martes, 25 de septiembre de 2018

VARAS DE MEDIR PARA HOMENAJES TRUCADOS

 

Por Ricardo García Moya
Las Provincias 21 de Mayo de 1996

Hay  defensores  de causas  por  interés crematístico, y otros -como don Vicente Giner Boira- que  gastan  vida  y patrimonio en defensa de un ideal. Los primeros, ante la posibilidad de que don Vicente reciba justo reconocimiento público, han afilado puñales. No lo pueden tolerar, iría contra la ley inmersora que sólo otorga homenajes y premios a los que apoyan la catalanización de Valencia; sea aullando a la guitarra en normalitzat, o plagiando gramáticas del Institut d'Estudis Catalans para  hacerlas pasar como valencianas.
Los archimandritas de Barcelona y sus tentáculos en Valencia no permiten que don Vicente sea homenajeado por la ciudad del Turia. Camuflados de tolerantes progresistas, los medios inmersores han propagado descalificaciones que, por respeto a don Vicente, omitiré. EI feroz ataque de estos currutacos choca con la indulgencia que muestran hacia otros homenajeados.
Así sucede en este mes de mayo con el catalán José Andreu (Charlie Rivel) y la serie de actos  que -con motivo del centenario de su nacimiento- están celebrando en toda Cataluña, auspiciados  por ayuntamientos y Generalidad. En una revista, doctorada en zaherir a valencianos como Giner Boira, glosan la figura del cómico catalán, destacando éxitos y premios recibidos: Cruz de San Jorge de la Generalidad, edición del "centenari Charlie Rivel", también por la Generalidad; homenaje de Cornellà de Llobregat, etcétera. Pero olvidan detalles.
Aparte de adornar con matices sociales y nacionalistas a quien sólo se preocupó de su profesión, hay lagunas. Al tratar sobre la segunda guerra mundial, se tornan ingenuos, recurren a puntos suspensivos y frases ambiguas sobre un Rivel defensor de la democracia: "Pero Ilegó la segunda guerra mundial cuando estaba en Alemania. Charlie Rivel resultó muy afectado por la guerra y decidió no actuar más."
Tanto insisten en los sufrimientos del payaso en la Alemania de Hitler que -para disipar dudas-  contaré la actividad diaria en Berlín del condecorado con la Creu de Sant Jordi. La fuente la debemos a Jacinto Miquelarena,  un entusiasta del III Reich que vivía en Berlín y narraba los cotilleos del nazismo. Así, en "el español que hace reír a los alemanes, en la guerra", dice:
"...EI invierno es triste en Berlín y, además, hay guerra, pero en el teatro Scala está Charlie Rivels. Tres veces al día se Ilena la sala del Scala, capaz para tres mil quinientos espectadores, y tres veces al día la sala entera se estremece de júbilo cuando aparece este clown, que nubla ya en  Escandinavia, en Italia y en Alemania, la fama de Grock" (Miquelarena, J.: "Un corresponsal en la guerra", 1942, p. 17).
La soledad, compañera de la tristeza, no afectaba a Rivel; diez mil alemanes aplaudían diariamente su famoso "ladrido" (sic). Pero, quizá, el corazón de Rivel pudo captar la miseria de los judíos y las angustias del pueblo alemán, con progresivo racionamiento de alimentos. Ante tales desgracias. ¿Decidió actuar gratis el homenajeado? Es improbable, dado su origen. ¿Se apuntó a alguna secta apocalíptica? Según el testigo presencial:
"Divertir a los berlineses como les divierte Charlie Rivels no es barato. He aquí un señor que vive en el hotel Edén, con su mujer y sus hijos, y con los profesores de baile y música para sus hijos, y con los preceptores de sus hijos... He aquí un señor que circula por Berlín con el automóvil más charolado y niquelado que se conoce en el barrio del Jardín Zoológico" (p. 18).
¡Qué raro, ¿no?!  La inmensa tristeza y "lo  muy afectado que estaba por la guerra" --según dice la revista del más allá”-- no concuerda con lo observado por Miquelarena. Si aportaran detalles... ¿Se tornó abúlico nuestro héroe? ¿Perdió Rivel el apetito? No sería raro, gatos y perros comenzaban a escasear en la geografía del Tercer Reich; pero al catalán no podían darle gato por liebre, ya que su dieta era limitada.  Puede que esto fuera causa de su melancolía, ¿zampaba sólo lechugas  y huevos fritos?:
"He  aquí un caballero (Charlie Rivel) que se sienta a la mesa rodeado de las doce o trece personas de su séquito y pide langosta para todos. Sus ingresos desbordan la suma de dos mil quinientos marcos al día."
Creo  que  es  suficiente para comparar las distintas varas de medir que utiliza la prensa catalana (camuflada) en Valencia: a los valencianistas como don Vicente Giner Boira le insultan y calumnian; al catalán Rivel --medalla de Sant Jordi de la Generalidad y bufón del Tercer Reich--  ocultan  datos comprometedores, manipulan la realidad y poetizan sus opíparas vivencias berlinesas. Y  conste que no hay nada censurable en la vida de Charlie Rivel, lo vergonzoso es la manipulación actual.
A estos berenjenales programados por el cenagal (que pretende ensalzar desde mediocres gramáticos catalaneros hasta cantantes (?) que asustan a las hienas), la revista los considera "homenatges  seriosos". Si éstos son serios, ¿cómo serán los cómicos?. Por cierto, Rivel abandonó Alemania cuando vio las cosas feas:  las langostas escaseaban, E.E.U.U. entraba en guerra, y la fácil victoria del Tercer Reich se congelaba por Smolensko y ardía en Libia.



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