valenciana”
(Bosch: Summari Perpinyá, any 1628, p.27).
La observación era cierta. En los
endecasílabos que el catalán Vicens Casanova compone para el torneo poético
celebrado por la beatificación de Luis Gonzaga (Barcelona, 1622) utiliza el
sustantivo “espill” (no “mirall”), la conjunción “mentres” (no “mentre”);
rechaza geminar alveolares y el nonato puntito volante “vostra ilustre vida”
(no “il·lus tre”), escribe “noblea”, alejándose de la terminación castellana
catalana de “noblesa”. Tampoco usa “noi”, “nen” o “petit”, sino “chiquet” con
ch: “desde chiquet”; y prefiere “bodes” a “noces”. El propio García, en 1614
componía la “Sátira a una don que en una Iglesia...”, usando la grafía
“iglesia”, no “esglesia”. Por cierto ¿no saben quién es García? Es el mismo que
los catalanes prefieren llamar Rector de Vallfogona.
En Cataluña catalanizan ¡y aquí, en el Reino,
más! La Generalidad nos prohíbe voces valencianas que los catalanes admiraban
en 1600: mentres, chiquet, iglesia, noblea, ilustre, etc. Su utilización impide
acceder a la Enseñanza o la Administración. Siguen mandando, ¡ay!, los
adoradores de Fuster, aquel que tanto nos despreció. Todo lo valenciano era
indigno, hasta el título de Reino (él admiraba el de Principat). Fuster iba a
degüello. Del gramático Ros decía: “la tremenda estulticia de Carles Ros “ (La
decadencia, Barcelona, p. 95). Al prosista Porcar le acusaba de ser “un
capellán vulgar y apagado que escribía como hablaba...y hablaba como los
villanos y gente comun... Porcar no sabía escribir” (p.139). A los dramaturgos
del XIX los encasilla como “analfabetos” (p.102) Actualmente, estos a quien
Fuster consideró “de prosa sintácticamente demencial, pobre de vocabulario y
muy acastellanada” (p.155) son joyas de la corona literaria catalana. Los
corsarios del IEC destinan lugar de honor a los que Fuster consideró estiércol
cultural. Así, en “Poesia del segle XVI al XVIII” (Barcelona, 1991) rellenan el
siglo XVll catalán con las obras de Mateu y Sanç, poeta que siempre puntualizó
que escribía “en idioma valenciano” (BNM, Ms. 3746, any 1648), o “en llengua
valenciana” (ib); y que diferenciaba entre las dos lenguas: “Graecam, Latinam..
Valentiam, Catalaunam” (De regimine, 1656).
Los investigadores saben, aunque disimulan,
que Fuster fue el bufón saltarín del Institut d’Estudis Catalana, que hacia
reír con sus “certeros juicios histórico-literarios”. Así, cuando intenta
destruir la obra y figura del Pare Mulet, supone que tras el apellido se
esconde un delincuente literario: “el falsari que s‘amagava darrera el nom del
P. Mulet” (Dec. p.94). No existía tal falsario, sino un poeta satírico que los
catalanes consideran tan importante como García (¡perdón, el Rector de
Vallfogona!). Fuster se amparaba tras la opinión de Mariano o Mariá Aguiló, un
mallorquín catalanero del clan de Milá i Fontanals (padre putativo del Curial e
Güelfa), que catalogó como catalán el fondo bibliográfico de la Universidad de
Valencia.
Enardecido, Fuster destaca “la infal·lible
intuició lingüística de Mariá Aguiló” (Dec. p.24), adhiriéndose a la tesis de
que la obra de Mulet no podía ser del siglo XVII. Desafiante, lanzó esta aguda
observación: “voces como chuzos son históricamente inimaginables en el siglo
XVII” (Dec.p.25). Para Fuster, la voz “chuços” en la poesía de Mulet demostraba
su anacronismo y ser producto de un falsario. Al fallecer Mulet en 1675: es
evidente que no pudo usar un vocablo históricamente inimaginable en tal
centuria. Fuster cita como apoyo de su argumentación al erudito Mariano (el de
la infalible intuición lingüística) y al etimólogo y académico Corominas,
máxima autoridad en lexicografía de las neolatinas peninsulares.
No es por molestar, pero ese vocablo
históricamente inimaginable entre 1600 y 1700 estaba vivo y coleando en el
idioma valenciano de tal centuria; y en obras muy conocidas: “Los fels soldata
molts valents, ab piques, chuços, espases” (Orti: Siglo Quarto. Valencia, año
1640, f.59). El autor fue un dominico, quizá conocido del adolescente Mulet:
“del Conv. de Predicadores, uno de los
muchos y muy luzidos ingenios que cría
aquella casa escribió en lengua valenciana un romance” (ib.f.58). Lo siento, pero existía el poeta catalán García; y existía el sustantivo “chuço” en el idioma valenciano anterior a Mulet. Pero todo tiene remedio. Los haciendosos filólogos
catalanes y sus mamporreros valencianos
maquillan el indigno apellido García con
la perífrasis tabú “Rector de Vallfogona”.
Respecto al históricamente inimaginable “chuço”, con ch y todo, los diccionarios etimológicos
prefieren no verlo y no lo registran,
documentándolo en fecha cercana para que
encaje con la teoría de que es un vil
castellanismo del XIX.
Corominas recuerda que derivaba del arma de
los suizos y, como es sabido, los
valencianos tuvimos lazos con los lasquenetes
helvéticos desde el XV (con los Borja). Todavía en 1745 hallamos huellas de
estas tropas en el Reino: “Despedida de los suizos: Taverneros de Valencia... /
A Dios (sic), tavernas amadas / la de cerca de San Juan / la de la Peixcateria
/ las de San Bult y Bertrán (...) aquel famoso lugar / que se llama Chirivella
/ que allí es grande la botella / y está el vino sin sissar.../ Vuelta de los
suizos: Taverneros de Valencia / las tiendas desenlutar / volvemos a
Valencia...” (Bib. Serrano Morales, Despedida de los suizos, 1745). Así que
tenemos documentado el sustantivo “chuço” (no el catalán xuixo) en idioma
valenciano, aunque fuera históricamente inimaginable para Fuster y “totes les
Universitats del mon”, como dice el sonsonete inmersor. Ellos, los del condado
levantino, tienen a García (¡perdón, al Rector de Vallfogona!). Aviso a
incautos: la valencianísima Generalidad sólo autoriza la voz catalana “xuixo”,
no la valenciana “chuço”.
Diario de Valencia 8 de abril de 2001
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