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Este blog se edita para dar información, lo más amplia posible, sobre las manipulaciones catalanistas que se vienen produciendo contra el Reino de Valencia. AVISO: No se admitirán comentarios que atenten contra la realidad histórica del Reino de Valencia, que serán automáticamente borrados. Asimismo sólo se admitirán los comentarios que estén redactados en Lengua Valenciana (no prostituida por catalanismos) y en Español, idiomas utilizados en este blog.
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Autor: Ricardo García Moya
Os llaman "Les Illes", a palo
seco, como si fuerais miserables ínsulas de hierbajos e iguanas, y dad gracias
de que no os rebautizan con nombres como Islas Tortugas o el de aquella
"Isla de mal de vientre" que citaba Haedo en 1612 (Topographia de
Argel, f. 89); y lo de tortugas podría ser, por la abúndancia que teníais. En
1491, por orden real se remitían a Valencia más de cien ejemplares, aunque
también es cierto que muchas perdices que pueblan Mallorca son de origen
valenciano: "El 11 de marzo de 1315 ordenó el rey que se trajesen de
Valencia muchas perdices y se las soltara en el campo de Valldemosa y Sóller,
prohibiendo con severas penas que fueran cazadas o maltratadas." Pero
nuestras tierras no se llaman Islas Tortugas ni País de las Perdices, sino
Reinos de Valencia y Mallorca.
El tiempo en que Mallorca y Valencia defendían juntas la soberanía territorial
y cultural de sus territorios ha pasado. ¿Recordáis cuando en 1397, las flotas
de guerra mallorquina y valenciana navegaron en cruzada contra los piratas de
Tedeliç? Pero el peligro, ¡quién lo diría!, estaba en los vecinos condales;
así, en 1462, cuando les dio por proclamar conde de Barcelona al rey de
Castilla, tuvimos que entrar en guerra mallorquines y valencianos contra
Cataluña y Castìlla; y fue duro, muy duro, pues la normalización no la
practicaban con inmersores y Canal 9, sino a degüello. En junio del citado año,
las galeras catalanas sitiaron la ciudad de Mallorca, "exigiendo que la
entregasen; porque si no pasarían a cuchillo a hombres, mujeres y niños"
(C. Mayoricense, p. 176). Los valencianos no os dejamos solos, y nobles como
"el conde da Cocentaina, que acudió con su galera al socorro de Mahón,
contra catalanes", aliviaron vuestro calvario.
Mal les fue la aventura a los catalanes, pues Valencia y Mallorca eran reinos
organizados, hasta el punto de que hubieran podido conquistar Cataluña de
habérselo propuesto. Así y todo, "las compañías de Mallorca hicíeron cruel
guerra en los montes de Gerona contra los catalanes" (C. M. p.178), y los
valencianos caballeros de Montesa enrojecieron el Ebro con sangre catalana
(Diet. del Capellá). Erais agradecidos, y os faltó tiempo para ayudarnos cuando
la Germanía. EI pelaire mallorquín Crespí, en 1520, escribía a Guillén Sorolla
para "ofrecer vida y bienes; y que la Germanía de Mallorca se organizaba a
imitación de la de Valencia, de donde tomarían sus instrucciones". De este
modo se enfrentaron al imperio de Carlos V los reinos de Valencia y Mallorca,
teniendo sus heroicos jefes el mismo final: "Hicieron cuartos de todos y
pusieron sus cabezas en lugares patentes, según se había hecho en
Valencia." Las tropas catalanas de Oliver, aliadas de la nobleza
castellana, degollaron a los plebeyos valencianos en Almenara, y los quintales
de plomo para las balas que rindieron Mallorca los vendió Barcelona a buen
precio.
Estoy contemplando una reproducción del Gran Mapamundi de la Biblioteca Estense
de Módena, pintado por judíos mallorquines coetáneos de las luchas de Valencia
y Mallorca contra Cataluña, y en los comentarios del editor actual aparece como
obra catalana. Es increíble, pero la asombrosa producción de portulanos
mallorquines -sin paragón en la historia cartográfica medieval- se la ha
apropiado Cataluña gracias a que los historiadores barceloneses -desde el siglo
XIX- etiquetaron como catalanas a estas joyas que son exclusivamente
mallorquinas
Os han quitado todo, desde Ramón Llull a
la colonización mallorquina que Junípero Serra realizó en California; las
misiones de San Diego, San Antonio de Padua, San Gabriel y San Luis son ahora
de raíz catalana. Os han quitado todo, desde el título de Reino hasta el
idioma. En 1521 el Blanquerna era traducido a la "llengua
valenciana", y es que vuestro Llull -que jamás se consideró catalán-
escribía en árabe, latín y un romance mallorquín que, por sus arcaísmos,
requeria ser traducido a los valencianos. Ahora, tan "normalizados"
estáis que quizá no os ofenda que Umberto Eco escriba: "Ramón Llull,
catalán nacido en Mallorca" ("La búsqueda de la lengua
perfecta", p.55).
Estoy tratando de leer la "Rondaya de rondayes" (con y griega)
escrita en lengua mallorquina por Tomás Aguiló en 1815, a imitación de la
Rondalla valenciana de Luis Galiana. Me cuesta mucho su comprensión, más que el
gallego; en cada página tropiezo con verbos, preposiciones, sustantivos,
adverbios y adjetivos distintos total o parcialmente a los de la lengua
valenciana y, creo, a los de la jerga del Institut d'Estudis Catalans. Así, al
azar, leo: "hei, betrà, ho duit, se mà, morigueran, s'escuma, tarabella,
emb, arade devant es bòu", etc. Deduzco que los filólogos del IEC han
consechado caprichosamente los vocablos que les placía de vuestro léxico y tras
maquillarlos morfológicamente, estarán engordando el Gran Berta, o Gran
Diccionario del Institut d'Estudis Catalans. Supongo que os habrán dicho que
sólo es perfecto el léxico y gramática del Institut d'Estudis Catalans. También
sospecho que la inmersión ha sembrado odio en Ibiza y Mahón contra Palma de
Mallorca (aquí lo hace en Castellón y Alicante contra Valencia).
Acabo con una línea en el mallorquín de 1815 y que, sinceramente, me cuesta
entender: "S'allòta l'entretant feya es santo baxo emb una care"
(Rondaya, p.19). Esto no es valenciano, ni tampoco catalán: es idioma
mallorquín. No sé si quedaréis muchos defendiendo la independencia cultural
mallorquina; pero, igual que ocurrió en el siglo XV, aquí tenéis a vuestros
aliados del Reino de Valencia.
Jueves 24 de mayo
La Universidad de Valencia
recurrió ante el Tribunal Constitucional la sentencia del Tribunal Supremo, que
daba la razón a Alternativa Universitaria, por la que se le obligaba a la
Universidad a pasar por la denominación legal e histórica de Lengua Valenciana.
El asunto cayó en la sala
tercera, que presidía un catalán, Carlos Viver Pi i Sunyer, de ideología
socialista, que destacó, además, por ser el ponente de una sentencia, que
absolvió a la mesa de Herri Batasuna, en un asunto planteado ante la misma.
En el mismo tribunal estaba
un valenciano, catalanista y socialista también, Tomás Vives Antón, que había
llegado al cargo a propuesta del PSOE. Vives ejercía la docencia como profesor
de derecho Penal en la Facultad de Derecho de Valencia.
Con este botón de muestra,
era evidente que el Tribunal de Revisión Política en el que se ha convertido el
Tribunal Constitucional, donde suelen cargarse las sentencias de la
jurisdicción ordinaria, iba a dictar sentencia a gusto de los catalanistas-
Dicho y hecho, el 21 de abril de 1997, hace diez años justo ahora, el Tribunal
Constitucional daba amparo a la Universidad de Valencia y se cargaba la
impecable sentencia del Tribunal Supremo, que, a su vez, confirmaba la
sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, que
primaba la autonomía universitaria sobre la misma ley.
No contempló el Constitucional
que hasta la propia Universidad está sometida al imperio de la ley. La
Constitución y el propio Estatuto de Autonomía quedaban relegados a la primacía
de la autonomía universitaria, algo insólito.
Tal fue la barbaridad
jurídica perpetrada con aquella sentencia, que el propio presidente de la sala
del Constitucional juzgadora, un magistrado de la carrera judicial, quien no
había llegado al cargo por la lista de los partidos políticos, se negó a
firmarla, objetándola de manera muy razonada.
La sentencia del
Constitucional sólo tuvo ojos para la manida autonomía universitaria y la
Universidad otorgaba sólo el soporte de denominación científica a la lengua
catalana, no a la valenciana. Alegaba la sentencia que “el acuerdo de la junta
de gobierno de la Universidad de Valencia que fue impugnado por la vía
contencioso-administrativa y el art. 7 de los Estatutos de la Universidad donde
encuentra cobertura, vienen a establecer de consumo que la valenciana, lengua
propia de la Comunidad Valenciana y, por ello, de su Universidad, podrá ser
también denominada lengua catalana, en el ámbito universitario, sin que ello
contradiga el Estatuto de Autonomía ni la ley de las Cortes Valencianas.”
“La Universidad de Valencia
-sigue diciendo la sentencia del Constitucional- no ha transformado la
denominación del valenciano y se ha limitado a permitir que en su seno pueda
ser conocido también como catalán, en su dimensión académica, según los propios
Estatutos”.
A la sentencia que le daba
amparo a la Universidad de Valencia opuso su voto particular José Gabaldón
López, presidente de la sala, quien disintió por completo del resto de miembros
del Tribunal, en el que, entre otras cosas, afirmaba:
“La denominación idiomática que formula el Estatuto de Autonomía de la lengua
cooficial completa la prescripción constitucional y forma parte por ello del
bloque de constitucionalidad, no dejando margen a las normas que puedan
dictarse en uso de la autonomía universitaria para introducir denominaciones
distintas al margen de aquel, es decir, unas denominaciones que el mismo no
incluye sea no puramente semántica o alcance otra trascendencia”.
Gabaldón agrega que “la
denominación exclusivamente atribuida en el Estatuto de la Comunidad Valenciana
a su lengua cooficial como valenciano, incluso cuando se refiere a la
enseñanza, exige que deba atenerse a ella cualquier regulación y también, por
supuesto el Estatuto de la Universidad que carece de facultades para introducir
cualquier denominación que no sea la allí establecida”.
El presidente de la sala
concluía su objeción diciendo que el límite a la autonomía universitaria era
“claramente el Estatuto de Autonomía de la Comunidad y las leyes que, en su
estricta aplicación, hayan desarrollado lo relativo al uso de la lengua
cooficial. Y como con una y con otra choca frontalmente el acuerdo que fue
objeto de anulación judicial, entiendo que debimos declarar que las Sentencias
recurridas ante nosotros no vulneran el Estatuto de Autonomía de la Comunidad
Valenciana y por ello debió haberse desestimado el recurso de amparo”.
La
AVL se está convirtiendo a marchas forzadas en el Tribunal de la Santa
Inquisición Lingüística con sus maneras y formas de actuar, entidad viciada en
origen por cuanto que su preocupación principal es velar por la unidad de la
lengua catalana y no por la Lengua Valenciana.
Apoyada
por toda la infantería y caballería de los "Serveis de Normalització
Llingüística" de las corporaciones e instituciones oficiales y públicas,
debidamente controlados por el pancatalanismo, la AVL obliga a la ciudadanía a
escribir y hablar como a ella le apetece y caso de no pasar por su aro los
objetores lingüísticos son sancionados.
Por
ejemplo, si un libro está redactado en pura Lengua Valenciana, según las Normas
de la Real Academia de Cultura Valenciana, no en catalán como manda la AVL, no
recibirá ningún apoyo oficial de instituciones y organismos oficiales y
públicos.
Aunque
lo peor no es eso. Si usted escribe un libro en el que todas las palabras que
emplee están contenidas en el diccionario de la AVL, si éstas no se encuentran
entre las primeras de las distintas que impone el dogma catalanista, tampoco se
lo publicarán.
Me
explico. Los de la AVL nos han querido perdonar la vida a los valencianos y
aceptan, como mal menor, en su diccionario oficial palabras normales y
corrientes, que, desde el siglo XV, venimos utilizando los valencianos, pero en
concepto de vulgarismos, que en lingüística es algo así como ser palabras de
tercera regional preferente, no de primera división, honor que sólo se otorga a
las genuinamente catalanas.
Para
los cobrantes de la AVL -de entre todas las academias de la lengua del mundo,
los de la AVL, parece que son estos los únicos que cobran, además de ser sus
normas de obligadísimo cumplimiento bajo pena de sanción y excomunión
secesionista- lo culto es utilizar el barceloní castizo, no lo genuino que se
habla desde tiempos ancestrales en el histórico Reino de Valencia.
La
Santa Inquisición Lingüística está en marcha. No les extrañe ver pronto cómo
son inmolados en el fuego todos aquellos manuscritos y libros que osaron, y se
atrevan en lo futuro, ser redactados en la genuina Lengua Valenciana, a
propuesta de los nuevos Inquisidores de los servicios de la (sub)normalización
del idioma autóctono.
Ni libertad de cátedra, ni libertad de
expresión, ni libertad de autor, ni mucho menos respeto a lo que
tradicionalmente ha sido la Lengua Valenciana.
Se
nota que el médico académico Angel Calpe (“La AVL ‘encoratja’ a los
valencianos”. LP 30/6/07) ) no ha viajado demasiado por el mundo universitario
avanzado, se nota que su cultura democrática anda de siniestro total, se nota
que no tiene ni idea de cómo funciona la lingüística moderna, se nota que está
felizmente encantado con su esclavitud hacia el “infame e infecto dialecto
barceloní”, y se nota que, con sus falaces argumentos, quiere reducir al
anestesiado poble valencià a la condición de esclavo.
Si la domesticada Academia anti-Valenciana de la Lengua (AVL) está, por mandato
el Estatut, para defender nuestra histórica lengua valenciana, ¿a qué viene su
incestuoso maridaje con las obsoletas bases del 32?, ¿por crematísticos
intereses editores del decimonónico IEC?, ¿a qué viene su obediencia servil a
tan descolorida antigualla?, ¿colonizarnos?, ¿macdonalizarnos?,
¿barcelonizarnos dialectalmente?, ¿burlarse de la valencianía culta?, ¿ por qué
tan desfasados académicos-AVL no se reciclan en los dictados de la lingüística
moderna y remozan sus anticuados postulados lingüísticos en la línea
chomskiana?, ¿viven todavía en los 30? Eso parece.
Y es que, si el médico académico Angel Calpe (alien de la Filología Románica)
hubiera viajado por el mundo académico avanzado, habría descubierto que ya no
vivimos en la era de los totalitarismo socialistas y que la lingüística
democrática es incompatible con los corsés déspotas de Akademias decimonónicas
fabricadas para contentar los intereses espurios de una casta feudal catalana
que combina sus enloquecidos proyectos de colonización del Historic Reyne de
Valencia ‘‘en els interessos crematistics de la seua bojaca’’.
Y si el médico académico Angel Calpe y el sanedrín-AVL hubiera ido a la
democrática Noruega habría descubierto, por ejemplo, que allí coexisten dos
estándares lingüísticos para una lengua noruega : el “Bokmal”, pariente del
danés y dialecto impuesto por los invasores daneses. Y el “Landsmal” (= lengua
del país), que es la lengua original de Noruega. Y, lo que es más importante,
los Consejos Escolares noruegos eligen ellos mismos, de las dos, la lengua que
prefieren como vehículo principal de enseñanza. Y nadie les impone la otra si
no la quieren. Pero eso pasa, claro está, en la democrática Noruega, donde han
superado eso de los neofascismos lingüísticos ambiciosos de suplantar el
histórico estándar de nuestra lengua valenciana por el infame e infecto
dialecto barceloní. Para eso nos fabrican troqueladoras akademietas-AVL.
Y si el médico académico Angel Calpe y su politicAVL hubiera viajado a la
Harvard University de EE. UU. y se hubiera empapado de las modernas teorías del
Gran Gurú de la Lingüística Moderna Internacional, Noam Chomsky, le habrían
escuchado cosas tan inteligentes como: ‘‘Que los políticos no metan sus narices
en la lengua”... ‘‘la lengua la hace siempre el pueblo, es propiedad del pueblo
que la habla’’... “la diferencia entre un dialecto y una lengua está en que,
mientras detrás de una lengua hay un ejército, detrás de un dialecto no lo
hay”... Ese ejército de editores catalanes que le quieren robar a la lengua
valenciana su indiscutible primogenitura entre todas las lenguas romances, ese
ejército de desleales colaboracionistas catalencianos que han vendido su
dignidad por un “crematístico” salario de 12 millones ptas/año y quieren
humillar la dignidad de un pueblo obligándolo a aprender el infame e infecto
dialecto barceloní fabrino.
Y si el médico académico Angel Calpe y su politicAVL tuviera una mínima
conciencia democrática, en vez de trabajar para ese anexionismo colonizador del
Institut d’Estudis Catalans (con su obsoleta y decimonónica normativización),
obedecerían el mandato soberano del Poble Valencià recogido claramente en el
nou Estatut d’Autonomia, art. 6.2 : “El Idioma Valenciano es el oficial de la
Comunidad de Valencia”.
Queriendo suplantar nuestra histórica lengua valenciana por el infame e infecto
dialecto barceloní fabrino, estos desleales antidemócratas de la AVL violan
nuestra Carta Magna, sabotean nuestra democracia y se hacen cómplices de un
genocidio lingüístico-cultural desde la ilegalidad más absoluta. La AVL está
totalmente pillada con el nuevo Estatut y, por mandato legal, deberían
desencadenarse los correspondientes mecanismos jurídicos que forzasen a la
dimisión de sus desleales miembros o a su cancelación. Y el president Camps es
el máximo responsable del cumplimiento del Estatut.
Al
soberano Poble Valencià le quieren robar su condición de pueblo libre para
convertirlo en carne de esclavo. Aquellos desleales y traidores que colaboren
en tal despreciable hazaña sólo merecen el desprecio de nuestra sociedad
entera. Y los políticos irresponsables que sean cómplices de tal vileza
recibirán el juicio de la Historia por tan colosal traición.
AUTOR:
Mª TERESA PUERTO FERRE
Cuando
a principios del siglo XX el ideólogo fundador del fascismo español (y del
Institut d'Estudis Catalans), el catalán Prat de la Riba, decía aquello de
"el imperialismo es hijo natural del nacionalismo: cuando este se
encuentra exultante dentro de sus fronteras, se desborda inundando las tierras
vecinas" estaba profetizando el proyecto de ingeniería social que iba a
desarrollarse en la Comunidad Valenciana y las Baleares durante el siglo XX.
Programa de ingeniería social que sigue actualmente en proceso. ''Todos los
conquistadores lo primero que procuran es introducir su idioma en los países
conquistados", "hay que dominar por la fuerza de la cultura". Un
proyecto contra natura y fascistoide, dirigido a la xenófoba suplantación de
nuestra histórica lengua valenciana y al exterminio lingüístico-cultural de las
regnícolas raíces del poble valencià. Y con bien pagados
colaboracionistas dentro de su propia panza; ¡los ingenieros del proyecto! Una
lucha a muerte.
La
irracionalidad de tan abyecto proyecto político (nada que ver con la
lingüística) era denunciada ya en 1891 por el químico Pompeu Fabra cuando, en
su contaminado laboratorio fabrino, estaba transformando el infecto dialecto
barceloní en neocatalán estándar. Pompeu decía entonces: "Una ortografía
común para catalán, valenciano y mallorquín es contra natura" (L'Avenç
31/3/1991). ¡Y tan contra natura!: Fabra sabía que su contaminado dialecte
barceloní era un mindundi-parvis frente al gigantesco bagaje histórico de
la lengua valenciana.
Sin
embargo, ya embarcado en el totalitario proyecto imperialista de Prat de la
Riba, Pompeu Fabra colaboró eficazmente desde su contaminado laboratorio en la
conquista del Regne y nos envió a su comisariado. Era el tiempo de los
despotismos socialistas -nazi-fascistas/marxistas- que erosionaban, desde la
prepotencia, las frágiles mentes de una sociedad valenciana inerme y
desinformada. Era el momento del izquierdorrepublicanismo montaraz, fabricante
de las obsoletas "Bases Castellonencas del 32", diseñadas para
imponernos a los valencianos el infame dialecto barceloní ("són una
adaptació de les de l'Institut d'Estudis Catalans", Sanchis Guarner, La
llengua dels valencians, 1967).
Cuando,
frente a tamaña barbarie antihistórica y secesionista, el Pare Lluis Fullana
reacciona con su Ortografia Valenciana (Imprenta Gráfica. Valencia
1932), basada en la leyes marcadas por la gramática histórica, en ese momento
Pompeu Fabra hace travestismo opinativo y con actitudes fascistas amenaza a los
defensores de la gramática valenciana diciendo: "El que aneu a fer és molt
arriscat" (carta als membres de la Taula de les Lletres Valencianes.
15/7/1930) y les prohíbe alejarse de las normas ortográficas inventadas por el
Institut d'Estudis Catalans. Lo que en 1891 había sido contra natura se
convirtió, en 1930, en iletrado dogma pompeufabrí.
Si
el dialecto barceloní (neocatalán) es el artificial producto salido de
los laboratorios fabrinos que: a) carece de etimologías genuinas, b) su
trayectoria no se ciñe a los principios de evolución de una lengua histórica y
c) no está respaldado por la autoridad de unos clásicos ni de un siglo de oro
literario.
Si
las Bases-IEC del 32 quieren imponernos a los valencianos la artificial
ortografía secesionista del infame dialecto barceloní , si la Acadèmia
Valenciana de la Llengua es dócil vasalla de ese infame dialecto, de esa
artificial/obsoleta ortografía, y de ese privadísimo-alienígena Institut
d'Estudis Catalans, ¿dónde queda, senyor president Francesc Camps, nuestra
Carta Magna en su artículo 6.2?, ¿por qué se está violando su taxativo
mandato?, ¿qué ridículo papel está haciendo la secesionista AVL, que, sometida
al IEC fabrino, ni cumple su misión de defender la lengua valenciana y además
está traicionando la voluntad de nuestro pueblo que votó el Estatut?
La
única autoridad académica que reconoce el valencianismo histórico es la de la
Real Acadèmia de Cultura Valenciana, la única que recoge la tradición
filológica de los grandes gramatistas como el Pare Fullana, el Pare Guinot, el
Pare Costa, Leopoldo Peñarroja, Menéndez Pidal, Gregorio Salvador..., que
defienden taxativamente la existencia de una lengua valenciana histórica
cumplidora de los dictados de la gramática histórica y de todas las premisas
que la categorizan como lengua, frente a la secesionista AVL del infame
dialecto barceloní que no los cumple y los traiciona.
President
Camps: ¿ley o barbarie?
La falta
d`autogovern, es la causa fonamental de la perdua de les senyes d`identitat
dels pobles.
Este principi
reconegut per tots, en Castello no es cumplix en absolut. Tant la Real Senyera
com l`Himne Regional, la Llengua Valenciana o la religio, en quant a senyes
d`identitat valencianes, no mai han tingut tanta indiferencia quant no
detractors, com ne tenen hui, despres de vint anys de govern autonomic.
Les inversions
multimillonaries en l`ensenyança, televisio autonomica e t c..., no han servit
per a fer coneixer als valencians la seua verdadera historia i cultura en comu,
i aixina entre tots defendre-la d`agresions de fora i de dins.
Heraldica : Els
edificis antics mes emblematics de Castello, lluïssen l`heraldica del Regne de
Valencia ( inclus en temps molt dificils per a el regionalisme ) com a prova
del nostre orgull de ser valencians. El Fadri, l`Ajuntament, la Con- Catedral,
l`Institut F.Ribalta i algun atre, tots tenen en la frontera el Losange
Coronat, emblema del nostre antic regne. L`institut, dalt del Losange lluïs Lo
Rat Penat, completant la nostra heraldica.
L`estatua del Rei
en Jaume es un eixemple modelic de l`heraldica en la Corona d`Arago. Dalt el
rei, en la seua heraldica propia com a rei de tota la corona. Als seus peus, en
quatre florons, els escuts diferenciadors d`Arago, Valencia, Mallorca i
Catalunya. Lo Rat Penat estaba representat en l`artistica reixa de ferro forjat
que tancaba el monument. Despres, la reixa va estar uns anys junt al Fadri,
pero aprofitant l`ultima restauracio, l`han feta desapareixer.
Senyera : El dia
6 de febrer de 1908 l`Ajuntament de Castello, a proposta del regidor Gaeta
Huguet, va aprovar per unanimitat la següen proposta : Destinada a aquest
exelentísim Ajuntament será confeccionada una senyera que sía fac-simil de la
qu´ecsistic á la metrópoli valentina y qu`els reys de la nostra nacio li
donárent com a propia ( .... ). (HMV, Renaiximent,
22-11-1908, nº7,pg.1-2)
El 25 de juliol
de 1930 en la Ciutat de Valencia es va celebrar La Festa de la Real Senyera, un
acte regionalista fortament lligat a la nostra bandera. Acte presidit pels
alcaldes de les tres capitals de provincia i els presidents de les tres
diputacions provincials. Despres del president de la diputacio de Valencia
prengué la paraula el senyor Breva, alcalde de Castello, dient : Ante el
juramento de fidelidad a la señera, la voz de Castellón no podia faltar y aqui
estoy para deciros que no es vuestra solo la señera, es de toda la region....
acabà abraçant a l`alcalde i besant la senyera. L`alcalde d`Alacant sr. Mengual
tambe digué : Vengo en nombre de Alicante a sumarme al homenage que tributais a
nuestra señera, la Señera de la Region Valenciana.... Despres la manifestacio
encapçalada pels alcaldes i presidents de les diputacions, en el Parterre,
tornà a interpretar l`Himne Regional. ( H.M.V. Las Provincias, 6-7-1930, pg 2.
)
La Real Senyera
sempre s`ha tingut en Castello com algo entranyable, ( entitats com els
Caballers de la Conquesta, la lluïen en els seus actes ) pero hui, se limita
als edificis oficials per imperatiu legal, i l`Himne Regional al menys que yo
sapie, no mes se cante en Castello una vegada al any, en la entrega dels premis
Fadri de la nostra Cardona Vives.
La Llengua: La
Llengua Valenciana va tindre en Gaeta Huguet u dels primers professors de tota
la regio; Donaba classes en sa casa abans dels cursos de Lo Rat Penat, al
mateix temps que patrocinava els 3000 eixemplars de la gramatica del pare
Fullana. A la mort d`Huguet, Lluis Revest el sustitui en la ensenyança, al
temps que fea la “ Gramatica de la Llengua Valenciana, notes per al seu estudi
i conreu “, en la que sense els actuals complexos i en tota claritat, nos
explica en quins punts genuins valencians son inaceptables les formes catalanes
i lo ridicules i confusses que resulten en la llengua valenciana.
Castello sempre
ha tingut molt clar quina es la seua llengua i quin el seu nom. L`Universitat
Jaume I per lo vist no ho te tan clar, i eixa falta de claritat li ha portat conflictes
judicials, pedrels i quedar en evidencia. Realment lamentable.
Religio: Sant
Vicent Ferrer, patro de la Comunitat Valenciana, sempre ha tingut molta
presencia en Castello. El dia de Sant Vicent va ser festa en Castello d`hasta
despres de l`estatut que la van llevar, i tant en la basilica com en la Capella
dels sants patrons en Santa Maria, Sant Vicent sempre ha estat junt a La Mare
de Deu del Lledo i Sant Cristofol, patrons de la ciutat.
Enguany que
ademes de la festa del Lledo, celebravem el 750 aniversari del privilegi del
trasllat concedit pel primer rei cristia del Regne de Valencia, el patro d`este
regne, de forma sorprenent, es substituit per San Blai, sen per tant marginat
en tots els actes. Desde el Compromis de Casp, que no es va decantar pel Compte
d`Urgell, Sant Vicent Ferrer no es sant de la “devocio” d`alguns.
Com podem vore,
els castelloners sempre nos hem sentit valencians i hem lluït orgullosos
l`heraldica valenciana; pero mentres la nostra Generalitat, poc o no res està
fent per a fomentar el sentiment valencià, el catalanisme no ha parat
d`enfrontar-nos a Castello i Alacant en Valencia, nostre cap i casal. “Dividix
i venceras”.
* La Real
Senyera, Antoni Atienza
Autor: Joan Ignaci Culla
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El 3 de març de 1459 va morir en Valencia
Ausias March. Els investigadors no s’han posat d’acort ni en la data ni en el
lloc de naiximent. Uns mantenen que en Gandia
o Beniarjo en 1397, i uns atres en 1400 en la ciutat de Valencia, que era a on
residia la familia materna del poeta. Lo que si que esta clar, i ningu ho posa
en dubte, es que era valencià. De la mateixa forma que consta que des de molt
jove prengue part en una actuacio valenta, en les distintes expedicions
d’Alfons el Magnanim pel Mediterraneu, entre les que destaquen les conquestes
de Cerdenya i Corcega. I que en 1419, ya ostentava la categoría de “Mossen”, lo
que vol dir que ya havia segut nomenat cavaller.
Pero si va destacar per la seua actuacio militar, distinguint-lo el rey en 1425
com a “falconer major”, aixina com tambe per facultant-lo per a administrar
justicia en la jurisdiccio civil i criminal en les seues possesions de
Beniarjo, Vernissa i Pardines; per lo que va passar a la historia es per la
seua condicio de poeta.
Els seus antecedents familiars, com era el cas de son pare Pere March, tambe el
varen involucrar en el mon de les lletres. Eren els temps de maxim esplendor de
Valencia, que era la capital mes poblada de la Corona d’Arago, en vora 40.000
habitants. En un Regne de Valencia que era el centre financer de l’Estat,
donada la seua espenta en l’activitat economica, i pel seu paper rellevant en
la politica mediterranea de la corona. Eixa prosperitat de la nostra terra, va
fer possible que en eixe sigle tingueren dos papes valencians, la construccio
de monuments rellevants, com: la Llonja, el Micalet, les Torres de Serrans,
etc. i una pleyade d’escriptors que feren possible la consecussio d’un Sigle
d’Or de les lletres valencianes.
Pero el merit d’Ausias March no es asoles haver format part d’eixe llarc
llistat de lliterats valencians que varen fer a la llengua valenciana la mes
culta i important del moment, que tambe, sino per ser el poeta que va trencar
l’estil dels trovadors imperant en el moment, per la llengua d’us corrent, mes
personal, mes sincera. March conseguix la ruptura estilistica respecte als seus
antecessors. Va ser en la poesia d’aquells temps, lo que en el sigle XX va conseguir
Picasso en la pintura, o els Beatles en la musica.
La gran quantitat dels seus manuscrits que va fer i nos han arribat, les
numeroses traduccions que s’han fet de les seus obres, l’influencia que deixà
en poetes castellans com Garcilaso de la Vega, Hurtado de Mendoza, Joan Boscà,
inclus en Quevedo i de forma destacable en Jorge de Montemayor; el fan tan
especial, que tots els autors dels sigles XV i XVI intentaren imitar-lo.
Explicat tot lo anterior, comprendra el llector que un personage del calibre
d’Ausias March no podia passar desapercebut per als lladres culturals i
llingüistics, usurpadors anexionistes de llegats valencians, per a omplir
nomines d’autors importants dels que carixen i, al mateix temps, omplir les
estanteries buides de llibres, com es el cas dels catalans.
Si qualsevol persona consulta un diccionari o enciclopedia en l’actualitat, es
trobara que Ausias March, efectivament, era valencià, pero era una poeta de
llengua catalana. ¡Nyas coca, a vore com es menja aixo! Puix, segons estos
“rigorosos” intelectuals catalanistes, per cert, imitats per els castellans, en
les seues edicions (¿per qué será que en qüestions de llengua valenciana, els
catalans sempre s’alien en els castellans?), el nostre poeta valencià, era
catala, perque procedia d’una familia barcelonesa, que se va establir en Gandia
a mitat del sigle XIII, en motiu del repartiment de terres posterior a la
reconquesta del Regne de Valencia per Jaume I. Per lo tant, com fea dos sigles
que uns parients de March es quedaren en les nostres terres, per a estos
mestres de futurs membres de l’AVL, el nostre paissà parlava catala, encara que
a soles, ya que tot lo mom ho fea en valencià, com ara vorem.
Tal patranya, que a base de publicar-la, inclus en els llibres de la Conselleria
de la Generalitat Valenciana, molts la donen com a valida, no te ningun
fonament.
El 9 de giner de 1415, encara com a “donzell”, en representacio de la branca
valenciana de la familia (som pare havia faltat en 1413), pren part en les
corts celebrades en Valencia per Ferran I. Precisament en esta ocasio va tindre
l’honor de escoltar un sermo de Sant Vicent Ferrer, que com tots saben (perdo,
els catalans, no), parlava valencià.
Per a l’administracio de les seues terres, eixercint els seus drets de senyor,
ho fea, llogicament, en la llengua que parlaven els seus vasalls, el valencià,
entre ells alguns moros, que li creaven numerosos conflictes, com demostra que
el 16 de juliol de 1433 tinguera que redactar el poeta, certs documents sobre
la seua jurisdiccio.
En 1435 Ausias March assistix a les corts de Monzo entre els respresentants de
l’estament militar del Regne de Valencia, i en giner de 1437, a les que foren
celebrades en Morella.
Un cas curios es que, en 1437, contat ya en quaranta anys, Ausias March
contrague el seu primer matrimoni en Isabel Martorell, germana de Joanot
Martorell, autor del Tirant lo Blach, en el que afirma que esta escrit en
vulgar valenciana: perço que la nacio don yo so natural sen puxa alegrar... Per
cert, si Joanot parlava i escrivia en valencià, en quina llengua parlaria la
seua germana. ¿Com parlaria Ausias March a la seua dona, sense contar que eren
del mateix puesto? ¿En atre idioma? ¡A lo millor es que ya existia el traductor
de catala SALT, de la Generalitat Valenciana que nos volen passar per valencià!
¿O es que ara els catalanistes aduiran que no va ser per casualitat que Isabel
Martorell va morir als dos anys de casar-se, per no entendres llinguisticament
en el seu home?
I per ultim, Joan de Resa –pseudonim de Honorat Joan– (Regne de Valencia, sigle
XVI), publicà un Vocabulari Valencià-Castellà , per a la millor
comprensio del princip D. Carles d’Austria, fill de Felip II, de qui era
preceptor, entenguera i disfrutara de les obres del poeta Ausias March, que
varen ser publicades en Valladolid l’any 1555, en Llengua Valenciana, de les
quals este Vocabulario formà part. ¿Si Ausias March escrivia en catala,
per que s’incluix en esta edicio, al final del llibre un vocabulari
valencià-castellà? ¿Si Ausias March haguera escrit les seues obres en catala no
tindria que haver fet Joan Resa, per a l’edicio castellana, un vocabulari
catala-castellà, en lloc de valencià-castellà?
Queda clar que nomes en les ments megalomanes, alimentades per l’incultura,
poden sostindre que Ausias March era un poeta catala.
En recort a este insigne valencià, Ausias March, i per la significancia que va
tindre en la llengua valenciana, es per lo que el 3 de març celebren el día de
la llengua i cultura valenciana.
Autor: Vicente
Blasco Ibáñez
CONTRA EL REY DE ESPAÑA
ALFONSO XIII DESENMASCARADO
UNA NACIÓN AMORDAZADA
LA DICTADURA MILITAR DE ESPAÑA
LECTOR: Si vives en España procura que este escrito circule mucho. Dalo a leer
a tus compatriotas. Si vives en el extranjero, esfuérzate por hacerlo entrar en
España y con ello prestarás un enorme servicio a la liberación de un país
esclavizado actualmente.
Vicente Blasco Ibáñez
Para la introducción en España del presente folleto, y de otros que iré
publicando oportunamente, he adquirido dos aeroplanos que llevan los nombres de
"Libertad" y "República Española".
Todos los españoles amantes de la
regeneración de su patria deben atender y ayudar a los hombres de buena
voluntad que tripulan dichos aeroplanos cuando aterricen en España.
Agradezco de antemano cuanto se
haga en favor de estos valientes colaboradores que exponen su vida por noble
causa.
V.B.I.
AL LECTOR
Vivo hace años alejado de la
política, pero la situación actual de España me obliga a salir de mi retiro,
empujándome otra vez a unas luchas que creí abandonadas para siempre.
Confieso que he vacilado mucho
antes de adoptar tal resolución. Mis gustos de novelista se complacen mejor en
una existencia aislada y laboriosa. Mas por deber es preciso que combata como
en otros tiempos, y sabido es que el deber resulta las más de las veces de un
cumplimiento áspero y cruel.
Nada voy a ganar con la actitud
de ataque que adopto ahora; y, en cambio, tal vez pierda mucho. Había yo
llegado a la mejor situación que puede conquistar un escritor. Los más de los
españoles eran amigos míos, agradeciendo, por solidaridad nacional, el
prestigio más o menos grande que he podido obtener en el extranjero. Ahora tendré
que renunciar a la amistad de algunas personas que, por interés o por
convicción, transigen con el estado presente de España. Siento mucho apartarme
de ellas, pero cuando se trata de cumplir un deber, el hombre honrado no debe
vacilar entre los afectos individuales y las imposiciones de su conciencia.
España es hoy una nación que vive
secuestrada. No puede hablar porque su boca está oprimida por la mordaza de la
censura. Le es imposible escribir porque tiene las manos atadas. El instinto de
conservación impide que las gentes salgan a la calle para protestar contra tal
esclavitud. Un ejército poseedor de todos los medios destructivos oprime al
país y le es fácil borrar con fusiles y ametralladoras las quejas de la
muchedumbre desarmada.
La palabra "ejército"
resulta impropia en este caso. Después de la última guerra europea, que fue una
guerra de pueblo, "ejército" significa nación armada, conjunto de
todos los ciudadanos que sin distinción de creencias ni categorías sociales
empuñan las armas en defensa de su patria. En España, el ejército es una clase
aparte, una especie de casta social como en la Prusia del siglo XVIII durante
el reinado de los primeros Hohenzollern. Existe el servicio militar obligatorio
para ser soldado, pero no para ser oficial. Sólo son oficiales los militares de
profesión, que se consideran de esencia distinta a la de sus compatriotas. De
aquí que el país no sienta gran simpatía por su llamado ejército, que en
realidad no tiene nada de nacional. Es a modo de una organización pretoriana
para la defensa de la monarquía.
Los hechos se han encargado recientemente de probar tal afirmación. Este
ejército que consume la mayor parte de los recursos de España y al que se
prodigan oficialmente alabanzas de heroísmo mayores que las que merecieron los
ejércitos más famosos de la Historia, resulta derrotado indefectiblemente en
toda operación emprendida fuera del país. No se debe esto a la falta de valor
de sus individuos. La culpabilidad verdadera de su eterno fracaso hay que
atribuirla a la organización especial de este llamado ejército, que no es de
España, sino del rey.
Repito que el título de ejército
no es exacto. Mejor le conviene el de gendarmería. Sus únicas victorias las
puede conseguir en las calles de las ciudades donde amenaza con sus
ametralladoras y cañones a muchedumbres que sólo llevan, cuando más, una mala
pistola en sus bolsillos.
España hace un año que no puede hablar. Vive dentro de Europa como una mujer
secuestrada en el interior de un cuarto forrado de colchones que impiden oír
sus gritos. El español no puede escribir porque los periódicos de su país,
antes de imprimirse, pasan por la previa censura del Directorio militar. Leer
un diario español es leer simplemente la literatura de Primo de Rivera, autor
extravagante que sólo inspira un interés festivo.
Hasta en las épocas de mayor reacción fue respetado el libro en España. Jamás
existió en los tiempos modernos la censura para el volumen impreso. Un escritor
podía emitir sus ideas con toda libertad. El Directorio de generales ha apelado
a un recurso hipócrita para esclavizar igualmente la emisión del pensamiento
por medio del libro. Pretextando la necesidad de impedir la difusión de cierta
literatura inmoral que existe en España -como existe en otros países- ha ordenado,
bajo las más severas penas, a los dueños de las imprentas que no entreguen a un
autor la edición de su obra sin que antes presente éste una autorización
sellada y firmada por los militares del Directorio o sus acólitos.
Para combatir la literatura inmoral bastaba con castigar a uno o dos editores
sin escrúpulos, imponiéndoles una multa y una corta prisión. Esto lo saben
todos en España. Pero lo que menos le importa al militarismo triunfante es la
persecución del libro inmoral. Lo que desea es someter a esclavitud a los
escritores españoles. No han dicho nada los actuales dominadores de España
sobre plazos para autorizar la salida de las obras, ni sobre garantías a los
autores. El que escribe un tratado de matemáticas, de filosofía o, simplemente,
un libro de cocina, tiene que someterlo al capitán o coronel encargado de la
censura. Éste, pretextando sus muchas ocupaciones, puede tardar meses y meses
en conceder su autorización, con lo cual el pensamiento queda sometido al
capricho del censor. El libro que no convenga a los intereses del Directorio
permanecerá indefinidamente sin publicarse.
En todo el siglo XIX, ningún pueblo de Europa occidental, se vivió en una
situación semejante a la de España en los presentes momentos. Únicamente la
Rusia de los Romanoff, en el período más absolutista de su historia, pudo
ofrecer este espectáculo de generales crueles e iletrados, o de generales
parlanchines y grotescos, esclavizando espiritualmente a un país y ejerciendo
la censura sobre su pensamiento.
Confieso que al volver, hace pocos meses, de un viaje alrededor del mundo,
quedé sorprendido viendo hasta donde había llegado la disparatada tiranía de un
grupo de generales sobre su patria. Todos estamos sujetos a la debilidad e
imperfección humanas, y un sentimiento egoísta me hizo vacilar algún tiempo,
antes de emprender esta lucha contra el militarismo español. Llevaba yo una
existencia tan dulce, dedicada al trabajo literario, lejos de las impurezas de
la realidad...
Pero un escritor no debe de imitar al flautista que se recrea haciendo sonar su
instrumento en las soledades. Yo soy un hombre de mi época y además soy
español. Por azares de la suerte tal vez más que por los propios méritos, mi
nombre es conocido en una gran parte de la Tierra y cuento con numerosos
lectores en todos los países. Llevo recibidas centenares de cartas de
compatriotas míos residentes en Europa y en América pidiéndome que hable, que
emplee los medios difusivos de que puedo disponer, para que el mundo conozca la
vergonzosa situación de España. He pasado noches enteras sin dormir.
-¿Tienes derecho, egoísta -me decía una voz interior- a permanecer impasible
viendo la anormalidad en que vive tu país, como si fueses un hombre sin
patria?...
La mejor de las ficciones novelescas que puedas inventar permaneciendo
tranquilo, no valdrá nunca lo que un grito de protesta, sincero y enérgico,
ante la cruel situación de los tuyos.
Y a la mañana siguiente, presenciando la salida del Sol en uno de los lugares
más hermosos de la Costa Azul, en mi sonriente jardín de Menton, frente a la
planicie azul del Mediterráneo, rodeado de un ambiente favorable al trabajo y
al ensueño, sentía el mismo remordimiento que si cometiese una acción
reprobable.
Me ha sido imposible callar más. Cuando tantos españoles se ven imposibilitados
de hablar dentro de su país, yo debo de hablar por ellos.
Y así va a ser. Mas ya que me decido a ser la voz de mis compatriotas, ocurra
lo que ocurra, arrostrando todas las consecuencias, debo decir la verdad, la
verdad entera.
Me sería fácil limitar mis
ataques a los generales del Directorio que hoy tiranizan España. Es muy posible
que, aparte de ellos, todo el resto del país, sin distinción de creencias
políticas, encontrase mi actitud muy simpática. Mas mi ataque, en esta forma limitado,
resultaría incompleto y hasta injusto.
Esos generales no son más que figurantes, unos de historia lúgubre, otros
verbosos y en perpetuo matrimonio con el fracaso. Al restablecerse la legalidad
constitucional, después de la muerte del Directorio, hasta habría podido volver
a España con aire de triunfador...
Pero ya que me decido a hablar,
después de larga reflexión, no debo mentir ni valerme de anfibologías y
atenuaciones para desfigurar la realidad. Si abandono mi dulce retiro es para
decir las cosas tales como son, señalando al verdadero autor de los males que
sufre España.
Recuerdo, al llegar aquí, las
órdenes de combate que daban los antiguos almirantes a sus artilleros en
tiempos de la marina a vela:
-¡No tiréis a la arboladura, tirad al casco!
La arboladura en el presente caso son los generales de opereta o de drama
policíaco que forman el Directorio. El casco es el rey.
Y yo, español, declaro desde el primer momento, por patriotismo, por decoro
nacional, que tiro contra Alfonso XIII.
+++++++++++++++++++++++++++
EL REY
Reconozco que el actual rey de España ha sido durante algunos años para la
opinión internacional un personaje simpático. Su juventud, su carácter decidor
a estilo madrileño y un intrepidez alegre de subteniente hicieron de él ese
"personaje simpático" tan amado por el vulgo que le ve de lejos y
sólo aprecia las exterioridades.
Pero ocurre con los "personajes simpáticos" que al transcurrir los
años su "simpatía" va resultando terrible. Persisten en ellos las
condiciones propias de la adolescencia y éstas resultan inoportunas y
peligrosas en la edad madura, sobre todo cuando se trata de hombres que
desempeñan altísimos cargos y sobre los cuales pesan inmensas
responsabilidades.
El rey de España ha sido igual a
esos niños prodigio que llaman la atención por sus facultades precoces mientras
son pequeños. Luego, al convertirse en hombres, sin evolucionar oportunamente,
resultan insufribles y peligrosos por su estacionamiento mental, y por la
vanidad omnisciente que les infundieron los éxitos y adulaciones de su
adolescencia.
Alfonso XIII es un Borbón español
que tiene todas las malas condiciones de su bisabuelo Fernando VII. Para los
historiadores de Napoleón ha sido siempre un problema oscuro cómo, este hombre
genial, de pensamiento clarividente, pudo emprender la desastrosa guerra de
España. El mismo, en su retiro de Santa Elena, reconoció dicha empresa como el
mayor error de su vida. Para mí, el asunto resulta clarísimo. Es que tuvo que
entenderse con los Borbones españoles y, especialmente, con el joven Fernando
VII (tan simpático en su juventud como Alfonso XIII) el cual con sus astucias,
con sus faltas a la palabra, sus malicias y deslealtades, era capaz de
desorientar y perturbar al cerebro más poderoso.
El bisabuelo de Alfonso XIII, al mismo tiempo que pedía casi de rodillas a
Napoleón que le permitiera casarse con una mujer de su familia, cediéndole
espontáneamente la corona de España, se presentaba a los españoles como un
triste prisionero del emperador francés. Se comprende el engaño de Napoleón.
Juzgando al pueblo español por los reyes miserables que venía tolerando, lo
creyó un pueblo envilecido y cobarde y se lanzó a una invasión fatal para él.
Igual equivocación sufriría ahora el que juzgase al pueblo español actual por
la persona del rey que aguanta.
Fernando VII jamás en su larga historia tuvo una palabra mala ni una obra
buena. Sin embargo, muchos de sus contemporáneos le admiraron en su juventud
como monarca simpático que sabía decir frases chistosas. Cuando consiguió que
Luis XVIII enviase a los aliados Cien Mil Hijos de San Luis para batir a los
liberales españoles y reponerle en su trono de monarca absoluto, agradeció tal
apoyo restableciendo la Inquisición y fusilando a un sinnúmero de liberales que
se habían rendido fiados en la presencia de las tropas francesas.
Ni aún para los mismos
partidarios del absolutismo tuvo Fernando VII amistad ni lealtad. Se
consideraba más allá de los amigos y los enemigos. Reía igualmente de unos y de
otros. En España solamente debía de existir el rey; los demás eran un mísero
rebaño. Azuzaba a los absolutistas contra los liberales y al vencer éstos, les
pedía el exterminio de las mismas gentes que él había incitado a sublevarse.
Los españoles clarividentes, le apodaron a causa de su nariz borbónica y su
rostro carrilludo: "narizotas, cara de pastel". Este Tiberio conocía
el apodo que le daban los liberales llamados "negros" y los
absolutistas descontentos de su falta de lealtad que se titulaban
"blancos". Y algunos de sus íntimos contaron que cuando estaba a
solas en su palacio toma una guitarra para canturrear la siguiente canción:
"Este narizotas, cara de pastel a blancos y negros los ha de j..."
Efectivamente, durante el reinado de Fernando VII, murieron innumerables
"blancos" y "negros" por sus diabólicas combinaciones para
destruir a unos y otros.
Repito que este Borbón fue en su juventud tan simpático y chistoso como su
bisnieto Alfonso XIII. Por eso su recuerdo ha resucitado en España durante los
últimos años, comparándose la conducta del rey presente con la de su bisabuelo.
- Es igual a Fernando VII- dicen muchos que le han estudiado de cerca y hasta
fueron sus ministros.
- Algo más -repuso uno de los personajes más eminentes de la política de la derecha
en España.- Es Fernando VII.... y pico.
Para hablar de Alfonso XIII es preciso traer a colación a Guillermo II. Del
mismo modo que en el teatro existe la contrafigura que pasa por el fondo del
escenario imitando al protagonista de la obra, que se halla en primer término,
Alfonso XII ha sido siempre un imitador, un reflejo del antiguo Kaiser.
Existe en Cataluña un fabricante de champagne español llamado Codorniu, y
aunque su vino no es malo, los burlones ríen de él al compararlo con el
champagne legítimo, haciendo de dicho vino un símbolo de todo lo que es
imitación más o menos grotesca. Por ejemplo, de un mediocre poeta dicen que es
Víctor Hugo Codorniu, de un general malo, Napoleón Codorniu, etc. A Alfonso
XIII le llamaban en los años anteriores a la guerra el Kaiser Codorniu.
El emperador viejo y el rey joven
se detestaban cordialmente como dos cómicos de edad diferente e historia
diversa, que pretenden desempeñar el mismo papel. Pero los dos eran idénticos;
el mismo afán de cabotinage, la misma ansia de llamar la atención, de
intervenir en todo, de dirigirlo todo, de pronunciar discursos, de creerse
aptos para todas las manifestaciones más brillantes de la vida.
Iguales aficiones a la mascarada. Alfonso XIII se viste a las dos de la tarde
de almirante, a las tres de húsar de la muerte, a las cuatro de lancero. No hay
hora del día que no aparezca con un uniforme distinto. Y además de los trajes
militares, se cubre con unas vestimentas de clown para jugar al polo, ridículas
hasta el punto de que en cierta época tuvieron que prohibir a los periódicos
ilustrados de Madrid que reprodujesen las fotografías de Su Majestad en estos
trajes deportivos de su invención, para que no riesen las gentes.
Es indiscutible que Alfonso XIII ha odiado siempre a Guillermo II. Por la ley
física que obliga a repelerse a dos nubes de la misma electricidad, esta pareja
de histriones reales se detestó siempre de un modo irresistible.
Guillermo II no prestó nunca un apoyo franco al ensueño de ciertos allegados y
consejeros de Alfonso XIII, consistente en matar la República de Portugal y
crear un imperio ibérico para que el bisnieto de Fernando VII pudiera darse
aires de emperador. Por su parte, el rey de España hizo todo cuanto pudo para
molestar a su maestro imperial, hasta el día en que estalló la guerra.
Alfonso XIII es hijo de una
austriaca y aunque en los tiempos de su adolescencia se mostró como un colegial
travieso que desobedece las órdenes de mamá, al transcurrir los años ha
recobrado la madre sobre él un poderío enorme y con ella toda su corte de
archiduques arruinados y de superiores de órdenes religiosas.
Además, si Alfonso XIII aborreció la persona de Guillermo II, admiró siempre
sus ideas políticas, su tendencia al absolutismo. La mejor demostración la ha
dado recientemente al matar en España el régimen constitucional y favorecer el
triunfo de la dictadura militar.
Hábil comediante, como su
bisabuelo Fernando VII, que engañó a Napoleón, engañó a Luis XVIII y engañó
hasta a sus más fervorosos amigos, Alfonso XIII se dedicó durante los cinco
años de la guerra europea a mentir a los beligerantes haciendo creer a cada uno
de ellos que se hallaba a su lado. Pero bien claramente se vio de qué parte
estaban sus simpatías.
Alfonso XIII fue germanófilo,
como su madre y toda su corte. Y no solamente fue germanófilo, sino que se
permitió con Francia las ironías más crueles. El, que ha sido siempre el
verdadero dueño de España y no ha hecho más que su voluntad, se fingió una
víctima rodeado de enemigos y peligros a causa de su amor a Francia, y dijo en
cierta ocasión:
- En España, los únicos
francófilos somos yo y la canalla.
Y pensar que ha habido numerosos tontos en Francia que han repetido y celebrado
esta ironía cruel. "La canalla" éramos nosotros, los escritores, los
profesores de la Universidad, los artistas, todos los españoles intelectuales
que estuvimos al lado de los aliados desde el primer momento. Sin duda, para el
bisnieto de Fernando VII las únicas gentes distinguidas eran la aristocracia
ignorante y devota, el populacho campesino, reaccionario y feroz, que aplaudían
los crímenes de la invasión alemana en Francia y los torpedeamientos de los
submarinos.
Yo no conozco personalmente a
Alfonso XIII. Nunca he querido dejarme presentar a él. Pero le sigo desde hace
años con el interés del novelista que estudia un "documento humano" y
lo conozco mejor que muchos de los que le han visto de cerca.
Una de las razones de por qué me negué siempre a verle fue porque adivinaba que
tarde o temprano tendría que escribir contra él, diciendo la verdad. ¡Lo que he
sufrido durante la guerra, no pudiendo hablar libremente para advertir a los
aliados quién era este hombre que se declaraba partidario de ellos en unión con
"la canalla"! Pero en aquel momento decir la verdad equivalía a un
escándalo sin resultado que sólo podía alegrar a los alemanes. Además, los
diversos gobernantes franceses sabían tanto como yo qué clase de amigo de
Francia es Alfonso XIII. ¡Si pudieran revelarse ciertas notas y documentos
secretos en los archivos de París!
Pero al fin ha llegado la
oportunidad de hablar de lo que es público, aunque lo ignoran la mayoría de las
gentes, de exponer la verdad para que este personaje de carácter complicado y
tortuoso ocupe el lugar histórico que le corresponde.
Ya he dicho que estos Borbones españoles fueron siempre astutos y con cierto
talento diabólico para sortear las complicaciones de la vida, haciendo al mismo
tiempo su voluntad. Las resoluciones más extremas y violentas las revisten
hipócritamente de un forma paternal. Fernando VII, fusilador de liberales,
ordenó estos suplicios por el bien de la patria, de tal modo que las
muchedumbres imbéciles lo consideraban un padre.
Alfonso XIII ama el despotismo, pero procura atacar las libertades públicas como
si le obligaran a ello los que le rodean, para después, en caso de fracaso,
dejar que castiguen a los otros y declararse inocente. No creyó hasta el
momento en el triunfo de los aliados, pero como era vecino de Francia, no quiso
tampoco mostrarse enemigo de ellos.
Para favorecer la política germanófila buscó antes una coartada, y esta fue la
oficina que montó en su palacio para el canje de prisioneros. Unas mesas y unos
cuantos empleados le sirvieron para darse aires de rey providencial y benéfico,
haciendo en pequeño y con enormes anuncios lo que hicieron con menos ruido y
más intensamente la Cruz Roja y otras sociedades benéficas de Suiza.
Mas en fin, si se hubiese limitado a esto, merecería elogios, aunque no tan
exagerados como los que le tributaron sus aduladores. Gracias a su intervención
hubo prisioneros franceses y belgas que regresaron a sus casas, como también
los hubo alemanes y austriacos que volvieron a las suyas. Pero al mismo tiempo
que el rey de España se preocupaba en público de tales canjes, favorecía del
modo más descarado e insistente las operaciones navales alemanas en las costas
de España.
Durante tres años, los submarinos alemanes se avituallaron en los puertos
españoles del modo más cínico. En la desembocadura del Ebro, junto a Tortosa,
ciertos puertos antiguos y abandonados, que sólo sirven de refugio a barcos de
pescadores, fueron empleados como lugar de descanso por submarinos de Alemania.
Un personaje alemán, el barón de Rolland, actuaba en Barcelona con el mayor
descaro de proveedor de esencia para estos buques. Además, tenía a sus órdenes
una partida de malhechores para aterrorizar a los que denunciaban sus manejos.
Un comisario de policía llamado Bravo Portillo, que después fue asesinado en
Barcelona, se valía de su empleo oficial para averiguar la salida de los
vapores aliados y denunciarla al tal barón. Éste, a su vez, daba aviso a los
submarinos por medio de varias instalaciones de telégrafo sin hilos que
funcionaban con entera libertad.
Alfonso XIII se ocupó aparentemente
de canjear franceses e ingleses por alemanes y austriacos, pero estos
prisioneros eran seres vivos. Lo terrible es que al mismo tiempo produjo
centenares de muertos dejando actuar con toda libertad a los submarinos
alemanes. Rara fue la semana en que no torpedearon éstos, dentro de las aguas
españolas, alguna vez a la vista de la gente agolpada en la costa, buques
franceses e ingleses, dedicados al comercio, y hasta vapores correo que iban a
Argelia o venían de ella.
Buscaban los buques el amparo de las costas de España, fiados en las palabras
de la monarquía española, creyendo que su rey defendería la neutralidad de sus
aguas, y precisamente al hacer esto se lanzaban en pleno peligro, pues los
submarinos tenían sus bases en los puertos pequeños de la costa y contaban con
numerosos agentes en las principales ciudades del litoral, los cuales
trabajaban tolerados y ayudados por bajos personajes de la policía.
Una vez se dio el caso de que los viajeros del tren correo entre Valencia y
Barcelona, cuya vía se desarrolla a lo largo de la costa, pudieron contemplar
desde sus vagones, en las primeras horas de la tarde, como un submarino alemán
atacaba a un vapor aliado cerca de la orilla, a la vista de todos.
El dulce y poético Mediterráneo arrojaba todas las semanas a sus orillas
numerosos cadáveres y pedazos de buques rotos por la explosión de los torpedos.
Yo tengo a orilla del mar, cerca de Valencia, una casa llamada Malvarrosa.
Mientras estuve en París los cinco años de la guerra haciendo propaganda en
favor de los aliados, mis amigos me escribieron repetidas veces dándome cuenta
de los terribles hallazgos con que les sorprendía el mar algunas mañanas. Sobre
la arena de la playa, junto a la escalinata de mi casa, aparecieron repetidas
veces cadáveres hinchados por una larga permanencia en el mar, pobres cuerpos
desfigurados por las mordeduras de los peces o la violencia de la explosión,
mujeres y niños que venían como pasajeros en buques procedentes de Argelia,
tripulantes de vapores aliados que transportaban artículos de comercio o
primeras materias para la guerra. Todos habían ido hacia la muerte, fiando en
la neutralidad, ya que no en la lealtad de un rey que se titulaban francófilo
en compañía de "la canalla".
Al mismo tiempo, los fabricantes españoles que elaboraban materias de guerra
para los aliados, tenían que desafiar los mayores peligros. Fue en Barcelona
donde los industriales españoles trabajaron más para el ejército francés; unos
produciendo piezas sueltas de armamento, otros calzado, tejidos, etc. Los
alemanes, para asustar a los fabricantes de Cataluña que trabajaban para
Francia, organizaron otra partida de bandidos encargada de arrojar bombas en
las fábricas y asesinar a sus dueños si era posible. Esto parece de una novela
de Ponson du Terrall y, sin embargo, no puede ser más exacto.
La tal banda era mandada por un tal barón de Koenig. Hay que decir que así como
el barón de Rolland, encargado del avituallamiento de los submarinos, fue un
personaje auténtico, este barón de Koenig era un antiguo camarero de hotel, un
tipo rocambolesco que había hecho su carrera a fuerza de asesinatos. La banda
del barón de Koenig cometió sus crímenes atribuyéndolos a anarquistas o
terroristas. Así mató al fabricante, señor Barret, profesor de la Universidad
catalana, que era entusiasta de los aliados y dedicó sus talleres a la
fabricación para las tropas francesas. Y si no mataron a más industriales
aliadófilos fue porque estos tomaron grandes precauciones.
El comisario de policía Bravo Portillo actuaba de acuerdo con el titulado barón
de Koenig, lo que proporcionaba a éste una completa impunidad. Además, dicho
policía le facilitaba toda clase de informaciones.
Al terminar la guerra, viéndose
si ocupación el facineroso alemán, se ofreció con toda su banda a los
industriales conservadores y de carácter agresivo, para matar obreros
fomentadores de huelgas, empezando desde tal momento el período de asesinatos y
represalias entre un bando y otro, que aún dura en la actualidad aunque
amortiguado y que, por desgracia, tal vez volverá a reproducirse. (Pero esta
"es otra historia" como dicen en los cuentos orientales. Volvamos al
rey)
Jamás hizo nada Alfonso XIII por
impedir las hazañas de los alemanes, terrestres y marítimas, dentro de su
reino. Como una excusa previsora inventó la frase de que en España no había más
francófilos que él y "la canalla", queriendo hacer con ello que no
era rey más que de nombre, que no tenía ningún poder y en España todos eran
germanófilos y le atropellaban al pobrecito francófilo.
¡Mentira! Para desgracia de España, él ha hecho siempre lo que ha querido.
Últimamente consideró que era de su conveniencia matar la Constitución,
suprimir todas las manifestaciones de una política moderna, volver al país de
los tiempos del absolutismo, gobernar como las zares antes de la primera Duma,
y apelando a sus generales cortesanos lo hizo con toda decisión.
Si hubiese querido intervenir en
favor de los aliados o simplemente guardar una neutralidad honrada, lo hubiera
podido hacer en 1914 sin ningún obstáculo y hasta con aplausos de una gran
parte del país, pues nosotros, "la canalla francófila", éramos
muchos. Precisamente en aquel tiempo aún no había desarrollado él sus terribles
pedanterías militares en Marruecos y guardaba cierto prestigio de mozo
atolondrado pero "simpático". Afirmo que no habría encontrado
obstáculo alguno. Mas dejó hacer a sabiendas a los alemanes todo lo que
quisieron dentro de España y lo que es de mayor gravedad, impidió que sus
ministros tomasen ninguna iniciativa contra tal insolencia germánica.
En 1918 se formó en España un Ministerio llamado nacional en el que figuraban
personajes de distintos partidos políticos. El señor Dato, ministro de España,
recibió de sus compañeros el encargo de presentar una nota al gobierno alemán,
protestando del descaro con que los submarinos germánicos utilizaban los
puertos de España y sus agresiones en aguas nacionales que destruyeron muchas
veces a buques que llevaban en su popa la bandera española. Esta nota sirvió
para desenmascarar al rey, dejando asombrados a sus ministros ante la inaudita
duplicidad de su conducta.
Era embajador de España en Berlín un señor Polo de Bernabé, gran admirador del
Kaiser, que sentía temblar sus entrañas de emoción al verse recibido con
familiaridad, él y su esposa, por el emperador y la emperatriz. Este embajador
se guardó la nota del Gobierno y no quiso presentarla. Cuando el señor Dato,
indignado por tal silencio, le repitió desde Madrid la orden para que
presentase la nota, este embajador le contestó la respuesta más fantástica que
se conoce en la historia de la diplomacia.
- La nota es muy fuerte -dijo- y no quiero presentarla al emperador. Sería
darle un disgusto y... ¡Es tan excelente persona!
El Gobierno, aunque presintió desde el primer momento que la persona de Alfonso
XIII debía de andar mezclada en el asunto, pues de otro modo no era
comprensible la insubordinación del embajador, dio un decreto relevando al
señor Polo de Bernabé de su embajada por desobediencia a sus superiores y llevó
el citado decreto a la firma del rey.
Alfonso XIII se negó a firmar y
casi dio una respuesta semejante a la del embajador. Él apreciaba mucho a su
representante en Berlín y no podía darle el disgusto de firmar su destitución.
En resumen: que el rey, a pesar de ser un monarca constitucional, consideraba a
sus embajadores y ministro plenipotenciarios como representantes diplomáticos
de su persona y no de la nación española. Se entendía con ellos directamente, a
espaldas de sus ministros respetables, y lo mismo hacía con los generales,
despreciando la mediación constitucional del ministro de la Guerra. En
realidad, no hizo nunca ni más ni menos que su viejo y detestado maestro
Guillermo II.
Otro detalle: durante el curso de la guerra, Alfonso XIII, que desea aparecer
como una gran capacidad militar (¡siempre Guillermo II!), hablaba
frecuentemente con el agregado militar de la embajada francesa en Madrid para
enterarse de la marcha de las operaciones y, después, con el agregado militar
de la embajada alemana. Los franceses han conseguido descubrir la clave secreta
creada por la embajada alemana de Madrid, leyendo gracias a ella los despachos
que enviaba por telegrafía sin hilos a Berlín. Gracias a la posesión de dicha
clave, pudieron descubrir la existencia y traiciones de la bailarina espía Mata
Hari que acabó siendo fusilada en París.
Pronto notaron los franceses que
el agregado alemán en Madrid comunicaba a su gobierno muchas cosas de un
carácter extremadamente confidencial, que el agregado francés había contado a
Alfonso XIII. Para poner a prueba a éste, le comunicó dicho agregado algunas
mentiras atribuyéndolas a su gobierno y, efectivamente, horas después, la
embajada alemana de Madrid remitía tales noticias falsas a Berlín. Inútil es
decir que los franceses no quisieron hacer más confidencias a Alfonso XIII.
No tengo empeño en mostrar esto como un espionaje interesado, como una
deslealtad voluntaria a una nación que él llamaba amiga; pero supone por lo
menos una abominable ligereza carácter, una absoluta falta de seriedad, una
tendencia a tratar los graves asuntos de estado lo mismo que una conversación
en la Potiniere de Deauville.
Mientras duró la guerra, los agentes alemanes con sus bandas de asesinos y
contrabandistas proveedores de esencia, intentaron aterrar a los partidarios de
los aliados -lo que no consiguieron- y avituallaron públicamente a los
submarinos, lo que fue causa de muchas matanzas. Hasta se dio el caso, junto a
la entrada del puerto de Valencia, de que unos alemanes hiciesen instalaciones
flotantes en el mar con pretexto de que eran aparatos de ensayo para estudio y
explotación de la fuerza de las olas. A estos espías disfrazados de sabios se
les ocurrió precisamente tal invento en plena guerra y no encontraron en todos
los mares del planeta lugar más a propósito que el pacífico golfo de Valencia,
en mitad del camino entre Marsella y Argel. Para examinar sus aparatos,
situados a pocas millas de la costa, se embarcaban a todas horas en botes
automóviles de su propiedad. Inútil es decir que estos aparatos eran
simplemente boyas llenas de esencia; depósitos que surtían a los submarinos. La
gente protestó muchas veces de tales sabios y su misterioso invento. ¡Voces
perdidas en una soledad absoluta! Nadie podía oírlas cuando todos en España
estaban convencidos de que el rey era alemán. Nosotros, los francófilos, no
creímos un solo instante sus palabras. ¿Cómo podíamos creerle si jamás vimos en
él un verdadero acto a favor de Francia y sus aliados? En cambio, por todas
partes encontrábamos la complicidad pro alemana.
Él, como Primo de Rivera y tantos
otros ignorantes con entorchados de general, sólo fueron aliadófilos cuando se
convencieron, al fin, todos ellos, del triunfo de los aliados.
Yo, que en Agosto de 1914 sólo me
vi unido a una docena de amigos españoles como sostenedor de la causa francesa
y en 1915, al ir a España por primera vez en plena guerra, casi fui asesinado
en Barcelona por las bandas de facinerosos que sostenían allí los alemanes y,
además, me vi "invitado" por la autoridad con una solicitud algo
sospechosa a salir cuanto antes de mi patria porque había vuelto a ella para
hablar a favor de una honrada neutralidad, río ahora con una risa de desprecio
cuando leo que Alfonso XIII afirma que fue amigo de los aliados y cuando Primo
de Rivera dice lo mismo.
No sé lo que haya podido ser Primo de Rivera en los primeros meses de la
guerra. Si fue francófilo -según el mismo afirma- debió de ser en los últimos
tiempos, cuando todos se apresuraron a serlo, porque vería próxima la victoria
de los aliados. Perdió una hermosa ocasión para él y para muchos de sus
compañeros permaneciendo mudo en los primeros tiempos de la guerra, hubiese
prestado un verdadero servicio al generalato español hablando entonces.
De los muchos centenares de
generales que existen en España, sólo unos pocos, que no conozco personalmente,
pero que a juzgar por sus escritos son militares de ciertos estudios, mostraron
un criterio independiente y claro interpretando las operaciones de la guerra.
Los demás fueron simplemente despreciables. Guardo unas declaraciones que
hicieron al principio de la guerra, comentando la batalla del Marne, algunos
generales españoles de los más bullangueros, los cuales, si no forman parte del
actual Directorio, deben medrar cuando menos a la sombra de él. Lamento que no
viva en nuestra época el gran Flaubert. Hubiese llorado de emoción al
entregarle yo este documento para que lo hiciese figurar en la grande obra que
preparaba en sus últimos años: el "Diccionario de la estupidez humana".